Actualizando la migración II: El fenómeno de tres dictaduras

Ricardo Puerta

Tegucigalpa. – No nos perdamos en detalles. A nivel continental la migración se define por palabras muy realistas: se trata de “un gigantesco movimiento de personas, un tsunami”, que sabemos todos dónde y cómo se origina, sin que todavía nadie sepa cómo reducirlo, y menos evitarlo o erradicarlo del todo. En particular, “la migración se explica como un fenómeno social, algo que atrae de un país extranjero y algo que te saca del tuyo, por razones de expulsión y atracción, en proporciones mayúsculas, nunca vista, Push and pull factors, tal como le dicen los científicos sociales en inglés.

Millones están siendo expulsados de sus países de origen. El fin de la pandemia dejó muy golpeada la economía y sociedad de los Estados Unidos y las de los países receptores de migrantes. De consuelo, en el continente americano reconocemos que los Estados Unidos ha sido el país que más rápido se ha recuperado de la pandemia sufrida. Y ello explica, en parte, que todavía el flujo de los migrantes hasta hoy se mantenga, incluso creciendo, de sur-norte.

Tres dictaduras: Nicaragua, Cuba y Venezuela

Analicemos las migraciones con destino a EUA y procedentes de tres dictaduras –Nicaragua, Cuba y Venezuela. Naciones que siguen generando un éxodo masivo a los Estados Unidos, país, y que, a pesar de sus problemas y limitaciones internas, todavía los sigue siendo para ellos el destino de mayor atracción por las masivas migraciones ya existentes y las que se les siguen sumando. En base a sus libertades civiles, democracia, oportunidades de vida, empleo e inversión, en comparación, siempre se mantiene adelante– contrastando con las reducidas alternativas que ofrecen los países expulsores de migrantes, medidos por los mismos indicadores socioeconómicos mencionados.

 Sobre Nicaragua, sus nacionales prefieren emigrar a Costa Rica, por cercanía, estabilidad y tener una democracia estable y multipartidista. Costa Rica se destaca por tener un Estado de derecho, sin ejército. Y por las diásporas históricas que fueron creadas en el pasado y se asentaron hasta hoy con éxito y satisfacción.   

La migración de Nicaragua a Costa Rica tiene precedentes. De hecho, en los últimos cincuenta años, hay seis ciclos migratorios que han marcado las llegadas de nicaragüenses a la tierra costarricense. El último ciclo empezó en 2018 con una crisis política que aún sigue vigente en Nicaragua. Los datos muestran que la migración creció en 100,000 personas entre 2017 y 2021. Respecto a los países de origen de las personas migrantes hoy en el país, se reporta que el 74,6% nació en Nicaragua, 287.766 personas.

Sobre los migrantes de Cuba hacia los Estados Unidos, “por décadas, los inmigrantes cubanos han disfrutado de un estatus preferencial, único en la legislación de inmigración de EE.UU., a diferencia de cualquier otro grupo de inmigrantes. Este estatus especial proviene del legado de la Guerra Fría y la ubicación geográfica estratégica de la isla comunista en el Caribe. Quienes salían de Cuba, solían tener derecho a una vía directa y rápida hacia la residencia legal permanente en Estados Unidos en virtud de la Ley de Ajuste Cubano de 1966. Este estatus único se redujo en los últimos años a medida que las políticas evolucionaron, incluyendo los cambios de 2017 en el proceso de «pies secos, pies mojados». En la actualidad, los cubanos reciben un trato similar al de los inmigrantes de otras partes del mundo, y aún se benefician de algunos programas de estatus favorable que, en ciertos casos son selectos, porque solo se conceden a un grupo específico de nacionalidades”.

Sobre la emigración de los venezolanos hacia el extranjero en años recientes, no existe nada parecido en su historia y en la experiencia migratoria mundial. Lo sucedido se le considera el desplazamiento de personas vulnerables más numeroso y rápido del mundo, tras la crisis siria, que tampoco tiene precedentes en la historia de la región. Según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), desde 2016 y hasta noviembre de 2019 han abandonado Venezuela 4,6 millones de personas, y el 80% de ellos se han ubicado en otros países latinoamericanos; Colombia, Ecuador, Perú y Chile son sus principales receptores. 

«Balseros del aire» es una expresión que se popularizó hace un par de décadas para describir a los venezolanos que emigraban a los Estados Unidos, luego de que Hugo Chávez asumiera el poder en 1999Esa frase aún no describe la forma cómo los venezolanos entran a EE.UU., que últimamente se parece más a la de los llamados «espaldas mojadas», un término acuñado en la década de 1920 -y que se usaba con frecuencia de forma despectiva- para referirse a quienes cruzaban a nado el río Bravo desde México. 

En agosto del 2020 el número de venezolanos que intentaron cruzar la frontera de México hacia Estados Unidos fue mayor que el de guatemaltecos y hondureños. Solamente superados por mexicanos que realizaron más cruces. En agosto 2020 la patrulla fronteriza registró 25.349 encuentros con venezolanos. Esa cifra cuadruplica los 6,301 eventos de este tipo registrados en agosto de 2021.

Pero quizá el dato que muestra con más claridad cómo han cambiado todo en los últimos dos años (período 2020-2022) es el siguiente: entre los años fiscales 2014 y 2019 el promedio mensual de encuentros únicos con venezolanos era de 127. En total, entre el año fiscal 2021 y el año fiscal 2022 –que culminó el 30 de septiembre– los encuentros con venezolanos en la frontera aumentaron en 293%, según el DHS, por sus siglas en inglés, que en español quiere decir “Departamento de Seguridad Nacional”. Ante esta situación, el gobierno del presidente Joe Biden anunció el 12 de octubre 2022 una nueva política que impide la expulsión hacia México de todos los venezolanos que ingresen a EE.UU., sin autorización a través de la frontera, pero que al mismo tiempo permitirá acoger en ese país –con permiso humanitario– a unos 24.000 venezolanos que cumplan con una serie de requisitos.

A lo ya comentado habría que sumarle los migrantes provenientes de naciones con tanta violencia, como Ecuador y México. En cada uno de esos países los carteles de las drogas, del crimen organizado y de los grupos paramilitares controlan extensos territorios y gran parte de la institucionalidad operativa, incluyendo la que por mandato de ley y funcionalidad es preventiva. Los nacionales emigrados de esos países prefieren irse de su país de origen hacia los Estados Unidos u otros países parecidos, aun cuando sus presidentes, clase política y propaganda oficial afirmen lo contrario.

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