Nuestro compromiso con nuestros jóvenes.

Por: Luis Cosenza Jiménez

El pasado 30 de noviembre se clausuró el año escolar, habiéndose cumplido con los 200 días de clase. 

Justificadamente se aplaudió el haber alcanzado este hito, necesario, aunque no suficiente, para asegurar una educación de calidad para nuestros jóvenes. Claramente que, a pesar de ese loable logro, resta muchísimo por hacer para asegurar una educación de calidad para las nuevas generaciones.  En este contexto es oportuno analizar un artículo publicado por la BBC el pasado 6 de diciembre sobre las pruebas PISA que, para medir la calidad de la educación, patrocina la OCDE.

La OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, es un ente integrado por países desarrollados para promover la cooperación y fomentar el desarrollo económico. Como parte de sus actividades, pratrocina una prueba internacional para medir la calidad de la educación en ciencia, matemáticas y lectura.  La prueba “busca medir no solo si los estudiantes pueden reproducir conocimientos, sino si pueden extrapolar lo aprendido y aplicarlo a situaciones poco familiares, dentro y fuera de la escuela. 

Este enfoque se debe a que las economías modernas recompensan a los individuos no por lo que saben, sino por lo que pueden hacer con lo que saben”. Este año participaron estudiantes de 72 países, logrando los primeros lugares Singapur, Japón, Taiwan, Hong Kong y Finlandia.  De nuestro continente los cinco mejores lugares fueron conquistados por Chile (en la posición 44), Uruguay, Costa Rica, Colombia y México (en la posición 58).  Honduras no participó, pero como puede verse, Latinoamérica logra resultados muy pobres en la prueba.

La prueba también corroboró lo que ya sospechábamos. Los resultados indican que los estudiantes pobres son tres veces más proclives a mostrar un mal desempeño que los estudiantes provenientes de familias con mejor posición económica.  Esto por supuesto ampliará la notable desigualdad que ya aqueja a nuestro continente y es, al menos parcialmente, consecuencia de la calidad de la educación impartida en las escuelas privadas y las públicas.

El director de educación de la OCDE, Andreas Schleicher, menciona que los adolescentes que no reciben los fundamentos básicos están siendo marginados, ya que “entrarán al mercado de trabajo sin estar equipados con las herramientas que necesitan”.  Agrega además que “si vienes de una familia pobre y tu única oportunidad en la vida es tu educación, si no te dan los elementos básicos en ciencia, matemáticas y lectura, nada te salvará”. 

Señala que “en el pasado las economías de América Latina fueron generosas. Podías encontrar un trabajo sin grandes habilidades.  Esto es mucho, mucho, más difícil hoy en día”. Finaliza diciendo que “el mundo esta cambiando rápidamente y mi mayor preocupación es que las exigencias a los jóvenes están cambiando mucho más rápido que la calidad de la educación.”

Para reforzar los comentarios de Schleicher, esta semana las noticias daban cuenta que Amazon, el gigante que usa el internet para sus ventas, está experimentando con supermercados sin cajeros.  Usando tecnología inalámbrica, sus clientes pueden comprar y salir del supermercado sin pasar por cajas registradoras y el pago de su compra es luego cargado a su tarjeta de crédito.  Si el experimento es exitoso, millones de personas que actualmente laboran como cajeros quedarán sin empleo.

El mercado laboral cambia rápida y drásticamente, impulsado por los avances tecnológicos. Los trabajadores de mañana ya no competirán con otros que hacen el mismo trabajo por menos dinero. Los cambios tecnológicos eliminarán muchos de los empleos que requieren poco conocimiento o habilidad.  Hacia allá nos encaminamos, y la única forma de lograr y mantener un empleo será contar con educación de calidad. 

Debemos, por tanto, comenzar con urgencia a dar los pasos para mejorar la calidad de nuestra educación, comenzando con participar en las pruebas PISA.  Si no lo hacemos, nuestro compromiso con nuestros jóvenes se convertirá en nuestra deuda con nuestros jóvenes.

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