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Honduras desde la mirada del experto en demografía, el académico Manuel Flores

Ricardo Puerta

Tegucigalpa. – Manuel Antonio Flores Fonseca nació en marzo de 1961 en Tegucigalpa, Honduras. Cursó estudios en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH): Doctorado en Ciencias Sociales con orientación en Gestión del Desarrollo, Maestría en Población y Desarrollo y Licenciatura en Administración de Empresas.
Cursó de Postgrado en Dinámica de la Población, Programas y Políticas de Desarrollo en el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) en Santiago de Chile.

Flores trabaja en la UNAH desde septiembre de 1982. Es profesor titular II, Coordinador académico de la Maestría en Metodologías de Investigación Económica y Social (MIES) y profesor en el Departamento de Administración de Empresas de la UNAH. Miembro del Comité Científico de la Revista Economía y Administración de la FCEAC de la UNAH.

Es uno de los demógrafos con más publicaciones en Honduras (92 hasta Julio, 2024). Lo monitorea ACADEMIA.Edu, donde lo clasifican con rango de “autor destacado”, en el  5% superior.  La Academia.Edu es una red social gratuita que tiene como objetivo conectar científicos, ofrecerles una plataforma para compartir sus trabajos de investigación y facilitarles el seguimiento de los artículos que son relevantes para sus campos de estudio relacionados con la   Sociología, Ciencias Sociales, Migración Internacional, Migración Internacional de los hondureños, Sostenibilidad Ambiental y Desarrollo.

Hoy comparto con ustedes una entrevista de 10 preguntas que le hice a mediados del mes de Julio del presente año y ésta es su visión de los hechos consultados:

P./ Eres el demógrafo que más investiga y publica sobre los hondureños, tanto sobre “los de aquí, como los de allá”, la pregunta es: ¿cuáles son los temas y subtemas que has investigado más en relación con los hondureños? 

R./ Más que demógrafo podría catalogarme como un estudioso de la población hondureña porque lo que estudié fue población a nivel de posgrado, y después, Estudios de Doctorado en Ciencias Sociales.

Considero que he incursionado en varios temas fundamentales:   hogares y familias como unidad de análisis, transición demográfica, diagnósticos sociodemográficos, juventud, grupos étnicos, educación superior y migraciones internas e internacionales. En éste último me he adentrado más en los últimos años, y por eso se ha convertido en el campo que más he estudiado.

Al llegar el nuevo siglo XXI ausculté algunos datos de migración e incluso abogué ante mis superiores para que se agregara una pregunta en el Censo de Población de Honduras del 2001 sobre emigración internacional, fenómeno que transcurría como viento en popa, y sólo contadas ONG e instituciones nacionales con más orientación hacia afuera, le dedicaban un interés y tiempos especiales.

En el 2006 trabajé con la Red de Desarrollo Sostenible (RDS), estudiando el “Impacto de la Migración en la Economía Local de Olancho”. Ese estudio me concientizó sobre el significado y magnitud del fenómeno migratorio en esa zona…. y en el país en general. En ese momento, sólo en la academia había esfuerzos de estudio, diría “esporádicos”; a decir verdad, muy pocos, por lo que decidí estudiarlo como una permanente iniciativa personal y con más énfasis institucional. 

P./ ¿Sobre qué has publicado menos y te hubiera gustado publicar más en relación con los hondureños? ¿Por qué?

R./ Creo que el país necesita diversificar su agenda de investigación y estudios de campo. Se produce mucha información estadística (datos) que después se analiza muy poco con fines investigativos de valor científico. Algunos temas los he relegado porque están más relacionados a otras tareas académicas. Por ejemplo, el tema de la demografía de las empresas, educación superior, y hogares y familias necesitan ser más retomados por los investigadores. En concreto, hay 3 temas que me gustaría de inmediato trabajar más para publicar:

 1)  La contribución de los migrantes hondureños en los países de origen y en sus respectivas diásporas de destino;

2) Cambios en las causas de migración de los hondureños, en las familias y en las jefaturas femeninas;

3) Cambios demográficos en la educación superior, juventudes, etc.

En esos 3 temas considero que tenemos un conocimiento muy escaso, en particular sobre las tendencias, características,  y más que todo, en las explicaciones –causas e impacto– de tales fenómenos.

P./ En tu formación personal, ¿cómo llegaste a ser un demógrafo?

R./ Tengo estudios de administración de empresas y he trabajado como Asistente de Investigación en la Universidad Nacional, donde tuve la oportunidad de participar en el Curso Nacional de Población, que se impartió en Tegucigalpa en 1987 por el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE). Ahí descubrí mi gusto y pasión por ese campo de estudio y profesión.

En 1988 la ONU creó el “Proyecto de Capacitación e Investigación en Población y Desarrollo en la UNAH” y fui enviado para participar en el Curso de Dinámica de la Población en CELADE, a Santiago de Chile.

Al regresar tuve la oportunidad de trabajar con expertos nacionales e internacionales en la recién creada Unidad de Docencia e Investigación en Población (UDIP) en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNAH, que impartió la Especialidad y la Maestría en Población y Desarrollo (1989-1993).  Considero que la UDIP como institución fue mi buena escuela de formación, aprendizaje y de investigación en el trabajo de campo.

Después, esas labores académicas en investigación demográfica las utilice en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) y en la docencia en otros programas; en especial, en las carreras de Administración de Empresas, Sociología, Maestría en Demografía Social, Demografía y Desarrollo, que había entre las opciones de carreras de la UNAH.

En relación con los procesos de formación académica universitaria creo que además de obtener conocimiento, lo que hacemos los universitarios “es aprender a aprender”. De hecho, uno va adquiriendo por sí mismo mediante conocimientos auto aprendidos. Y en el caso mío, creo que ésa ha sido la tónica de mi aprendizaje y aplicación personal a mis temas de investigación.

P./ De todos los trabajos que has publicado… ¿cuál te ha sido el más complicado o de difícil culminación? ¿Por qué?

R./ De entrada te digo que cada trabajo de investigación requiere hacerle una aproximación exploratoria. Para eso, hay que hacer búsquedas exhaustivas de bibliografías, fuentes de datos, enfoques, teorías, procedimientos, metodologías, procesos, dinámicas y técnicas de muestreo, obtención de datos, análisis y publicación. Todo esto permite acercarnos, indagar y definir el fenómeno estudiado en términos de qué es, sus causas y efectos o impacto. Después viene la decisión de seguir el estudio, especialmente por tener el acceso a datos e informaciones. Incluso, algunos los he dejado de hacer por uno o varios de esos motivos.

En balance considero que todo trabajo de investigación, por sencillo que sea, siempre exige muchas horas de búsquedas, recopilación, tratamiento de datos, lecturas y análisis para desempeñarme de acuerdo con el formato de publicación, que lo decide el medio donde se validará y divulgará el estudio.

P./ De los ensayos publicados en revistas profesionales de tu especialización, ¿cuál ha sido con el que has logrado más reconocimiento profesional? ¿Por qué?

R./ Los trabajos realizados nos dejan siempre un legado de pertinencia. Es decir, permiten arrojar luces para llegar y ampliar el conocimiento y la solución de problemas. En otras palabras: la investigación teórica y cualitativa, como próximo paso, te lleva a la investigación cuantitativa,  que permite hacer inferencias sobre la población si hay una selección aleatoria de grupos o unidades estudiadas; y en especial, sobre la problemática que existe, sus causas, efectos y posibles soluciones.

Algunos de esos trabajos científicos han sido los que he publicado en revistas nacionales,  especializadas en campos como Economía y Administración, Argonautas y Caminantes, Población y Desarrollo,  y de Ciencias Sociales;  y además,  medios internacionales como son la Revista de Notas de Población del CELADE, CEPAL, y también el libro de  Hitos Demográficos del siglo XXI, sobre Migración Internacional, y sin duda,  las actas de los congresos latinoamericanos de población y en otras revistas de ciencias sociales.

Los consejos que daría a quienes se están especializando en población o demografía es que aprendan a manejar los métodos que más se usan en los estudios profesionales de las poblaciones, si es que su interés es la docencia y la investigación. Hay que seguir capacitándose y autoformándose para estar al día en la docencia; y más que todo, en investigación, y así poder producir resultados divulgados a través de informes, ensayos, y más que todo, en artículos científicos en revistas u otros medios de comunicación.

Todos estos procesos exigen dedicación y sobretodo pasión por el campo de estudio, que, manejados estratégicamente, pueden volverse una distinción de vida, en cada uno de nosotros, profesionales en nuestro campo de especialización.

P./ ¿Cómo mides el éxito profesional de un demógrafo hondureño en la coyuntura y era en que nos encontramos?

P./ En mi caso, como hondureño, el éxito profesional lo mido por la contribución que hago al conocimiento de la realidad de la población hondureña y a la solución de sus carencias, limitaciones y problemas. Al efecto, hemos realizado trabajos que, aunque inicialmente parecían sencillos, en balance y como legado después contribuyeron a conocer niveles, tendencias y características de algunas variables demográficas, relacionadas con otras variables, estudios de grupos poblacionales y diagnósticos, al empezar, antes desconocidos. Todo con el fin de estudiar, divulgar información y conocimiento que ayuden a conocer, profundizar y ampliar los aspectos o fenómenos, que contribuyan y permitan, hacer decisiones por el sector público y privado,  con más legitimidad y menos incertidumbre.

En eso, nos hemos pasado décadas desde que en nuestro medio aparecieron las computadoras y los softwares. Que una vez introducidas, fueron perfeccionándose hasta convertirse en instrumentos hoy imprescindibles en la docencia y en la investigación. Todo esto significó no sólo un medio para tener acceso a las nuevas tecnologías sino resiliencias en su doble sentido: capacidad para sobreponernos a momentos críticos,  y además, para adaptarnos y luego experimentar en una situación inusual e inesperada. Eso también nos permite volver a la normalidad. A manera de aclaración, “Resiliencia” es un término que se deriva del verbo en latín resilio, resilire, que significa «saltar hacia atrás, rebotar”. En resumen, tener la habilidad de permanecer en el cambio tecnológico, elevando al mismo tiempo la productividad como persona y como profesional.

P./ Si tu destacaras algo sobre la demografía del hondureño, ¿qué sería lo que no puedes obviar?

R./ Cada pueblo o conjunto de grupos, es decir, como hondureños, tenemos particularidades sociales, económicas y culturales. Desde la demografía sólo tocamos algunas de ellas, como son las características de ser un pueblo con una población no tan pequeña, con una estructura joven de edad, aún en crecimiento y a menor velocidad en el tiempo, pero eso seguirá en aumento, con una alta ruralidad. Aunque ahora, con características también urbanas, debido, en gran parte, a la tecnología digital dominante en información y comunicación.

En tal contexto, aprovecho para agregar indicadores que se vuelven relevantes: como la alta fecundidad (hijos por mujer), fecundidad adolescente, mortalidad materna y la infantil. Con diversidad étnica, hogares incompletos con una alta proporción de jefatura femenina, muchas uniones casuales o conyugales, más que legal, otro es el nulo o poco acceso y la baja calidad de los servicios de salud disponibles e insuficientes. También niveles bajos en formación propia en función a los tiempos en que vivimos. De hecho, en la población en general predomina un bajo promedio de escolaridad (7.8 años). Problemas de inserción laboral (poca inserción de jóvenes, desempleo, pero más que todo un elevado subempleo). Exagerado número de Ni-Nis (jóvenes con dificultad de pasar de la escuela al trabajo que no estudian ni trabajan), poblaciones con problemas de acceso a agua potable y deficientes servicios de salud preventiva y curativa (eliminación de excretas, entre otros).

Habría que agregar, que la tendencia migratoria internacional de ser Honduras un país de inmigrante hasta los años noventa del siglo pasado, pasó a ser un país de emigrados, lo que ha significado en el lado negativo una aparente sangría de población al exterior, especialmente EEUU. y España.

La pobreza y las desigualdades existentes en Honduras son el primer factor que impulsan las migraciones. Sin embargo, factores como la violencia y el crimen, drogas, la inestabilidad política y la corrupción, contribuyen a buscar en las migraciones, una alternativa de mejor vida para el emigrado y su familia. Mediante el uso productivo de las remesas financieras y de conocimiento, sobre todo en la migración circular, se genera y beneficia tanto el lugar de origen, como sus respectivas diásporas en el extranjero, y también en viceversa.

Considero, a nivel de opinión, que el elevado crecimiento demográfico produjo demandas que sobrepasaron las ofertas que el gobierno central y locales podrían dotar. Pero esas carencias han producido brechas económicas y sociales que difícilmente son cubiertas por el sector público, e incluso, por su acción conjunta con el sector privado.

Desde el punto de vista cultural, el país es diverso en su condición étnica. Asimiló –con excesos y limitaciones– a la población negra inglesa y garífuna, y también a la miskita e indígena, en su mayoría mestiza. Como resultado somos un país mixto: una mezcla de razas, costumbres rurales,   urbanas y globalizantes. Culturalmente muy abierta al exterior, en gran parte debido a la influencia mexicana, estadounidense y a la Mexicoamericana fronteriza.

Honduras es hoy un pueblo resiliente, que sigue adelante, a pesar de las adversidades que enfrenta por razones de su geografía, historia, dinámica y espíritu de los tiempos en que vivimos.

P./ ¿Qué parte de la demografía hondureña aceptas que compartimos en común con las características demográficas de otros grupos centroamericanos o latinoamericanos?

R./ Algo interesante que no solo ha ocurrido en Honduras, sino también que, en varios países en desarrollo, especialmente en los países de Latinoamérica, aquellos donde la transición demográfica todavía está en sus etapas iniciales y plenas. Me refiero al “cambio demográfico” ocurrido: mayormente tras los años cincuenta del siglo pasado, después de la reducción de la mortalidad antes que la fecundidad, se produce en Honduras el aumento en el volumen y en el crecimiento acelerado de la población, que elevó los ingresos en la población. Eso creció vertiginosamente, y con los años, se convierte en demandas sectoriales ni el mercado por sí solo, ni la intervención del Estado ha podido resolver. Ese efecto, lo sucedido ha sido desbordante y perjudicial para la sociedad.

Después con los cambios en la estructura demográfica, siguen ocurriendo cambios que después resultan en una población con un estructura muy joven, donde el interés se enfoca en los niños y pasando a otra, donde el peso de la edades jóvenes es significativo: porque son etapas donde ocurren la entrada a la vida reproductiva, finiquitar la educación e ingresar a la fuerza de trabajo. Esta última necesidad crea un desajuste en el mercado, sobre todo en el laboral porque no absorbe esas entradas y más bien ese fenómeno se convierte en el llamado “bono demográfico”. Que no ha sido aprovechado y que más bien se pierde por la migración de los nacionales al exterior, especialmente de jóvenes.

P./ ¿Qué futuro le ves a quiénes hoy emigran desde Honduras a Estados Unidos buscando una vida mejor para ellos y familia?

R./ La necesidad de mejorar las condiciones de vida ha sido la meta más constante y repetida de los emigrantes hondureños. Recientemente hice un artículo titulado “LOS HONDUREÑOS DE AQUÍ Y DE ALLÁ”. Aunque no existe total consenso sobre un indicador específico, se suele considerar que un país esefectivamente desarrolladosi tiene un Índice de Desarrollo Humano/IDH alto, según la ONU, si posee una economía avanzada en base a los estatutos del FMI y si además tiene ingresos altos según el Banco Mundial.

En base a eso, no dudo que los hondureños que llevan años viviendo con su familia más cercana en Estados Unidos o España dicen “sentirse viviendo en un país desarrollado”. Mientras que “los hondureños de aquí” es lo opuesto: se sienten que viven en un país sub-desarrollado o en vías de desarrollo, con carencias propias de menor calidad de vida, falta de infraestructura y precariedad económica.

Por eso, en el artículo mencionado destaqué las diferencias sociodemográficas que existen entre los hondureños que viven en Honduras, en contraste con los que viven y ahora están asentados con familiares más allegadas en los Estados Unidos o España. Ambos países están considerados por los inmigrantes de origen hondureño como “desarrollados y de altos ingresos”. Al comparar ambas poblaciones, entre ellas existen similitudes y diferencias, que también son dignas de investigarse.

En cuanto a diferencias estructurales de inmediato me resaltan las que tienen “los hondureños de aquí” que aún viven en Honduras con “los hondureños de allá” que viven en Estados Unidos o España. Más los de Estados Unidos que los de España, que creen estar viviendo “en el país más desarrollado del mundo”.

 Y esto último exige un comentario aclaratorio con valor científico. Para ello, lo que expreso lo baso en fuentes válidas, reconocidas y confiables, que tengo en mis archivos. Puede que EEUU se le considere el «líder del mundo libre», pero el índice de desarrollo/IDH publicado en julio de 2022 sitúa a los Estados Unidos como el país no en la cima sino más abajo. En su clasificación mundial, la Oficina de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible situó en julio 2022 a EEUU. en el puesto 41 del mundo, frente al puesto 32 que ocupaba en la medición hecha el año anterior. El IDH es un importante indicador del desarrollo humano que elabora cada año Naciones Unidas.

 Para explicar esa diferencia que favorece a España es que Estados Unidos siendo, sin duda, el país más rico del mundo, a su vez tiene más concentración de riquezas y de ingresos comparándolo con España.  Es verdad que EE. UU. es el país más rico del mundo, con un 21,6% del total. El PIB de Estados Unidos asciende 28,781 millones de dólares (o billones en el término en inglés). El segundo país más rico del mundo es China, seguida de Alemania y Japón.

Pero donde no hay ninguna duda es cuando aplicamos el IDH del PNUD, a Honduras, y lo comparamos con Estados Unidos o España, Honduras sale clasificada como “una nación de ingreso bajo-medio”. Y según el IDH, ubican a Honduras en la posición 132 entre 189 países. Evidenciando con ello menor IDH que España y Estados Unidos–al EUA con 100 rangos menos.

A su vez, Honduras es además el país con el IDH más bajo entre los países centroamericanos.  Centroamérica es la región geográfica conformada por 20 países,  con una población aproximada de 105 millones de habitantes.

 P./ ¿Y qué me dices de España? 

R./ Como respuesta haré un análisis comparativo, usando mayormente mi memoria y la experiencia de trabajo que tengo como docente e investigador.

Empiezo afirmando que tanto España como los Estados Unidos aventajan siempre a Honduras, si queremos medir el potencial de desarrollo que tiene cada nación, en este caso, aplicando el IDH del PNUD, el medidor globalizado de Naciones Unidas que es aplicable a cualquier país, desarrollado —como España y Estados Unidos—o en subdesarrollado o en desarrollo, como Honduras.

Afirmo lo anterior en base al tamaño y pujanza que tienen tanto España como los Estados Unidos—de acuerdo con sus respectivos mercados laborales.  Para “el hondureño de allá” asentado con su familia en España o Estados Unidos, son ambos países de ingreso alto, y por eso, colocan siempre a Honduras muy por debajo del rango obtenido por cada una de esas naciones, al medir su sistema educativo por el IDH del PNUD.

Tengo 2 breves comentarios adicionales. El primero es sobre la educación que reciben los hijos de los emigrados hondureños, si están radicados en España o en los Estados Unidos, en comparación a   la educación recibida en Honduras, mientras vivan aquí, su país de origen. Y sobre esto concluyo: “siempre es mejor la formación que dan los sistemas educativos de España y de Estados para el emigrado nacido en Honduras, si la comparación se hace con respecto a la educación recibida en Honduras. Tanto la de España, como la de Estados Unidos, sin duda tienen sistemas educativos modernos, más actualizados y funcionales, en contenido y efectividad que el sistema educativo hondureño.

El segundo comentario lo hago preguntándome cuál es la educación que tienen más potencial y aplicabilidad al empleo, si la recibida en España o en los Estados Unidos. Y al respecto concluyo: “que en Estados Unidos para el emigrado se vuelve más difícil la entrada al sistema educativo, porque ese joven hondureño emigrado no tiene el inglés como idioma materno. Pero si el emigrado supera la entrada y logra mantenerse y graduarse en el sistema educativo estadounidense, al llegar a dominar el inglés como si casi fuera el propio lenguaje materno, se convierte en “un plus, un valor agregado”, hasta en una profesión que es rentable en sí misma por la demanda insatisfecha que siempre tiene en 3 grandes mercados globales: en las artes, en los negocios yen la tecnología digital usada para informarnos, comunicarnos y educarnos.

De hecho, el actual sistema planetario digital por el acceso y cobertura casi total que tiene da la sensación de que es plano. La tecnología digital evoluciona a un ritmo increíblemente veloz en todo el mundo, sin hacerlo de manera uniforme. Como resultado, alrededor del 60% de la población mundial tiene acceso a Internet, pero la mayoría de esas personas vive en países desarrollados. En los países menos adelantados, como Honduras, la realidad es otra: solo 16 de cada 100 personas en el área urbana tienen acceso a un ordenador, mientras que en al área rural hondureña apenas ese porciento llega al 2%.

Eso demuestra que además de nuestra pobreza que afecta a más del 60 % de los 9.3 millones de hondureños tendríamos que agregarle el lastre, que, como nación, no nos preparamos para afrontar algo muy esencial y atractivo en estos días: el cambio de lo presencial a lo virtual en el sistema educativo y también en el mundo laboral.

Por lo tanto, por las múltiples aplicaciones que tiene espero no abandonar el tema. Lo tengo ya en mi mente, enfrentando a diario retos laborales, coyunturales y sistémicos, que me obligan a continuar observándolo, definiéndolo y volviéndolo un tema obligatorio en mis actividades de docencia, investigacióny trabajos de campo que realice de ahora en adelante.

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