Pacto por Honduras, el desafío del nuevo gobierno

Tegucigalpa.- El presidente electo, Juan Orlando Hernández, afina su transición con una propuesta que empieza a ser cabildeada con diversos sectores y que espera tener concreta antes de la toma de posesión y se denomina “Pacto por Honduras” en el cual espera obtener consensos mínimos para garantizar gobernabilidad e impulsar las reformas políticas, económicas y sociales que el país amerita.
 

La idea del Pacto por Honduras comenzó a tomar forma y fuerza el fin de semana, al trascender que el gobernante electo se reunió en el arzobispado de la capital con su eminencia, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, a quien pidió que le acompañara y fuera parte de esta iniciativa.

Alden Rivera, uno de sus más cercanos colaboradores, trabaja en la transición en esta propuesta que dice es una preocupación legítima de Hernández y que para ello ha auscultado experiencias similares en otros países como México.

En la nación azteca el Pacto por México se basó en los ejes siguientes: una reforma educativa, una reforma fiscal, una reforma en telecomunicaciones y energía, y una reforma política, última que incluye la reelección de los diputados y alcaldes, más no del Presidente de la República. El mandatario, Enrique Peña Nieto, al parecer tiene claro a dónde quiere llevar a México, a dónde quiere llevar a su partido, el PRI y a dónde quiere aparecer él en la escena como un gran reformador.

Alden Rivera asegura que en el caso de Honduras, la idea del pacto es originaria del presidente electo, que México es una referencia pero no una copia a calcar y que se está en una etapa de identificar las líneas del Pacto por Honduras, consensuarlas con los sectores campesinos, obreros, empresarios, medios de comunicación, la academia y las iglesias católica y evangélica que encierran los tradicionales actores sociales del país, pero este en los últimos seis años ha dado paso también a otros sectores no menos importantes que quizá sean parte de la agenda de Hernández.

En el caso del cardenal Rodríguez, éste dijo al presidente electo que el acompañamiento o participación directa en el Pacto dependerá de las decisiones colegiadas que se tomen en el seno de los Obispos de Honduras en la conferencia episcopal a inicios del próximo año, pero le deseó toda la suerte posible.

Necesarios “ajustes” democráticos

A criterio de analistas políticos Honduras amerita desde hace un par de años de ajustes en su democracia para evitar caer en lo que llaman el escenario irreversible de pérdida de la democracia, anarquía y altos grados de ingobernabilidad. Este escenario, aducen, es el peor que le puede pasar a una nación al correr el riesgo de caer en la zona roja de los estados fallidos o fracasados.

Los expertos aseguran que aunque Honduras está en medio de la zona de riesgo—por la inseguridad y la problemática económica y la desigualdad—está a tiempo aún de promover pactos mínimos de consenso en torno a reformas urgentes que eviten el fracaso de la democracia y de un país.

El presidente electo, Juan Hernández, parece estar consciente de ese escenario, máxime con los resultados de los últimos comicios electorales en donde la conformación del poder en la asamblea legislativa cambió radicalmente ya que por primera vez un partido que gana el poder no logra el control del legislativo.

El pacto fiscal ¿cómo y hacia dónde?

De momento, Hernández y su equipo de transición han puesto el acento en el achicamiento del engranaje gubernamental porque según sus asesores el actual gobierno es muy “obeso” y amerita una dieta de “adelgazamiento”. Hernández menciona de entrada la necesidad de un Pacto Fiscal, que podría ser uno de los componentes del Pacto por Honduras.

Ese pacto fiscal pasa por definir cuál será el nuevo rumbo económico que tomará Honduras, qué tipo de optimización fiscal necesitará el país para controlar el déficit fiscal, amortizar la deuda interna y externa, levantar la economía, incentivar la inversión nacional y extranjera, así como la generación de empleo.

Un pacto fiscal que incluya reformas de derrame económico para bajar la brecha de desigualdad social de Honduras, una de las más grandes de América Latina según los informes de desarrollo humano de las Naciones Unidas.

A esa reforma fiscal y económica, se suman las necesarias reformas políticas y las reformas político- electorales. Las reformas políticas pasan por dar forma al ejercicio del plebiscito, el referendo y la llamada iniciativa ciudadana para la consulta popular a fin de adecuarlas a las necesidades de la democracia en el nuevo sistema de reconfiguración política que presenta Honduras.

El tema del juicio político, la necesidad de un nuevo contrato social que permita salidas legales e institucionales a futuras crisis y un manejo adecuado de la gobernanza y la gobernabilidad son parte de esos elementos que debería contener el Pacto por Honduras.

En materia de reformas político electorales, el parlamento se apresta a analizar nuevas reformas que garanticen tres años de estabilidad al nuevo gobierno para no caer en la estrategia de campaña permanente de aspiración política al poder.

Lo político y lo político-electoral

Pero ya en sus recomendaciones la Comisión de la Verdad y Reconciliación señala en el ámbito del sistema político electoral la necesidad de que el país de un salto de calidad para reconducir el proceso de consolidación democrática, a tres niveles simultáneamente, que tienda a incidir en la no repetición de los sucesos de 2009.

Estos niveles son en la cultura política, en lo institucional-normativo y en el comportamiento de los actores.

No menos importante en ese Pacto por Honduras están las reformas sociales para disminuir la brecha de la desigualdad y la inequidad. El tema de la inseguridad es clave, así como el combate a las mafias organizadas de la criminalidad que buscar crear un Estado paralelo aprovechando una institucionalidad debilitada. La reducción de la pobreza es otro de los desafíos más allá de la entrega de bonos sociales. Lo mismo pasa en Salud, Educación y Vivienda, donde deberá profundizar lo que ha empezado a ser reformado y dar nuevos bríos a lo que se encuentra estancado.

Si bien los hondureños siguen creyendo en la democracia como el mejor sistema de gobierno, su respaldo a la misma ya no es del 60 por ciento o más como hasta hace ocho años, porque en la democracia, el desencanto que ésta genera al pueblo crece, por las desigualdades y se corre el riesgo de caer en la zona de los Estados fracasados, advierten los expertos.

De aquí a lo que resta del 27 de enero, cuando ocupe el Altar Q el presidente electo Juan Hernández, deberá tener claro cuáles serán las líneas a las cuales dará prioridad en el Pacto por Honduras, y que éste no deber ser un “producto por resultados” sino el diseño de un nuevo modelo de país en el que todos cuentan y todos caben, al margen de las divergencias.

De las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación resalta el llamado a propiciar en Honduras una reconciliación no de escritorio, sino basada en los reclamos y demandas ciudadanas por contar con una clase política comprometida con Honduras, el respeto a los derechos humanos, el cese de la impunidad, el combate a la corrupción, el reclamo de justicia y aplicación de la ley, el rechazo a la práctica de provocar crisis y luego lograr pactos que conducen a la impunidad.

Eso es lo que el país no quiere y ese el desafío de la nueva administración de Juan Orlando Hernández cuando presente su Pacto por Honduras y el respaldo que obtenga hacia el mismo, sin más de lo mismo.


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