Los correlatos de la corrupción

Por: Ricardo Puerta
Tegucigalpa.- Está de moda ahondar  y ampliar lo que cada uno conoce sobre la corrupción, lacra generalizada presente en distinto grado a todos los niveles del país.

No solo está destruyendo a Honduras, sino también a otros muchos países, entre ellos, a algunos de los desarrollados.
Como conozco a varios colegas que “trabajan o están interesados en el tema”, decidí actualizar un escrito que hice y publiqué fuera de Honduras hace más de una década. Considero oportuno trabajarlo y divulgarlo aquí porque ya empiezan a verse en el país “crímenes ideológicos”, contra testigos protegidos y contra abogados defensores de supuestos implicados en conocidos actos de corrupción, que se ventilan a través de procesos penales de gran cobertura en los medios de comunicación.
Con la actual globalización de las inversiones, comercio y de las comunicaciones, se hace difícil delimitar las acciones internas y externas, nacionales y  transnacionales que hoy conforman un acto corrupto.  Aún reconociendo esas limitaciones, todavía pueden distinguirse variables internas y externas relativas a los países, que están asociadas y contribuyen a la proliferación de tales hechos delictivos. Tales variables se conocen en términos metodológicos de análisis como correlatos de lo sucedido.
Las investigaciones empíricas que se realizan dentro y entre las naciones demuestran que la corrupción esta negativamente correlacionada con los montos del producto interno bruto, con las tasas de crecimiento, los niveles de inversión, el gasto social; con la protección y cumplimiento de los derechos humanos, las libertades civiles, la integración de los mercados internacionales, los montos del comercio exterior, la voluntad de los jueces y funcionarios públicos para cumplir con el debido proceso, las motivaciones del logro personal y al acceso equitativo de las oportunidades. También esta negativamente correlacionada con el acceso a los medios institucionalizados que promueven el desarrollo personal, el mejoramiento en el nivel de vida material personal o familiar, conforme a los tiempos en que vivimos, y al bienestar mayoritario de un pueblo, dando preferencia a los pobres y a los miserables.
Asimismo, encontramos que la corrupción esta positivamente correlacionada con la impunidad, el autoritarismo, el liderazgo excluyente, el continuismo de una misma clase política en el poder, las élites oligárquicas en las organizaciones gremiales y sociales, la desigualdad en la distribución del ingreso, el número de pobres y miserables en la población total del país, los montos de capital muerto, el desorden territorial urbano, la apropiación ilegal de tierras, las restricciones en el acceso a medios de movilidad social, la migración desordenada hacia el extranjero y sin la debida documentación, el número de puntos ciegos en las fronteras y las aduanas del país, la existencia de maras y del impuesto de guerra a los negocios, el poder discrecional de la autoridad por encima de la norma y de los procedimientos establecidos, la informalidad en los mercados y los particularismos para hacer leyes y resolver trámites de aparente aplicación común, nacional o universal.
En balance, concluimos que la corrupción tiene efectos negativos en la vida de las naciones. Socava el estado de derecho, el imperio de la ley. Crea un impuesto invisible pero efectivo que encarece los negocios y traspasa ese costo a los pobres  y a las poblaciones más vulnerables del país, que son quienes menos pueden soportar dicha carga. Detiene el desarrollo económico, la evolución y fortalecimiento de las instituciones hacia la democracia, niega las libertades personales y las de tipo social, y fomenta el conflicto de clases sociales y la inestabilidad al interior de los partidos políticos.
Espero que éste haya sido un análisis oportuno sobre la corrupción, al menos para Honduras.
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