Tegucigalpa – Una fotografía de una niña indígena hondureña, lograda por el periodista gráfico Gustavo Amador, de la Agencia Centroamericana de Noticias (Acan-Efe), figura entre las cuatro obras ganadoras de la III Bienal de las Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras 2014.
La fotografía muestra el rostro de una niña de unos diez años, de la etnia tolupán, con una expresión y una mirada profunda que reflejan un presente y pasado marcados por la pobreza y el abandono en que ha vivido esa tribu.
Los topupanes, uno de los ocho grupos étnicos que viven en Honduras, subsisten en las montañas limítrofes entre los departamentos de Francisco Morazán (centro) y Yoro (norte).
Otra de las obras ganadoras de la III Bienal de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) es una escultura en cerámica que lleva por nombre «Hermanos contra hermanos», con técnica terracota, de la serie «Los durmientes», cuyo autor es Darío Rivera.
El tercer premio de la Bienal le correspondió a la pintura «Exodo», de Rubén Salgado, quien plasmó en el lienzo a niños inmigrantes del Triángulo Norte de Centroamérica, que integran El Salvador, Guatemala y Honduras, arriesgando su vida en un tren para llegar a Estados Unidos en busca de sus padres u otro familiar.
«La obra está inspirada en el segundo libro de la Biblia, ‘Exodo’; los niños van huyendo del faraón, de la violencia, del crimen en sus países», explicó Salgado a Efe el día de la premiación, que se celebró el pasado miércoles en el Centro de Arte y Cultura de la UNAH en la capital hondureña.
Se trata de «niños que dejaron la escuela a temprana edad para jugar con el trencito, dejando las huellas de sus pies y sus zapatos en los laberintos de los desiertos y montañas para cruzar la frontera entre México y Estados Unidos», agregó el pintor, formado en las aulas de la Escuela Nacional de Bellas Artes en Tegucigalpa.
La premiación se completó con la escultura «El Arca», en la que su autor, Orlando Roque, emplea una técnica mixta con algunos materiales reciclables.
La directora del Centro de Arte y Cultura de la UNAH, Olga Joya, resaltó la calidad de los cuatro artistas y su obra.
La III Bienal de las Artes Plásticas fue dedicada al maestro hondureño, ya fallecido, Arturo López Rodezno, uno de los fundadores de la Escuela Nacional de Bellas Artes hace siete décadas.
La fotografía de Gustavo Amador, quien trabaja para Efe desde hace casi diez años, fue hecha en la Montaña de La Flor y lleva por título «Tolupanes, entre la miseria y el olvido».
«El proyecto busca aportar a la memoria colectiva preservando, a través de una técnica adecuada, la identidad de los indígenas tolupanes de la tribu San Juan, que por años han vivido en extrema pobreza y olvidados», indicó Amador, quien con su cámara también ha ganado varios concursos a nivel nacional y centroamericano.
Añadió que ha buscado documentar además la belleza natural, rasgos ancestrales y la fisonomía de los tolupanes, que se va perdiendo por el meztizaje.
Con su propuesta, Amador también pretende «preservar el patrimonio cultural y que las etnias hondureñas no se extingan».
El profesional hondureño, quien ha trabajado en medios locales y además estudió pintura en la Escuela Nacional de Bellas Artes, utilizó en la Montaña de la Flor «un lenguaje visual fluido que representa la antigüedad de la etnia tolupán viviendo en el presente».
El jurado de la III Bienal de la UNAH lo integraron los maestros Consuelo Mencheta (española), Susan Krause (canadiense), Juan Calderón Salazar (mexicano) y César Cartagena (guatemalteco), quienes tras una rigurosa selección dieron a conocer el pasado día 15 las cuatro obras ganadoras.
La rectora de la UNAH, Julieta Castellanos, quien no pudo estar en la ceremonia por otros compromisos con la máxima casa de estudios del país, se congratuló por el alto nivel profesional del jurado y la calidad de las obra galardonas.
Castellanos ha impulsado importantes reformas en la UNAH que incluyen aspectos en materia de docencia, investigación científica, la construcción de obras físicas como un Palacio de los Deportes, un edificio administrativo y espacios culturales, entre otros, que son compartidos por la comunidad universitaria y el pueblo hondureño.