Conrado Cruz Bueso (54), vive en las Vegas de Country de Comayagüela, es originario de la central Siguatepeque, casado, tiene cuatro hijos y desde hace décadas trabaja reparando calzado a inmediaciones de la estación de buses de Plaza Miraflores.
Todos los días “Conradini” como le llaman sus clientes y amigos, inicia su faena a las 9:00 de la mañana y culmina a las 8:00 de la noche.
Mientras espera al próximo cliente deja un momento para compartir su experiencia de vida con Proceso Digital e inicia contando que su infancia fue “demasiado grosera” al mencionar que tuvo “mucho sufrimiento, porque no es el destino el que lo dirige a uno sino que es la educación que le dan los padres”, manifestó dejando claro que la falta de escuela determinó el curso de su vida.
Sin escuela, desde leñador …hasta zapatero Y es que Conrado estudió hasta tercer grado de educación primaria, luego dejó las aulas porque sus compañeros le discriminaban debido a su padecimiento de labio leporino que también influyó en su tono de voz. “A mi gustaba el estudio bastante, pero por el concepto de que a veces la naturaleza, por circunstancias que se dan, yo nací enfermo de la boca y eso me acomplejó demasiado, me frustré yo mismo y no seguí en los estudios” reafirmó dejando ver un dolor que aún le afecta. “Como yo dependo de una familia de pocos recursos económicos, entonces me dediqué a vender leña en las pulperías, me ganaba el dinero honestamente”, mencionó. Otras tareas fueron complemento de sus faenas tempranas de trabajo. Así entre halar leña, botar basura y hacer mandados trascurrió su infancia. “Nunca me gusto la picardía” menciona sonriendo y mirando de frente, en una franca actitud de trasparencia que fácilmente despertaría la envidia de muchos funcionarios públicos en Honduras, un país donde los índices de corrupción son deleznables. |
La alegría del trabajo
Con palabras sencillas pero con claridad de lo que anhela, él piensa en las jóvenes generaciones de hondureños. “El sueño de mi vida es que en este país se hiciera mucho, más que todo los gobernantes, que miraran con objetividad al pueblo y pensaran en su futuro, en el mañana de nuestra descendencia”, dijo rememorando su infancia y su fallida escuela. Y es que a pesar de haber logrado sostener a su familia y darles educación a sus hijos por medio de la reparación de calzado, este hondureño lamenta no haber continuado sus estudios. Una de las aficiones de este obrero es el canto y en sus ratos libres, en su pequeño taller, aprovecha el tiempo entonando canciones que los transeúntes disfrutan. Aunque dijo que “muchas veces me deprimo por las situaciones que se están viviendo en estos tiempos, es que vivimos una vida de terror en estos días”, expresó al referirse a la alta ola criminal que abate al país y que lo coloca como el más mortífero del mundo. |
Conrado y su visión de país
Asimismo, se refirió a la escalada de incrementos a los precios de la canasta básica. “Lo están haciendo alocadamente, y lo peor es que hay gente pobre que ni siquiera les ajusta para tomarse un fresco” dijo. En Honduras la pobreza afecta a más de un 70 por ciento de la población según cifras del estatal Instituto Nacional de Estadística (INE). |
Operativos no convencen Este hondureño no quiso pasar por alto su demanda a las autoridades en materia de seguridad. “Respecto a la violencia, se necesita más seguridad y no la misma. A mí no me convencen como están haciendo operativos los ministros, porque para tener seguridad en el pueblo se tiene que poner vigilancia y que sea permanente, en todo el tiempo, no solo cuando hay bulla nada más”, indicó. Al finalizar “Conradini” recalcó que “todos los gobierno dicen cada año que pasa y comienza otro, este año va a ser mejor, pero la verdad de las cosas es que para que sea mejor no solo es de decir que va a ser mejor, sino que ponerse a trabajar como verdaderamente tiene que trabajar un gobierno….”. Así este zapatero hondureño volvió a su mesa de taller, dispuesto a atender a otro cliente, sobreviviendo y dejando una estela de trabajo, honradez y más aún una pragmática visión del país que sueña, más allá de los rimbombantes anuncios, las cámaras y los destellos de las luces que dejan en la ceguera a sus protagonistas cotidianos….. |