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En la cocina de papá

Chasty Fernández

Hoy te contaré una historia sobre la cocina de Papá donde la magia de la comida se convierte en un cuento lleno de sabor y alegría.

En una pequeña casa adornada de amor, tranquilidad y risas, un padre que tiene un don muy especial: el arte de cocinar. Cada vez que se acerca la hora de la comida, se pone su delantal, se arremanga las mangas y comienza a moverse por la cocina con una energía que, aunque parece silenciosa, habla del amor y la dedicación.

No es un chef profesional, pero en su cocina todo sabe mejor. Cada plato que prepara lo hace con el corazón, esfuerzo, tiempo, dedicación y, sobre todo, el amor que pone en cada paso.

En casa los Domingos se duerme todo lo que se quiere. Una casa llena de armonía y aromas, donde el Sol entra por las ventanas y el olor a café recién hecho se esparce por cada rincón. Papá es un hombre especial, muy trabajador. Hombre con manos mágicas porque a todo le encuentra solución y en la cocina es un verdadero héroe del arte culinario. 

Cada Domingo despertamos con el sonido de la cocina, el picar de la cebolla y el chile verde, el moler de los frijoles, un sonido que anuncia el comienzo de un nuevo día lleno de energía y nuevos retos para poder enfrentar la semana que se aproxima. Con su delantal de cocina y su esmero, se pone manos a la obra para preparar el desayuno.

«¡Hoy vamos a comer huevos con salchicha, frijoles refritos, cuajada y tortillas!» exclamó papá con entusiasmo.

Inmediatamente nos levantamos de las camas y nos dirigimos con mucha curiosidad a ver a qué arte le está dando vida. Mientras él, rompe los huevos con cuidado, los bate con maestría y los vierte en el sartén caliente. Con su mano experta, espolvorea sal y especias a los frijoles, añadiendo un toque mágico. El aroma de los frijoles refritos se mezcla en el aire, creando una sinfonía de sabores que hace agua a la boca.

Finalmente, los frijoles refritos salen de la sartén. Ahora viene lo mejor, disfrutar de ese gran banquete acompañado de un pan dulce con café y una larga conversación de todo lo que nos ha sucedido durante la semana.

Todos disfrutando de cada bocado y de la compañía del otro.

Y así, cada Domingo en la cocina de papá es una aventura, una lección de vida y un cuento lleno de sabor. Hemos aprendido a amar la comida, a valorar los ingredientes y a compartir ese momento en donde nos desconectamos de aquellos días cansados y fríos.

Porque en la cocina de papá, no solo se cocina, sino que también se crea un mundo de sanación, reflexión y cariño.

¡Gracias Papá por esos frijoles refritos!

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