Por: Pedro Gómez Nieto
El adjetivo “blofero” suena simpático. Al pronunciarlo pareciera que hinchamos un globo que termina escapándose de entre los labios para moverse en el aire tirando pedorretas mientras se desinfla.
Un blofero es un balandrón, bocón, presumido, arrogante y fantasmón, que alardea de lo que no es. De otra parte un “bluf” es la persona o cosa revestida de prestigio para impresionar, que después se descubre que es falsa. Un bluf es un farol, un timo. “Bluf” y “blof” son términos procedentes del inglés que la RAE reconoce en nuestro vocabulario.
Los próceres han convertido a JOH en el responsable de todas nuestras frustraciones y carencias. A cambio de que el pueblo se inmole y les consiga la banda presidencial, ofrecen su trilogía de la felicidad: trabajo, techo, tortilla. Un bluf porque la felicidad nunca ha sido un estado material sino espiritual. El fracaso electoral intentaron esconderlo tras el ”fueraJOH”, un mantra para mariguanear al populacho liberando dopamina. En dos años “fueraJOH” dejará de ser virtual para convertirse en real dentro de la urna electoral, mientras ellos, emulando a la cigarra de la fábula, seguirán sin estructura política ni proyecto que ofrecer al electorado. El odio que siembran hacia la figura presidencial es como la blasfemia, que muestra la pequeñez humana del blasfemo en su agujero negro de impotencia ante aquello que le supera.
A cuenta de la crisis reciente por los decretos que afectaban los sectores educación y salud, y posteriores protestas violentas inducidas, Nasralla nos muestra el respeto que le merece el Congreso Nacional como pilar de la democracia: “¡Qué bueno que el Congreso Nacional está siendo atacado por el pueblo! ¡Qué bueno que se intentan tomar el Congreso! Hay que destituir a la mayor parte de los diputados, 85 que están sindicados como corruptos en EEUU”. “JOH quiere reemplazar en salud y educación a todos los que no son nacionalistas por sus activistas, para que le defiendan y continuar por 50 años en el poder”. Olvidó cuando nos dijo que el Departamento de Estado mantiene en el poder a JOH porque necesita abierto el corredor hondureño de la droga para abastecer a sus 60 millones de drogodependientes. ¿Para qué quiere JOH activistas en salud y educación que le protejan si ya lo hace EEUU? Seguidamente vomita sobre la encargada de negocios, Heide Fulton, haciéndola responsable de ordenar al TSE para que le entregase la presidencia a JOH, “cuando él fue quien gano y es el presidente de la República”. El síndrome de la banda presidencial hace estragos.
El político blofero es un fanfarrón cuya lengua controla al cerebro, que no puede respaldar sus palabras con medios propios. Para hacerse notar esparce excrementos, y cuando alguien pide que los argumente dice que proceden de otro, que los hace suyos porque le gusta su textura y el olor que desprenden contra el oficialismo, los magnifica, añade un “me gusta” y retuitea mientras sonríe feliz por haber solucionado la pobreza de su estreñido intelecto. Además de no respetar la dignidad humana, el político blofero padece coprofilia, amor a la porquería.
A mitad del mandato presidencial, observamos a los partidos de la oposición sin liderazgos consolidados. Bloferos carentes de ideas novedosas que presentar a la sociedad para solucionar el rosario de errores que comete el gobierno. Optaron por la estrategia suicida de Lucas 8,33: “correr cual piara de cerdos hacia el despeñadero”. Obsesionados por arrebatarle a JOH la banda presidencial a como dé lugar, dejan al descubierto sus limitaciones humanas e intelectuales. Son un bluf político, dicen, desdicen y se contradicen. Desde su realidad virtual verborrean que el próximo presidente será quien lidere la coalición de partidos que confrontará al nacionalismo en las urnas. Con ello están reconociendo la incapacidad de sus formaciones políticas para vencer por separado al Partido Nacional, necesitando otra torre de Babel como la pergeñada por “Mel” en el pasado proceso electoral. Tutti frutti de idearios e intereses divergentes. Coalición cuyo candidato tendrá que comprometerse en secreto con cada partido que le respalde en la campaña, de la misma forma que Nasralla se comprometió por escrito con “Mel” para instalar una Constituyente al llegar a la presidencia. La oposición blofera es un bluf, como siempre pierde Honduras.
“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”. -Maquiavelo-
PG. Nieto
Asesor y Profesor CISI.