El marido de la adolescente tenía 35 años, según el diario «Osun Defender».
La menor, Wasila, confesó haber disuelto matarratas en la comida del esposo y el resto de comensales, un crimen que justificó en que había sido obligada a casarse con un hombre al que no amaba.
«La sospechosa alegó que no quería a su marido y, por eso, optó por envenenarlo. Los cadáveres han sido llevados al hospital para practicarles la autopsia», añadió la portavoz policial.
Los matrimonios infantiles y forzados son una práctica común en el norte de Nigeria, de mayoría musulmana y donde las costumbres locales permiten este tipo de uniones.
El matrimonio forzoso afecta a 400 millones de mujeres en el mundo y se extenderá a 142 millones de niñas más durante esta década, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).