El precio es la libertad

Por: Pedro Gómez Nieto
Asesor y Profesor CISI

El futuro llama a la puerta alumbrando sociedades transformadas por una tecnología que modifica las relaciones personales, las comunicaciones, la forma de trabajar, de vivir. La maquinaria automatizada inteligente sustituye el trabajo manual, de bienes y servicios. Sobrevivirá el trabajo creativo, intelectual, artesanal, el técnico especializado. Un robot no descansa ni enferma, no se equivoca, no se jubila. Los androides, robots con aspecto humano, ya realizan trabajos domésticos, de compañía, de seguridad. En la película “Identidad sustituta” Bruce Willis muestra el futuro de la tecnología biocibernética. El empleado permanece en su casa mientras el androide sustituto acude al trabajo. Hoy día ya se labora desde el domicilio conectados a las redes, interactuando con personas y soportes mediante plataformas digitales.

Isaac Asimov en su relato “Circulo vicioso” establece las tres leyes de la robótica. Primera: “Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”. Segunda: “Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley”. Tercera: “Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley”. Postulados que inspiraron la película “Yo, robot”, protagonizada por Will Smith.

El futuro de la robótica no se encuentra en construir androides a imagen del hombre, que también, sino en integrar al robot en el cuerpo humano para mejorarlo. Comenzamos en 1958 cuando se le insertó un marcapasos a una persona para regularle los latidos del corazón. Hoy se investiga en prótesis auditivas, visuales, mecánicas, hasta llegar al exoesqueleto que utiliza a Matt Damon en la película Elysium. Su antepasado fue un brazo artificial fabricado por General Electric en 1965 que superpuesto al brazo de una persona levantó 340 kilogramos.

Son los “Ciborgs”, unión del organismo humano con la cibernética. Ciencia que estudia la comunicación y el funcionamiento automatizado de sistemas eléctricos y mecánicos, integrados en estructuras dotadas de procesadores, nano-microchips, adosados, insertados, conectados al cuerpo para monitorearle, protegerle y elevar exponencialmente sus prestaciones. Se experimenta con materiales como el titanio, el grafeno, y la “madera metálica”, revolucionario compuesto basado en el níquel. Tecnología de especial interés para las fuerzas armadas de algunos países, por razones obvias.

La inteligencia artificial ya tiene capacidad para formar parte de cualquier equipo doméstico, laboral, profesional, de movilidad, de ocio, con los que comunicarnos mediante kinemas (gestos) y la voz, sin necesidad de tocar una pantalla o teclado. El siguiente paso son las maquinas relacionándose entre ellas sin nuestra intervención. Incluso la telefonía podrá situarse debajo de la piel, no es ciencia ficción, Neil Harbisson es la prueba. Se trata del primer individuo “ciborg” reconocido por un gobierno, el inglés. En el 2004 le fue implantado en el cráneo una antena para escuchar las frecuencias (sonidos) que emiten los colores, incluidos los invisibles al ojo humano.La antena le permite conectarse a Internet, también comunicar directamente su cerebro por telefonía.

El precio pagado es la libertad. Vivimos interconectados al mundo renunciando a nuestra privacidad e intimidad, atributos del ser humano. No hay alternativa posible. Estamos acoplados a las redes y nuestras vidas descargadas en plataformas y servidores. Igual que en la trilogía Matrix las personas están enchufadas a la realidad virtual, las sociedades están conectadas a ordenadores, telefonía celular, bandas magnéticas, equipamiento inteligente… Formamos parte del universo de los “metadatos”, conjunto de datos de los que se extrae información de interés para terceros con la que se negocia y trafica. La empresa Cambridge Analytica, dedicada al análisis y minería de datos utilizó la información personal de 87 millones de usuarios en Facebook para crear perfiles psicológicos con los que comerciaba. Entre sus clientes estaba el equipo de campaña presidencial de Donald Trump. Somos un recurso informático, agrupados por rangos, características y patrones.

Asimov decía que “lo más triste de la vida es que la ciencia reúne el conocimiento más rápido que la sociedad reúne la sabiduría”. Sabiduría para saber integrar la tecnología en el desarrollo de nuestra humanidad que nos permita acercarnos al Creador, en lugar de intentar sustituirle repitiendo el pecado de Adán y Eva en el jardín del Edén, el de la soberbia.

“La independencia fue mi deseo; la dependencia fue mi destino.” -Paul Verlaine-

 

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