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Cuarenta y dos meses

Julio Raudales

La tendencia noticiosa en los mdios durante la semana que termina, nos ha dejado claro que es más importante pensar en el futuro que en el pasado abyecto.

El Consejero Económico de la Embajada de los Estados Unidos de América, en un comentario despojado de prejuicios,  lo dejó claro en un tweet en el cual respondía a la Secretaria de Finanzas, quien desde febrero en que se estrenó en conferencia de prensa en Casa Presidencial, recuerda una y otra vez la situación escabrosa en la que el gobierno anterior dejó la economía y, lo que es peor, la autoestima social.

La ocasión es propicia entonces, para hacer acopio de aquel texto bíblico, en el que San Pablo aconsejaba a sus discípulos: “Escudriñen todo, retengan lo bueno y desechen lo malo”.

Tomar el mensaje y olvidar al mensajero sin intentar desacreditarlo es una buena forma de aprender. El quehacer público es complejo y los funcionarios se pierden muchas veces en el marasmo de la coyuntura, lo sé por experiencia, así que, siempre es bueno hacer un alto y escuchar las voces externas, aunque no nos gusten los dueños de esa voz.

¡Pues bien, a ser consecuentes! Lo dicho, dicho está y lo que hay que hacer es ver hacia el fuuturo. Ya pasaron seis meses y si vamos a respetar el ejercicio republicano, le quedan cuarenta y dos a la señora Castro para enrumbar al país. Será necesario acelerar el paso, deshacer entuertos y, sobre todo, convencer a toda Honduras, de que solo trabajando juntos, unánimes como alas, podremos salir adelante.

Es importante, sin embargo, iniciar por lo primero: No puede haber prosperidad ni paz y certidumbre, si no comenzamos por el equilibrio macroeconómico. ¡Lo se! A veces nos cansamos de escuchar que el FMI y los economistas nos dicen esto. ¿De que nos sirve el equilibrio fiscal, la estabilidad de precios y un tipo de cambio real competitivo, si no reducimos la pobreza, mejoramos el acceso a la justicia y garantizamos la seguridad y el equilibrio ambiental?

Quienes hacen ese reclamo tienen razón. Durante años hemos escuchado a funcionarios del gobierno y opinólogos, insistir sobre lo mismo. Incluso algunos utilizan el supuesto equilibrio macro como bandera para justificar su gestión gubernamental. ¿Qué hemos ganado con firmar acuerdos con el FMI que implican una regla fiscal y políticas de contención monetaria, así como arreglos cambiarios que muchas veces encarecen las importaciones?

La respuesta en NADA. Seguimos igual de pobres o mas, unos pocos absorben la mayoría de los ingresos y la gran mayoría solo busca huir hacia España o los Estados Unidos, a buscarse una mejor vida. “Tener bién la MACRO no sirve de nada” riposta la gente en las redes sociales y las radioemisoras. Tienen razón.

Pero dejenme decirles que nada se podrá alcanzar en términos de desarrollo si no contamos con un sistema tributario justo y eficiente, un gasto público concentrado en la inversión pública eficaz y pertinente, un manejo responsable de la masa monetaria y un tipo de cambio competitiivo. En pocas palabras, de nada servirán los esfuerzos sectoriales, si no tenemos equilibrio macroeconómico.

Dicho en otros términos, el buen manejo macroeconómico es una condición necesaria, aunque no suficiente para lograr la prosperidad. Las políticas macreoconómicas sanas, son como los buenos cimientos a la hora de construir un edificio. De nada nos servirá poner bonitas paredes, un cielo raso de lujo y un piso de cerámica china, si nuestra casa no tiene la cimentación adecuada.

Tampoco estaremos bien, si ponemos un buen cimiento y nos quedamos solo en eso. Ese ha sido el error de muchos y por eso es que las políticas macreoconómicas tienen tan mala prensa. Hay que hacerlas con sabiduría e inteligencia, pero no deben ser el fin último. Hay que trabajar en lo demás. Por eso es tan importante tener un buen sistema de planificación gubernamental.

Creo que el equipo de gobierno actual tiene capacidad y han demostrado buena intención. Me consta que se trabaja de manera árdua en sanear el sector eléctrico, en solventar el problema de los derivados del petroleo, en apoyar la producción agrícola y en crear una red de desarrollo social o “Red Solidaria” que apoya la lucha contra la pobreza. Todo eso está muy bien, pero no debemos descuidar el equilibrio macroeconómico, sino la casa se nos va a caer al menor movimiento.

Cuarenta y dos meses son un buen tiempo para lograrlo, la presidenta tiene legiitimidad. Es importante entonces, concentrarse en las prioridades y dejar lo que nos diivide como sociedad a un lado. Todavía se puede, no olvidemos el pasado, pero ya es tiempo de dejarlo atrás. ¡Adelante!

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