México importa para Honduras

Ricardo Puerta

Tegucigalpa. – Entre el 80% y 90% de los emigrados, regulares e irregulares, nacidos en Honduras, cuando se van o huyen de su país, optan por los Estados Unidos de América como país de destino o recepción.   Sin embargo, en este caso, tanto los países de destino, como los de origen necesitan la migración por razones distintas. 

En naciones como Honduras, el subdesarrollo económico causa la migración: el país no genera el número de empleos que necesita para cubrir el crecimiento vegetativo anual de la población económicamente activa /PEA, estimado en unas 130 mil personas adicionales por año. 

Mientras que en los Estados Unidos es lo contrario.  Cada año, por su continuo crecimiento y desarrollo, los estadounidenses no cuentan en su territorio con la población económicamente activa/PEA que de hecho necesitan para cubrir la demanda de puestos de trabajo que anualmente genera su economía. Expertos predicen que hasta el 2050, los EEUU necesitarán 50 millones de nuevos inmigrantes, en promedio más de un millón por año, para llenar solo los puestos de trabajos que anualmente crea su pujante economía.

A lo anterior, se agregan además razones geográficas. De los casi 100 mil migrantes hondureños que por año han salido –y siguen saliendo– del país por tierra, con destino a Estados Unidos –  necesitan cubrir la ruta Guatemala- México, éste último país puente para la travesía final. 

México es la nación que tiene más accesos por tierra, legales e ilegales, para pasar a los Estados Unidos. En términos macroeconómicos, México es la decimocuarta economía mundial según su Producto Interno Bruto/PIB.

La frontera de México por tierra con EUA se extiende por unos 3,200 kilómetros. Desde hace años es el punto con más movimiento poblacional y comercial en el mundo: más de un millón de personas cruzan esa frontera diariamente. Tiene 53 puentes y garitas de acceso al territorio y mercado estadounidenses, por donde se intercambian bienes y servicios por día valorados en 1.700 millones de dólares, en suma, unos 621 mil millones de dólares anuales.  (El PIB anual de Honduras está en el orden de unos 25 mil millones de dólares, antes del COVID).

Pero el COVID en México está lejos de normalizarse. En el rango de naciones del mundo, México ocupa el noveno lugar por el número contagios diarios causado por el COVID y el quinto en el mundo por el número de muertes atribuidas a diario por la pandemia. Irónicamente, la calamidad más bien ha incentivado el envío de remesas a México por los connacionales que viven en los EUA.   México recibió en el año 2020 un nivel record en remesas, casi $ 41 mil millones de dólares, evidenciando un crecimiento interanual de un 8% y un 10%, respectivamente comparándolo con el año anterior.  

México es la efectiva bisagra tanto para los países del Norte como para los del Sur.  Para las 3 naciones del Triángulo Norte –Honduras, El Salvador y Guatemala—México es el país del Norte. Mientras que para las 2 naciones de América del Norte – Estados Unidos y Canadá– México es el país del Sur. Sin duda, cumpliendo una potente y efectiva doble funcionalidad. 

Pero ello no evita que se reconozca a su vez, que México tiene más de 900 “áreas ingobernables”, que suman, al menos, el 33% del territorio nacional.  Tales localidades siguen bajo el control de los carteles del crimen organizado transnacional, causando muchos de los problemas que enfrenta hoy la Unión Americana en la frontera con México. Complicando más esa realidad, habría que agregar lo que ha resultado del Programa “Quédate en México”, donde migrantes extranjeros sin la debida documentación, aparentemente están amparados en territorio mexicano por ese esfuerzo.

Y eso tiene su historia. La Administración Trump declaró en junio 2019 a México “Tercer país seguro” para mandarle los solicitantes de asilo en las Cortes de Migración estadounidenses —mayormente centroamericanos, cubanos, haitianos y venezolanos– que habían pedido “asilo” al llegar a la frontera de México-EUA. Pero como la política de Trump era “no dar ningún asilo”, a los solicitantes se les levantaba su caso y los mandaban a México para que “esperaran en ese país hasta la fecha de la cita para atender su caso. Y así, en los últimos 2 años de la presidencia de Trump, se acumuló más de medio millón, esperando la cita, que nunca llegaba.  Al extremo, que   los solicitantes de asilo al perder la esperanza pedían, “voluntariamente”,   los deportasen  a su país de origen.        

La agenda que resulta de los dos últimos párrafos, constituye una mina interminable de denuncias y de forcejeo entre políticos estadounidenses, demócratas y republicanos. A los que con facilidad se les unen funcionarios del Gobierno, activos en migración y seguridad, líderes electos del Partido Republicano y simpatizantes de Trump. Todos enfocados en “la crisis y caos que domina en la frontera”, exigiendo   logros al nuevo equipo gobernante de la Casa Blanca que de antemano se sabe, no tienen.

La historia colonial de México complica aún más lo anterior. México tuvo a España de capital metrópolis por 300 años. La colonia empezó en 1521, cuando los territorios de Nueva España se expandieron bajo el control de los virreyes locales, nombrados por la corona española. La era colonial de México terminó en 1821, cuando su independencia fue proclamada por el criollo Agustín de Iturbide, quien se autonombró Emperador y se anexó Centro América.

Al presente, según el Censo estadounidense 2020, de una población de casi 57 millones de latinos en EE. UU., el 63% es de origen mexicano, más de 36 millones de personas. Esto incluye a los inmigrantes mexicanos que residen en Estados Unidos y a los estadounidenses que se identifican “de origen mexicano” en el Censo.  En el año 2018 un informe estimaba que los mexicanos y mexicano-estadounidenses tenían un poder adquisitivo de US$881 mil millones, o el 57,2% del poder adquisitivo total de la población latina en Estados Unidos, que en agregado se le considera la 8va economía del mundo, por encima de naciones como Brasil, Canadá e Italia.

México comparte también una larga historia con EE, UU.  Lo comentado sucedió hace más de 150 años, pero aún se mantiene casi inolvidable en la relación entre ambos países. El 2 de febrero de 1848 se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que México «vendió» la mitad de su territorio a Estados Unidos, más de 2 millones de kilómetros cuadrados, por 15 millones de dólares, que en su valor actual equivaldría a unos 1,956 millones. Con ese acuerdo los existentes estados de California, Arizona, Nevada, Utah, así como parte de Colorado, Nuevo México y Wyoming, pasaron a formar parte de EE.UU.  Tras la firma del Tratado, la casi totalidad de los 100 mil mexicanos que de pronto se volvieron extranjeros en su propia tierra, optaron por convertirse en ciudadanos nativos de los Estados de la Unión, en vez de regresar a México, como deportados.

 Casi tras siglo y medio, ya como nación independiente, México firma con Canadá y Estados Unidos, el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), el 17 de diciembre de 1992, que entró en vigor el 1 de enero de 1994. Por la firma del TLCAN, los tres países han logrado trabajar juntos, incrementando su competitividad productiva en un mundo globalizado, y mejorando el bienestar social de sus ciudadanos.

El TLCAN no ha sido del todo ejemplar, según sus críticos.  A diferencia de la Unión Europea, el TLCAN no crea un conjunto de organismos gubernamentales supranacionales, ni crea un cuerpo de leyes por encima de las leyes nacionales de cada país.  Además, la influencia mexicana sobre Centro América va desde lo lícito: inversiones comerciales y financieras, hasta lo ilícito: tráfico de drogas y de armas, narcopolítica, coyotaje, secuestros, extorsiones, linchamientos, corrupción y lavado de activos. Lacras que, por su continuidad, volumen e impacto, merecen otro escrito.

Tampoco por sus resultados, el TLCAN es del todo negativo. Hoy –México, Estados Unidos y Canadá—como comunidad de naciones– genera el 28% del PIB mundial y el 16% del comercio internacional, mientras que la población total de los 3 países suma el 7% de la población mundial.

Del lado económico, como efecto del TLCAN se han generado en la región cadenas de producción, con fuerza productiva y competitividad, en manufacturas y agroalimentarias. Con 2 grandes retos: la automatización de los sectores mencionados y que haya más inversión nacional y extranjera en Honduras, mejor proveniente de empresas del Mercado Común Centroamericano/MCCA.  Y después, como región, que Honduras se integre más TLCAN, pues por ubicación, ya aloja en su territorio un buen número de proveedores y consumidores del TLCAN.

Y al movernos en esos ámbitos, aparece China en el escenario, buscando más presencia y hegemonía en la región y resto de la economía mundial.    China es hoy el Estado Nación que más invierte en el extranjero, fuera de su territorio, Latinoamérica incluida. China coloca sus inversiones en sectores estratégicos como son: energía, sensores, agroindustria, minería, transporte, hidrocarburos y el 5G en telecomunicaciones o generación de tecnologías de telefonía móvil. Es oportuno reconocer que China ya compite –de igual a igual– con los Estados Unidos, en llevar conectividad, banda ancha, a los hogares del planeta que hasta hoy no tienen fibra. Para el 2025, se anticipa que las redes 5G contarán con más de 1,700 millones de subscriptores en el mundo.

A manera de cierre, el espíritu, contenido y significado de este articulo queda como agenda prioritaria para el nuevo gobierno de Honduras, que se espera sea electo con suficiente legalidad y legitimidad en las elecciones generales del próximo noviembre.

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