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Banadesa

Por: Luis Cosenza Jiménez

Recientemente, y por enésima vez, se ha discutido sobre el futuro de BANADESA. ¿Debe cerrarse el banco, o por el contrario debe fortalecerse para que pueda condonar, reestructurar y proporcionar créditos frescos a los productores del campo? Como la amable lectora seguramente recordará, ya en varias otras instancias BANADESA ha condonado préstamos, ha reestructurado créditos y ha provisto fondos frescos a los productores.  

Nada de esto, por supuesto, ha tenido un efecto productivo y definitivo en la producción agropecuaria. Seguimos siendo deficientes en la producción de alimentos, y los recursos aportados por BANADESA, con las honrosas excepciones del caso, han tan solo servido para mejorar viviendas y para comprar autos nuevos. A pesar de los reiterados fracasos de tales políticas, los beneficiarios de ellas no se ruborizan al solicitar más de lo mismo, lo cual, lógicamente, resultará en más de lo mismo, es decir, en otro fracaso. Albert Einstein decía que una señal de demencia era el hacer lo mismo, esperando resultados diferentes. En realidad, en tanto no cambiemos nuestro enfoque para el desarrollo agropecuario, poco, o nada, cambiará y seguiremos de fracaso en fracaso. Permítanme proponer un enfoque diferente.

El amable lector probablemente compartirá la tesis que sostiene que sin riego las actividades agropecuarias son una ruleta, en la cual el productor lleva las de perder. Ningún banco que se precie de ser serio querrá financiar un proyecto agropecuario que no cuente con riego. Es decir, ningún banco que no sea manejado políticamente, como sucede con BANADESA y como está a punto de suceder con BANHPROVI. La primera tarea de los gobiernos debería ser fomentar, y de ser necesario, emprender proyectos de regadío de tal forma que se elimine, o al menos se reduzca sustancialmente, el riesgo de perder el producto del trabajo del productor. Hecho esto, la banca comercial financiará los proyectos que sean rentables para los productores. Por supuesto que también se requerirá que los productores demuestren que han sido responsables en el manejo del crédito que hubieran recibido en el pasado. Aquellos que han hecho fiesta con los recursos provistos por BANADESA y que han demostrado reiteradamente su irresponsabilidad en el incumplimiento de sus obligaciones, deben buscar otra actividad a la cual dedicarse.

Además de riego es necesario que los productores cuenten con caminos de acceso en buen estado para llevar su producción al mercado. Esta es también responsabilidad de los gobiernos. Con riego, y con caminos en buen estado, los productores estarán en condiciones de lograr financiamiento de la banca comercial y de competir en el mercado.

La tercera condición es la disponibilidad de seguros para la producción agropecuaria. Aún con riego y con buenos caminos de acceso, es posible tener problemas en la producción, debido, por ejemplo, a una plaga o enfermedad. No obstante, si el productor cuenta con riego y con caminos de acceso en buen estado, y si además ha sido responsable en el manejo del crédito, podrá obtener un seguro agropecuario a un precio razonable.

Estos tres elementos deberían constituir la base de una nueva política agropecuaria, la cual también debería tener como meta la desaparición de los créditos que por razones políticas otorga BANADESA. La culminación exitosa de esta política debería incluir el cierre de BANADESA porque simple y llanamente no se necesita. El financiamiento para el sector provendría de la banca comercial y se daría a productores que cuenten con riego, infraestructura, seguros y un historial crediticio que demuestre su responsabilidad. Si no procedemos de esta manera, periódicamente estaremos debatiendo sobre el futuro de BANADESA y sobre la condonación y reestructuración de los créditos otorgados.

Bien haríamos en analizar por qué otras actividades agropecuarias funcionan bien sin la “ayuda”, o más bien, sin la interferencia de los gobiernos. La actividad agropecuaria de exportación merece especial mención. El café, el cacao, los melones, los camarones y la tilapia son algunos productos que debemos estudiar. Igualmente interesante son los casos de los porcicultores y los avicultores, quienes parecen manejarse muy bien sin el “apoyo” de los gobiernos. Acepto que en algunos casos, como el del café, los gobiernos intervienen y causan problemas con las retenciones que imponen sobre los productores. Sin embargo, en estos casos resulta evidente que cuando los gobiernos intervienen típicamente es para causar problemas o distorsiones. Los gobiernos deben dedicarse fundamentalmente a proveer la infraestructura y a promover la creación de seguros para la actividad agropecuaria. El resto deberían dejarlo en manos de los productores responsables y de la banca comercial.

Seguramente que el tema de BANADESA se “resolverá” recurriendo a las medidas que reiteradamente han fracasado. Eso es lo que la politiquería barata demanda. Es una lástima que no se tome seriamente el problema y se aproveche para marcar un nuevo derrotero. Todo esto confirma que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

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