De la “A” a la “H”, el tsunami en la política

Por: Thelma Mejía

Tegucigalpa.- Las últimas informaciones procedentes de la Fiscalía de Nueva York relacionadas con casos de narcotráfico y los juicios en contra de capos hondureños de la droga, tienen con la respiración en suspenso a este país centroamericano, que empieza, como un riego por goteo, a informarse de hechos que parecen sacados de novelas de ciencia ficción o de los relatos que han disparado las audiencias en las series de Netflix o Telemundo.

Dos ex presidentes, más el actual, son objeto de interés de los fiscales estadounidenses al salir a relucir en los juicios que habrían recibido millonarios sobornos del narcotráfico para sus campañas políticas. Y fue dado así, de golpe, uno tras otro, sin tiempo para celebrar. Unos ya habían sido señalados en otros testimonios, otros salen por primera vez y sacude el árbol, mientras los otros, aparecen en nuevos y demoledores testimonios de personajes que hicieron poder local desde las entrañas del nacionalismo.

Lo que ha salido no es para celebrar, ni para hacer fiesta porque cayó uno, se embarró al otro y resulta que el actual también. Son tan delicadas y graves todas esas informaciones que es para preguntarse: ¿En qué momento perdimos el país? ¿A dónde quedó el Estado? ¿Qué pasó con nuestras elites políticas? ¿Tocamos fondo o todavía hay tiempo para el rescate?

Dos letras del abecedario están generando un tsunami político de dimensiones insospechadas. Desde la “A” a la “H” es claro que nada es “mudo” en Honduras. Los implicados han salido a dar la cara negando lo que se plasma en esos documentos oficiales, hablando de venganzas y que nadie les puede creer a esos criminales. Insinúan que los culpables son los medios de comunicación porque no saben traducir del idioma inglés al español, no ponen las noticias en contexto, no usan el código de ética de la Sociedad de Periodistas Profesionales, que quienes difunden esos hechos no son “gente seria”. Otros dicen que los medios de comunicación no serán llevados a la justicia actual, porque no creen en ella, y mejor serán llevados a “tribunales populares”, una especie de linchamiento propio de las montoneras hondureñas de inicios del siglo XX.

Así han estado más o menos las reacciones, todos alegan inocencia, como debe ser hasta ser vencidos en juicio, pero todos obvian el origen de la información: La Fiscalía de Nueva York. Y en las redes sociales, la campaña de desinformación, de distracción y de acusaciones mutuas, es brutal, mientras en los chat las conjeturas están a flor de piel, en unos, en modo avión (silencio) otros y en “espera y aguarda” los más.

No obstante, nadie se atreve a preguntarse, al margen de sus simpatías o ideologías, en qué momento las termitas del narcotráfico penetraron el país tan veloz y vorazmente que muchos optan por callar. Muchos apuestan mejor por la memoria corta, pero hasta esa memoria corta, los traiciona.

Hace unos años, el diario La Prensa sacó un trabajo denominado “El rey del pueblo”, en alusión al entonces todopoderoso alcalde de El Paraíso, Copán, Alexander Ardón, “Chander”, como le conocen sus allegados y líder del famoso cartel de la droga “los señore4 AA”, en alusión a él y a su hermano, que fuera hasta hace poco, director del desaparecido Fondo Vial.

El hermano de Chander fue sacado del Fondo Vial, según el gobierno, por presuntos ilícitos pero nunca se le procesó, nunca se le denunció. Asimismo, se dice que la venganza de Chander contra el gobernante actual es porque no fue permitida su candidatura en el movimiento interno que llevó al presidente al poder, pero Chander dice que dio millonarios recursos a la campaña política del actual gobernante. Qué pruebas se habrán presentado ante los fiscales para que estos asumieran ese hecho como válido y lo plasmaran en un documento, es algo que solo el tiempo y la Fiscalía de Nueva York determinarán.

La vida y milagros de Chander, que pasó de vender leche y pastorear ganado a financiar millonarias campañas políticas, del dinero proveniente de las ganancias del narcotráfico, las conocen con más detalle en su pueblo, hasta donde fue también este año un equipo de diario El Heraldo para ver cómo, sin su alcalde, que no se reeligió, sobrevive uno de los pueblos más abandonados de Honduras, pero con un desarrollo sin parangón. Ahí está la fachada del capitolio de Estados Unidos, pero también la presencia omnipotente de quien el pueblo cree es y ha sido su salvador del mundo.

Del último informe de la Fiscalía de Nueva York se conoce que Chander es ahora un colaborador eficaz, que está cantando y hasta dando conciertos, con detalles y todo tipo de insumos que tienen de correr a nuestras elites desde la cúpula hasta la base, seguramente. De acuerdo a los reportes en poder de los cuerpos antidroga y la fiscalía estadounidense, Chander era famoso porque cobraba peaje a los otros grupos transportistas de droga para que su producto pasara seguro por ese pintoresco municipio que tiene guarderías para atender a los menores mientras sus madres trabajan. El Paraíso, Copán, tiene un promedio de 20 mil habitantes y es fronterizo con Guatemala.

Ese derecho de piso que se pagaba al “señor A” por trasegar la droga, lo hizo en su momento el otro “señor H”: Héctor Emilio Fernández Rosa, condenado a cadena perpetua por una corte de Nueva York y en cuyo relato presentado por la Fiscalía de Nueva York a la corte, se menciona que una de sus especialidades, además de asesino, era el del soborno. La Fiscalía de Nueva York menciona a dos ex presidentes hondureños que habrían sido beneficiados con los dineros de don H y de los Cachiros, con quienes don H era un aliado natural.

Las andanzas de Don H, según el informe fiscal que sirvió de base para su condena a manos de un tribunal, iniciaron en 1998. Fue un transportista de droga que se alió a capos guatemaltecos y se encargaba de custodiar la droga que pasaba por territorio hondureño, hasta que los líderes del cartel para el que trabajaba se murieron y él fue ascendiendo hasta llegar a ser un operador ejecutivo.

Esa asunción le permitió conectarse ya no solo con mafias guatemaltecas sino también con colombianos y mexicanos, en este último con el sangriento y poderoso cartel de Sinaloa que dirigía Joaquín “el Chapo” Guzmán, quien hoy también guarda cadena perpetua. Los ligues de don H con el Chapo se dieron a través de César Gastélum, uno de los operadores del cartel en Centroamérica y quien fuera testigo en el juicio en contra del líder del cartel de Sinaloa y en cuyo testimonio develó no solo las operaciones en Centroamérica, sino también el financiamiento de campañas a dos ex presidentes hondureños.

Don H operaba para el cartel de Sinaloa no solo cargamentos de cocaína, también de metanfetaminas. Para asegurar el éxito de sus actividades, compró conciencias por doquier e incluso se asegura que dio una millonaria suma a la campaña de un ex presidente para que una vez en el poder, le nombraran un viceministro en la secretaría de Seguridad; hecho que nunca se concretó.

Y como una serie de ciencia ficción sobre narcos, la Fiscalía de Nueva York devela como don H asesinó a su socio, el entonces diputado Mario Hernández Bonilla, porque comenzó a meterse en el trasiego de las metanfetaminas a sus espaldas. Lo mismo hizo con uno de sus empleados por haberse metido con su pareja sentimental, mientras quiso asesinar a su otro brazo derecho, Víctor Hugo Díaz Morales, alias “el Rojo” porque le había traicionado. “el Rojo” se encuentra también extraditado en Nueva York.

De momento la “A” como la “H” tienen en ascuas a estas honduras y más allá de los personajes implicados—cuya inocencia o culpabilidad deberá ser mostrada en los tribunales si se abre un proceso—lo cierto es que el país, su imagen y la del actual gobierno siguen en picada, exhibidos internacionalmente como un Estado degradado en donde las elites políticas parecen haber fracasado, frente a una apatía ciudadana que espanta aun más que la gravedad de los hechos. La pregunta es ¿Tenemos aún un Estado? ¿Qué Estado tenemos y qué Estado deseamos? ¿Es este abecedarios es el inicio de letras más grandes que nos seguirán sorprendiendo? ¿En qué momento se nos fue el país?

 

 

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