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Caos

Por: Luis Cosenza Jiménez

Me parece que no es una exageración decir que aparentemente nuestro país se encamina al caos.

Los maestros y médicos están en huelga e impulsan un paro nacional para este jueves 30 y viernes 31, el Congreso no ha podido sesionar debido a la animadversión entre algunos de los diputados que llegaron al extremo de protagonizar una trifulca en la última sesión, los empleados del Instituto Penitenciario amenazan con paros, al igual que los empleados de HONDUTEL, las instalaciones de la Universidad de Agricultura fueron tomadas por los alumnos, al igual que algunos edificios de la UNAH. En general, doquiera que uno vea se perfila un conflicto. Todo esto ahuyenta la inversión, reducirá la tasa de crecimiento económico y la generación de empleo. Para colmo de males, en el entorno internacional los bajos precios del café conspiran contra el bienestar de un numeroso grupo de compatriotas. De no ser por las remesas de nuestros compatriotas en Estados Unidos y España, la situación macroeconómica sería insostenible. ¿Qué nos está pasando? Veamos en más detalle la situación para ver si logramos entenderla.

A mi juicio, perdimos el camino cuando se permitió la cuestionada reelección del Presidente. Nuestra institucionalidad se debilitó gravemente y el régimen perdió legitimidad. La debilidad de esta Administración se palpa y percibe fácilmente. Consecuentemente, muchos grupos han decidido retar al gobierno, seguros de que triunfarán en su batalla contra lo que perciben como un régimen debilitado. Enarbolan banderas que, como la privatización, suponen son populares, aunque lo que realmente buscan es avanzar en sus “conquistas” a expensas de los pobres del país. Pregúntese sino, estimada lectora, ¿a quienes afecta más los paros en salud y educación?   ¿A quién afectará más la reducción en la generación de empleo? Plantean su lucha como una batalla por defender la educación y salud pública, aunque lo que hemos tenido en ambos sectores ha sido un pésimo desempeño. Aumentamos considerablemente los salarios de los maestros y de los médicos y trabajadores de la salud sin que eso se refleje en absoluto en la calidad de los servicios prestados. Priorizamos los aumentos salariales y colocamos en segundo lugar la dotación de medicinas a los hospitales y el mejoramiento de las instalaciones físicas de nuestras escuelas y de la dotación de textos y materiales pedagógicos. Los protestantes condenan el crecimiento en el presupuesto para seguridad y defensa, a expensas de los presupuestos de salud y educación. Sin embargo, si se ven las cifras, como porcentaje del Presupuesto de la Nación, a partir del 2010 en efecto el porcentaje asignado a Educación ha caído del 18 al 11%, y el de Salud de 8 a 5%. No obstante, la asignación para Seguridad se ha mantenido estable en alrededor del 2.5%, mientras que Defensa pasó del 2 al 3%. El verdadero incremento se dio en el servicio de la deuda, que pasó del 6% al 15%, como consecuencia del acelerado endeudamiento habido en las últimas Administraciones. En efecto, la caída de la participación porcentual de Educación y Salud equivale, casi exactamente, al incremento porcentual habido en el servicio de la deuda.

Por otro lado, la corrupción y la irresponsabilidad de la clase política también han minado la confianza en nuestras instituciones, al grado que algunos de los protestantes sienten que este es el momento propicio para luchar contra nuestra forma de gobierno. Ya no se trata de solo enfrentar al gobierno, sino de cambiar nuestra forma de gobierno. Nuevamente para colmo de males, el Congreso se ha dedicado a echar gasolina al fuego. Vea sino el recién aprobado Código Penal, rechazado por una amplia mayoría que lo ve como un medio para fomentar la impunidad de la corrupción y el crimen organizado. Pareciera que la clase política se hubiera confabulado con los enemigos del sistema para propiciar su destrucción.

Es difícil predecir cómo terminará este pulso político. Lo veremos más claramente al finalizar esta semana. Ojalá que impere la razón y la prudencia y podamos evitar la violencia. Como el estimado lector habrá anticipado, si la presión de los gremios termina aumentando sus “conquistas” es posible que se perjudique la salud macroeconómica, lo cual daría al trasto con el programa convenido con el equipo técnico del FMI. Por ahora, es razonable suponer que el programa no será presentado al Directorio del Fondo en tanto no se sepa cómo terminará el enfrentamiento. Por supuesto, si fracasa el programa debido al incremento en el gasto público, o si se da marcha atrás con algunas de las medidas tomadas para reducir pasivos contingentes, como el caso del INPREMA, por ejemplo, nuestra situación se agravará aún más. En ese caso, terminaremos aumentando, una vez más, nuestros impuestos para poder financiar el gasto adicional. Lástima. Y todo se debe a la percepción que priva en cuanto a la ilegitimidad del gobierno y a la ceguera de la clase política. No todo está perdido, aunque el panorama no es alentador. Roguemos a Dios que ilumine a quienes nos han conducido a esta crisis y que al final impere la solidaridad con los más pobres de nuestro país. 

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