Carmelo Gómez: El teatro es una necesidad biológica, como respirar

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El reconocido actor de cine y teatro Carmelo Gómez, de gira actualmente por España con la obra “Las guerras de nuestros antepasados”, una adaptación del libro de Miguel Delibes, define el teatro como “una necesidad biológica” tan necesario para vivir como “lo es el aire para respirar”.

En una entrevista con EFE, coincidiendo con el estreno de la obra en Huelva, Gómez señala que “el teatro siempre se está haciendo. Yo desde que entré en el teatro, que entré antes que al cine, ya oí hablar de la gran crisis del teatro y si entonces, que era una gloria, era esa España de la Democracia que se estaba construyendo, de la movida, del despertar de la dictadura, el resurgir, pues imagina qué puede ser en este momento, la supercrisis”.

Sin embargo, considera que el teatro “tiene ese poder que no tiene el audiovisual que es que se fagocita con la crisis, el teatro como es tan necesario para vivir, queramos o no queramos es como el aire para respirar, tiene que estar ahí y no va a desaparecer”.

En su opinión, “puede haber las crisis que sean, fundamentalmente, institucionales” desde donde cree que hay “un gran enemigo para el teatro, porque detrás de las instituciones y de los recortes y más recortes y cada vez te pago menos y peores condiciones… va la privada que, evidentemente, no va a mantener el nivel que había, por lo que todo va siendo cada vez más degradante” pero “de repente surge una necesidad o una función como esta y se sale de la crisis ella sola”.

Los mandatos

Una función, ‘Las guerras de nuestros antepasados” que lo hace estar “en un momento dulce de mi relación con el teatro porque estoy encontrando cosas muy bonitas con ella, a nivel personal también”, afirma Carmelo Gómez.

Es una adaptación de la novela de Miguel Delibes que “hemos ido conformando poco a poco hasta dar con lo que realmente es, porque en principio se vende y siempre se habla de ella a todos los niveles como un alegato por la paz y es verdad que la novela hace mucho más hincapié en eso, pero hay una parte de esa historia que va también de las herencias que se reciben generación tras generación, mandatos que tenemos dados por nivel social o cultural que nos conforman de una manera que nosotros quizás no somos”.

Precisamente, Pacífico Pérez, el papel que Gómez interpreta representa como esa “la lucha del contra esos mandatos para ser absolutamente libre y tomar sus decisiones te puede llevar a situaciones inesperadas; Pacífico es una dicotomía terrible entre lo que está bien a nivel social, lo que él realmente siente como bueno y el mandato familiar, que es muy fuerte y que el siente que es una atrocidad, pero que sin embargo, es indiscutible”.

Esa lucha es, según él lo entiende, la parte más interesante del proyecto y del trayecto que hacen con esta función de Delibes en esta adaptación “tan especial” de Eduardo Galán, un adaptador que nos ha dado permiso y hemos podido trabajar con él durante los ensayos para ir encontrando esas vertientes nuevas de la función”.

Buena respuesta del público

Y también se ha rescatado “a lo grande” el valor del corifeo que representa el Doctor Burgueño, encarnado por el actor Miguel Hermoso: “Entendemos que el teatro necesita esta figura, es la que explica al público lo que va a pasar y por qué lo que está pasando pasa como pasa, lo guía pero sin ser un inductor del pensamiento”, resalta Carmelo Gómez.

“La conjunción entre el relato de pacifico y el Doctor Burgueño es clave para poder entender esta historia con sólo dos personajes pese a ser una obra de 25, todos ellos relatados a través de pequeños cuentos que se abren como un desplegable, porque cada uno de ellos están relacionados con los demás porque todos ocurren en el mismo entorno pero que podrían tener vida propia”, explica.

La obra, dirigida por Claudio Tolcachir, se estrenó hace ahora un año en Avilés, y hasta ahora la respuesta del público en general ha sido “muy buena, estamos muy contentos, porque yo soy muy exigente con el público al igual que el público lo es conmigo, que no me perdonan una y hacen bien”.

“Hasta ahora lo que he visto es un público receptivo que tiene ganas de ir al teatro para ver teatro y no para pasar el rato, y cuando eso es así realmente hay una comunión entre el silencio del público y también, de alguna manera, del silencio del autor que, a través de nuestra voz, está tratando de contarnos muchas cosas que están detrás de las palabras”.

Algo que Carmelo Gómez entiende que es “lo que realmente tiene sentido en este oficio”, es decir, la calidad de un público que sabe a lo que va y lo que va a ver.

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