Cae el precio del petróleo

Por: Luis Cosenza Jiménez

En las últimas semanas hemos presenciado una notable caída en el precio del petróleo, bajando el barril de un poco más de $110 a un poco menos de $80. Esta noticia ha sido recibida con mucha alegría por los países importadores, y con mucha preocupación por los exportadores, particularmente por aquellos cuya economía depende casi exclusivamente de las exportaciones de petróleo. Pero, ¿qué es lo que ha sucedido y cuáles son las posibles consecuencias para nosotros? Veamos el tema en un poco más de detalle.

Por la ley de la oferta y la demanda, el precio del crudo sube cuando la economía global se acelera, y baja cuando esta se desacelera. Como la economía global se mantiene estancada el precio no puede subir, pero como tampoco ha mostrado una tendencia a desacelerarse, la situación de la economía global no parece explicar la caída del precio. Si no es una caída en la demanda, entonces tal vez se deba a un aumento en la oferta. En efecto, los nuevos métodos para la explotación petrolera desarrollados en Estados Unidos, en particular la fracturación hidráulica y la perforación horizontal, han causado un notable incremento en la producción petrolera de ese país. Según las estadísticas disponibles, Estados Unidos es ahora el principal productor de gas y comenzará a exportar petróleo en el 2015. Hay quienes piensan que en el 2020 será el primer productor de petróleo. Como la OPEP no ha reducido su producción, en efecto se cuenta con un exceso de oferta en el mercado y esto conduce a una reducción en el precio. Para completar el panorama, Arabia Saudita aparentemente quiere mantener su cuota de mercado en Estados Unidos y por tanto ha bajado el precio del petróleo que vende a ese país. Al parecer piensa que si el precio baja a unos $75 por barril, entonces la producción resultante de los nuevos métodos antes mencionados dejará de ser económicamente viable, con lo cual la producción interna de Estados Unidos se reducirá y las exportaciones de Arabia Saudita llenarán el vacío. Sea esto como sea, al parecer los precios se mantendrán, al menos por algún tiempo, por debajo de los máximos registrados a principios de año.

Para aquellos países cuya economía depende extraordinariamente de las exportaciones de petróleo, entre ellos Rusia, Irán y Venezuela, el impacto será devastador. En el caso de Venezuela, que ha decidido honrar su deuda externa a costa de sacrificar las necesidades de los venezolanos, se puede fácilmente pronosticar que los ciudadanos tendrán que aprender a vivir con menos productos de consumo popular. De poco sirve aumentar el salario mínimo si de todas maneras no compensa la inflación, y si además no hay nada que comprar. No es sorprendente que la reacción del gobierno de Venezuela sea denunciar una “conspiración” de Estados Unidos, y su acólito Arabia Saudita, para castigar a Rusia, a Irán, y por supuesto a Venezuela, y además solicitar al mundo que condene la fracturación hidráulica. Como siempre, su reacción es ideológica, cuando lo que se requiere es una posición pragmática para proteger a los venezolanos. Es una lástima, pero así son las cosas en el paraíso del Socialismo del Siglo XXI.

En cuanto a nosotros, el efecto de la caída del precio es beneficioso. La balanza de pagos debe mejorar, el precio del combustible en las gasolineras debe caer, y el precio de la energía térmica que compra la ENEE debe bajar. En efecto, si el precio del búnker es similar al del crudo y este se sitúa en unos ochenta dólares por barril, entonces el costo variable de la energía térmica que compra la ENEE debería ser de alrededor de doce centavos de dólar por kilovatio-hora. Esto debe reducir el déficit de la ENEE y facilitar el acuerdo con el Fondo. Lástima que el gobierno haya decidido autorizar la compra de energía solar (de menos calidad que la térmica debido a que es intermitente) a dieciocho centavos de dólar por kilovatio-hora. No tiene sentido hablar de renegociar los contratos térmicos si por otro lado se firman contratos caros cuyo precio por kilovatio-hora solo puede aumentar con el paso del tiempo.

De cualquier forma, la reducción del precio del crudo es positiva para nosotros. Mejorará las finanzas públicas y las privadas, siempre y cuando el gobierno, ciñéndose a lo establecido en la ley y los reglamentos, nos transfiera el beneficio que nos corresponda. No sabemos cuánto durará esta situación, pero al menos por algún tiempo se reducirá la masiva transferencia de recursos de los países importadores a los exportadores. Esta transferencia se vuelve particularmente detestable cuando se hace a expensas de los países pobres para beneficiar a los países exportadores ricos.

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