Crisis migratoria marca también a los voluntarios de Cruz Roja

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Corinto, Frontera con Guatemala.-  El sol comienza a calentar en esta calurosa frontera hondureña con Guatemala, en donde diariamente un equipo de voluntarios de la Cruz Roja y el Centro Internacional de la Cruz Roja, se encarga de dar la bienvenida a los cientos de migrantes hondureños, entre ellos menores con sus familias, que regresan deportados de México mientras intentaban cruzar la frontera que los conduciría a Estados Unidos.

Muy temprano, este equipo de voluntarios comienza a preparar los kits de ayuda solidaria que dará a los emigrantes. Si son menores, el kit contiene agua, suero, un Gerber, toallitas para bañarse, un jugo, un biberón y pañales desechables.

Papel-para-adultosSi son adultos, se les da un rollo de papel higiénico, pasta de dientes, cepillo de dientes, jugo y agua. A las mujeres se les incluye una toalla sanitaria y a los varones una hoja de afeitar.

El centro integral de la Cruz Roja en la frontera con Corinto, es el único que se encuentra en la zona y fue creado desde hace dos años cuando un estudio del Centro Internacional de la Cruz Roja (CICR), detectó el alto número de migrantes deportados que estaban llegando al país y no había ninguna presencia institucional de aliento.

“¡Bienvenidos a casa!”, se oye decir a los voluntarios cuando suben a los autobuses que transportan a los migrantes deportados. Es la primera frase de aliento que escuchan estas personas, agotadas por el cansancio, el largo viaje de 10 horas o más en el autobús procedente de Chiapas, y el desencanto de no haber cumplido su sueño americano.

En el caso del bus que transporta a los menores, los voluntarios de la Cruz Roja solo tienen un tiempo estipulado de 10-15 minutos para entregarles la ayuda solidaria, porque estos no bajan en Corinto, sino que siguen su ruta a San Pedro Sula, en el albergue que ha levantado el gobierno hondureño para ser atendidos.


La otra ruta del migrante

ruta-del-migrantePero los migrantes adultos, en su mayoría jóvenes en las edades de 17 y 28 años, estos tienen que seguir su propia ruta migratoria interna: en bus si tienen algo de dinero o a pie y en aventones si vienen con las bolsas vacías, como es lo más común.

Los que llegan, si así lo desean, entran al centro integral de la Cruz Roja en donde les ofrecen tres minutos de llamada gratis con sus familiares y proporcionan datos generales para levantar un censo.

Yahely Milla, es una de las supervisoras del equipo de este centro integral y relata a Proceso Digital  que el flujo migratorio pasó de 30 personas diarias a 74 y hasta 150 personas por día, especialmente a partir del mes de abril de este año, cuando estalló la crisis migratoria y humanitaria en Estados Unidos al llenar los albergues de menores solos o acompañados que cruzaron la frontera en esa nación del Norte.

Milla tiene nueve años de pertenecer a la Cruz Roja y en los dos años que tiene de estar en forma permanente en la frontera con Corinto, “puedo decirle que he escuchado historias buenas y malas”.

“Esta crisis humanitaria me ha calado hondo. Cuando escuchaba que una persona había sido deportada, yo me preguntaba si era verdad o mentira, pero cuando llegué acá y miro la forma en que vienen, con sus sueños rotos, solo me nace ver cómo puedo ayudarles”, dijo Milla.

Un sanitario que no llega…

“Algunos vienen con caras tristes, como derrotadas, otros vienen alegres porque lograron regresar con vida al país, porque vieron en el camino de la ruta migratoria que otra persona no lo logró, vieron que murió en el camino”, relata tristemente, esta joven de menos de 25 años.

Si hay algo que piden los migrantes retornados al tocar el suelo hondureño en Corinto, es un sanitario, pero eso es una de las pocas cosas que no les puede ofrecer la Cruz Roja.

papel-higienicoPor eso, con el rollo de papel higiénico que se les otorga, buscan donde hacer sus necesidades en los alrededores del centro. Algo tan necesario como un sanitario no puede ser construido ahí por la Cruz Roja porque tienen prohibido construir en terrenos privados, es un mandato internacional, y el gobierno tampoco sabe cómo resolver esta necesidad.

Una misión del CICR se encontraba en Corinto cuando Proceso Digital recogía historias de migrantes. Ellos buscan cómo poder resolver este problema humanitario básico y confían en las promesas gubernamentales de dar una solución. Solo quien está en Corinto y ve los rostros de los migrantes urgidos por un baño sanitario, pueden entender la dimensión de ese problema.

Manejando el dolor


Mauricio Paredes Membreño, es el coordinador del proyecto de la Cruz Roja en Corinto. Junto a Yahely Milla está en la frontera desde hace dos años.

“Somos los únicos actores humanitarios que nos encontramos en la zona, hemos visto el incremento de personas saliendo y retornando. Las historias que aquí encontramos le cambian la vida a cualquiera”, agregó.

“La primera historia que encontré fue cuando restablecimos un contacto familiar y en 10 minutos vio dos caras de la historia. En una, uno de los retornados supo cuando llamó a su casa, que habían matado a un hijo taxista por la violencia. Solo dio la vuelta y me dijo: no tengo nada que hacer aquí, me regreso a la ruta aunque muera en el intento”, cuenta Paredes.

La otra cara

Otro compatriota que al llamar a su familia supo que había nacido su hija y que estaba bien junto a su esposa. Eso lo emocionó mucho y dijo estar feliz de haber retornado.

Pero una de las historias que más conmovió a Paredes fue cuando empezó a ver esa repatriación forzosa de menores, solos o acompañados. Es difícil entender, señala, el por qué esta deportación es tan fuerte.

“Vimos un niño de 23 días de nacido que fue deportado, nos dimos cuenta que nació en la ruta migratoria y su madre optó por entregarse mejor a las autoridades migratorias porque iba a dar a luz. Eso nos impactó y en mi caso solo me puse a pensar en mi hijo de ocho años, no me veo separado de él”, dijo con voz entrecortada Paredes.

La crisis migratoria también les impacta emocionalmente y por eso ellos reciben capacitación adecuada por el CICR y rotan a su personal cada siete días para que se relajen y boten tanta carga emocional que reciben con las historias de vida de los migrantes.

El equipo de la Cruz Roja en Corinto es muy joven, tienen toda la energía y las ganas de ayudar. Ellos han ayudado a menores que regresan enfermos y buscan cómo darles una atención adecuada para disminuir su riesgo de salud.

heroes-anonimosEllos son héroes anónimos que trabajan de lunes a domingo, porque todos los días vienen autobuses con migrantes. En un dato preliminar, las zonas de donde más vienen los migrantes retornados son de Cortés, Francisco Morazán y Comayagua.

La mayoría se va del país por dos motivos: no tienen empleo y huyen de las amenazas de las maras o pandillas, así como del crimen organizado.

El sol comienza a ocultarse y una leve brisa acaricia la frontera, donde a la par que llegan migrantes, otros también se van. Se nota en la ropa ligera que llevan. Cuando cae la noche, la frontera se cierra oficialmente, pero la luz de las estrellas cuando el cielo suele estar despejado les orienta en el camino para cruzar la frontera legal o informalmente por los otros 80 puntos ciegos que se asegura están a pocos kilómetros antes de llegar a Corinto. Especial Proceso Digital
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