El terror de Jimmy

Por: Thelma Mejía

Tegucigalpa.– El 31 de agosto el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, evidenció ser presa del terror. No era para menos, dos militares de su entorno estaban siendo capturados y Morales y sus colaboradores atribuyeron la acción a la labor del colombiano Iván Velásquez, coordinador de la CIGIC. El colombiano se estaba pasando del límite, aseguraron.

Así lo deja ver el destacado analista Edgar Gutiérrez en su artículo “En la orilla del desbarranque”, donde expone una serie de motivos que habrían llevado al presidente guatemalteco a envalentonarse y ponerse su mejor disfraz de comediante para anunciar “el terror judicial” de la CICIG por encausar a personajes impensables en Guatemala, desde ex presidentes, una ex vicepresidenta, empresarios, funcionarios y políticos. Jimmy Morales y las elites guatemaltecas entraron en terror.

Terror que los llevó a anunciar dos cosas: que la Comisión Internacional contra la Impunidad  en Guatemala (CICIG), no iba más al vencerse el convenio en septiembre de 2019. Luego que el comisionado Iván Velásquez tenía prohibido ingresar a Guatemala porque era un enemigo de la “seguridad nacional” ya que generaba nervios y miedos que podrían “desestabilizar” la democracia guatemalteca.

Los dos actos de la comedia, se hicieron, uno flanqueado por las fuerzas del orden y uno que otro ministro; el otro en una rueda de prensa. En ambos Morales se mostraba “fortalecido” por sus decisiones, sabía que se está jugando su última carta pues resulta que las investigaciones de la CICIG llegaron hasta él al descubrir un financiamiento ilícito de campaña electoral que ha llevado a su partido, FCN- Nación, creado por los militares, a entrar en un proceso de cancelación por parte del Tribunal Supremo Electoral de ese país.

Un antejuicio en contra del presidente Morales está en curso, donde las batallas contra la impunidad y corrupción han arreciado en contra de la CICIG y haciendo que surjan los falsos nacionalismos de patriotismo y soberanía, un fantasma que parece también querer instalarse en Honduras.

El terror de Jimmy no es para menos. Su hijo y también el hermano del mandatario están siendo investigados por irregularidades y se mantienen en prisión preventiva. La CICIG llegó a generar un tsunami político tras ocho años de instalación, siendo el comisionado Iván Velásquez el que más golpes ha dado de la mano de la ex fiscal guatemalteca, Thelma Aldana.

De ahí que el gobernante señalara a Velásquez y a la CICIG de generar un “terror judicial” en Guatemala. Sus acciones envalentonadas para dar la estocada final a la CICIG y la lucha anticorrupción ha dividido a Washington, pues mientras el Secretario de Estado, Mike Pompeo, dice a Guatemala que respetan su “soberanía” y apoyarán una CICIG “renovada”, los congresistas republicanos y demócratas le piden a Pompeo retractarse y anuncian batallas internas para frenar a Morales en su afán por disolver la CICIG. Los cabildeos se han intensificado también en Europa, mientras el pueblo guatemalteco se ha puesto de pie a favor de la CICIG y su comisionado Velásquez.

Las Naciones Unidas, por su parte, mantienen a Velásquez en el cargo, no designarán sucesor como se los exige el presidente Morales, y en Guatemala los recursos legales a favor de Velásquez no cesan mientras en algunos poblados el presidente Jimmy Morales ha tenido que dar marcha atrás al declararlo non grato cuando se aprestaba a inaugurar eventos gubernamentales.

Los guatemaltecos parecen no estar dispuestos a retroceder en el terreno ganado en materia anticorrupción, la batalla parece que será intensa. Morales podrá haber ganado algo de aliento pero no la batalla final, aún Washington no le ha dado un cheque en blanco y la gente está y volverá de nuevo a las calles.

Tiene razón el presidente Morales de estar aterrorizado. Las elites corruptas e impunes de Guatemala le acuerpan y la guerra será sórdida. En ese país la lucha contra la corrupción se está jugando el todo por el todo en una región centroamericana de vuelta convulsa, como en el pasado. El hilo conductor de esa convulsión tiene tres elementos comunes: impunidad, corrupción y autoritarismo. La historia aún no se escribe. Tiene razón el comediante de estar nervioso y aterrorizado.

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