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Logrando lo imposible

Por: Luis Cosenza Jiménez

En un artículo recientemente publicado en el Miami Herald, Andrés Oppenheimer relata cómo Nicolás Maduro y su cofradía están a punto de lograr lo imposible. Según el artículo, Venezuela debe ahora importar petróleo liviano ya que no produce lo suficiente para sus necesidades. Resulta que Venezuela necesita petróleo liviano para mezclar con el crudo pesado que produce, ya que de otra forma éste no fluiría por los oleoductos. Antes Venezuela producía el crudo liviano que necesitaba, pero debido a las políticas disparatadas de Chávez, y su heredero, Maduro, la producción cayó y ahora deben importar.

En realidad, el panorama es peor. Venezuela será la economía que menos crecerá en el continente este año, la inflación supera el 60% y el déficit fiscal el 15%, y cuenta con al menos cuatro tasas de cambio que van desde 6 hasta 89 bolívares por dólar. Cualquier otro país se hubiera ya hundido en el caos. Solo la riqueza que la naturaleza dispensó a Venezuela permite que el país sobreviva. Sin embargo, es previsible que el descontento popular crecerá y que próximamente veremos la caída de otro experimento socialista-populista. Resulta obvio que el único éxito de estos regímenes, y en esto incluyo al cubano, consiste en volver a todos los ciudadanos igualmente pobres.

Como la lectora probablemente recordará, cuando Chávez llegó al poder Venezuela producía diariamente un poco más de tres millones de barriles de petróleo que vendía a nueve dólares por barril, y PDVSA tenía cincuenta y un mil empleados. Hoy produce alrededor de un millón setecientos mil barriles diarios, menos del sesenta por ciento de lo que antes producía, pero lo vende a alrededor de cien dólares por barril, y PDVSA tiene 140,000 empleados. La producción ha caído por la adopción de políticas desacertadas, pero los ingresos son todavía altos, alrededor de ciento setenta millones de dólares diarios. A pesar de tales ingresos en divisas, el país carece de los dólares necesarios para importar sus necesidades, y ha hipotecado su futura producción petrolera a cambio de préstamos de China. Adeuda grandes cantidades de dólares a las líneas aéreas, algunas de las cuales han dejado de volar a Venezuela, y otras han reducido el número de sus vuelos, con lo cual el país se aísla cada vez más del resto del mundo. Por otro lado, los importadores no tienen acceso a los dólares baratos, ya que esos se reservan para los amigos del régimen a fin de que rápidamente se conviertan en millonarios al venderlos en el mercado negro, y por tanto los almacenes y tiendas carecen de todo lo que la población desea comprar. Como el gobierno controla los precios y los importadores que no son afines al gobierno solo pueden obtener dólares caros para importar, nadie importa. Para colmo de males, las políticas erradas del gobierno destruyeron la producción nacional, así que ahora todo debe ser importado. En Venezuela, en teoría todo es barato; en la práctica los negocios están totalmente desbastecidos.

En lugar de atacar el origen del problema y cambiar las políticas imperantes, Maduro acepta que es un rehén de Chávez y persiste en el error. Para combatir el desabastecimiento ahora ha decidido instalar máquinas “capta huellas”. Eso permitirá captar las huellas dactilares de todo comprador y si este excede el límite de compra de cualquier producto, establecido por un burócrata estatal, no se le permitirá hacer la compra. Es decir que Venezuela ahora ha adoptado un sistema de racionamiento similar al cubano, como si eso fuera a lograr que los almacenes sean ahora mágica y totalmente abastecidos. Las sufridas amas de casa, después de esperar largas horas bajo el sol para ingresar a la tienda, al final solo podrán comprar mínimas cantidades, dictadas por un burócrata del gobierno, de lo poco que encuentran en las tiendas. ¡Flamante logro del Socialismo del Siglo XXI! ¡Quién hubiera pensado que eso podría ocurrir en uno de los países más naturalmente ricos del continente! Después de todo, se dice que Venezuela posee las reservas petrolíferas más grandes del mundo.

Don Nicolás está atrapado en un laberinto sin salida. Si cambia las políticas y ajusta la economía, las medidas serían tan drásticas que enfrentaría una revuelta popular y de su partido. Si no cambia las políticas la situación continuará deteriorándose hasta que se produzca otro estallido social. Tal vez su famoso pajarito pueda susurrarle una salida del laberinto. Mientras tanto lo único cierto es que los allegados al régimen continuarán acumulando fortunas a expensas del sufrido pueblo venezolano. ¡Quién hubiera pensado que don Nicolás Maduro fuera capaz de lograr lo imposible. Que fuera capaz de conducir a Venezuela por el camino que termina en la bancarrota!

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