Washington, (EEUU) – Hay un virus, también desde China, que se está esparciendo globalmente y no es el corona-virus: es el de la propaganda.
El gobierno comunista chino, que ha dado una buena lección de cómo atajar con medidas drásticas la epidemia provocada por el COVID-19, quiere ahora reescribir la historia de cómo comenzó este.
Y de paso, crear un nuevo orden internacional: China por encima de Estados Unidos y apartando a Rusia.
La ofensiva propagandística comenzó cuando el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Lijian Zhao, dijo, el 12 de marzo, que “podría ser que el Ejército norteamericano trajo la epidemia a Wuhan…..Estados Unidos nos debe una explicación”.
Y haciéndose eco de un informe de una organización canadiense afín a su causa, de que el virus comenzó en un laboratorio norteamericano, el portavoz escribió en un tweet: “Una evidencia más que el virus se originó en Estados Unidos”.
Eso contradice las primeras confirmaciones, en enero pasado, de las mismas autoridades chinas, de que el virus se originó en un mercado de animales exóticos (entre ellos murciélagos) para consumo humano, en la ciudad de Wuhan, en el centro de China.
Pero ese primer brote del virus fue silenciado por las autoridades chinas casi un mes y el primer médico en advertir de ese peligro, en diciembre, el doctor Li Wenliang, de 33 años fue detenido.
Y fue obligado por la policía a retractarse por difundir “falsos rumores”. Luego fue una de las primeras víctimas mortales del virus.
Se le considera el primer mártir chino de la epidemia. Acaba de ser “rehabilitado” y las autoridades locales les han pedido disculpas a sus familiares.
Esta son sus fotos. Vivo y ya muy enfermo por el virus. No olviden esa cara humana de esta epidemia.
El Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, criticó lo que él llamó como “la campaña china de desinformación”, diseñada para “librase de responsabilidades”, sobre la crisis del virus.
Al gobierno chino le ha molestado, y mucho, que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, siga refiriéndose al COVID-19, como un “virus chino”.
La Organización Mundial de Salud (OMS) criticó el uso de expresiones como “virus chino”, utilizada con frecuencia por políticos como Trump.
Por ahora, China está llevando a cabo una política para mejorar su imagen, y con mucho éxito. Aviones de carga procedentes de Pekín están aterrizando en aeropuertos de Italia y España con material sanitario, donado o pagado, especialmente miles de las tan ansiadas mascarillas quirúrgicas.
Le he preguntado a Juan Antonio Sanz, un analista e investigador español experto en el Extremo Oriente y Rusia, qué va a surgir de esta crisis, una vez termine:
“En el curso de la lucha contra esta epidemia, China se ha dado cuenta de que un nuevo orden internacional puede surgir tras el desastre del coronavirus. Un nuevo orden en el que Pekín puede ser contemplado o como el villano que permitió que se expandiera el virus por todo el mundo, o como el país que lo venció y ayudó a los demás a combatirlo”, me dijo Sanz.
Según Sanz, en Europa, al contrario que en Estados Unidos, se está viendo a China ahora como el país que, con su ejemplo y la ayuda que está brindando a Italia o España, ayudó a derrotar al coronavirus
“Es una acción de propaganda, sí, pero de un calado muy profundo que hará a muchos en Occidente replantearse quién es el auténtico amigo, unos Estados Unidos insolidarios dirigidos por un presidente egoísta y xenófobo, o una China que ha sufrido como pocos la plaga y que antes de erradicarla del todo, está ya brindando su ayuda”, afirma Sanz.