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Gustave Caillebotte, fragmentos decimonónicos de un burgués en París

París – «La pintura es un fragmento de realidad que va más allá de lo retratado», consideraba Gustave Caillebotte (1848-1894), una de las figuras menos conocidas pero más originales del movimiento impresionista al que el Museo de Orsay de París dedica una gran exposición desde este martes hasta el 19 de enero de 2025.

Las 140 obras que se exponen en la pinacoteca especializada en el siglo XIX condensan el genio de un artista, del que se cumplen los 130 años de su nacimiento, que sabía captar desde la ociosidad de la clase burguesa a la que pertenecía (‘Balcon’, 1880), hasta el vigor de los obreros (‘Raboteurs de parquets’, 1875).

La mirada de Caillebotte es genuina y lo demuestra captando al hombre de su tiempo. Lo retrata no solo remando en el Sena (‘Canotiers’, 1877) o jugando a las cartas, sino desnudo aseándose, como en ‘Homme au bain’ (1884), en una perspectiva, de espaldas, que rompe con los cánones establecidos.

Fallecido por un accidente cerebral a los 45 años y sin descendencia, el pintor nos brinda además una visión audaz del París de finales del XIX, el mismo que vibraba con su expansión ‘haussmanianna’ hacia el oeste y que construía su gran símbolo, la torre Eiffel.

‘Boulevard vu en haut’ (1880) es el paradigma. Se trata de una vista de pájaro desde una terraza hacia un banco del boulevard Haussmann. Este ángulo, que en la pintura no se había visto hasta entonces, influiría a otros artistas y fotógrafos del siglo XX.

Caillebotte pudo consagrarse a la pintura gracias al medio privilegiado del que provenía. Su padre se enriqueció como proveedor de tejidos al Ejército de Napoleón III y, posteriormente, en el sector inmobiliario al calor de la expansión de París del barón Haussmann.

Cercano a Edgar Degas, Claude Monet y Pierre Auguste Renoir, el pintor se destacó por alejarse en sus obras de los estándares de virilidad de entonces. En ‘Soldat’ (1881) capta a un combatiente desarmado y circunspecto.

Su círculo de amigos, la mayoría también solteros y que vivían de las rentas, como él, fue una fuente de inspiración pictórica, pero no la única.

Su familia más próxima -retrata a hermanos y madre, pero, curiosamente, no a su padre- y hombres de la clase obrera también lo fueron. En algunas obras, osó unir burguesía y proletariado, como el enigmático lienzo ‘Le Pont d’Europe’ (1877).

Las mujeres, aunque de manera menos recurrente, también son un tema de Caillebotte. Y en algunos casos las representa de manera inopinada como en ‘Intérieur’ (1880). En él, invierte el papel hombre-mujer, con ella leyendo el periódico y él tumbado en el sofá, con cierto aire soñador, leyendo una novela. EFE

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