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Un viaje sensorial por los futuros alternativos al ciclo alimentario

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Londres – ¿Cómo sería un futuro donde las plantas pudieran comunicarse con los humanos? ¿O uno en el que los ladrillos e incluso las vajillas estuvieran hechos de estiércol de vaca? El Museo Victoria&Albert demostró hoy que estas realidades no son tan improbables en la muestra «COMIDA: Más grande que el plato».

A lo largo de varias estancias de color rosa pastel, la pinacoteca londinense ofrece un recorrido sensorial por el ciclo alimentario, desde el compost hasta el plato, e invita a reflexionar en torno a dos interrogantes: ‘¿Qué comemos?’ y ‘¿Cómo lo hacemos?’.

«La exposición se celebra en un momento clave en el que la alimentación y nuestra relación con ella es un tema cada vez más importante a nivel mundial», apuntó el director del Victoria&Albert, Tristram Hunt, durante la presentación.

Dividido en cuatro secciones (Compostaje, Agricultura, Comercio, Consumo), diversos artistas, comunidades y organizaciones innovadoras presentaron sus propuestas para conseguir que la alimentación del futuro sea más sostenible, justa y deliciosa.

La exhibición, que brinda un punto de vista diferente del sistema alimenticio, «no pretende juzgar lo que la gente debería o no comer, sino más bien generar una conversación con el visitante y hacerle pensar sobre el futuro de esta práctica», destacó una de las comisarias, Catherine Flood.

‘¿Qué comemos?’ es una de las decisiones más importantes que se deben tomar cada día, y el acto en sí pone de manifiesto que cada individuo como consumidor es al mismo tiempo productor de una serie de residuos.

En la actualidad, el planeta se enfrenta a una gran amenaza medioambiental, en parte, porque la cultura del ‘tirar y olvidar’ ha llevado a las sociedades a tratar los residuos como algo indeseable.

Con el fin de demostrar que los desperdicios no tienen por qué ser el final del ciclo sino el comienzo de algo nuevo, proyectos como «Kaffeeform» (Julian Lechner, Alemania) o «Urban Mushroom» (Grocycle, Reino Unido) se han expuesto en el espacio «Compostaje».

Ambos utilizan los posos de café usados de las cafeterías para crear, en el primer caso, tazas reutilizables y duraderas, y para cultivar gírgolas o champiñones en el segundo.

Otro, el «Totomoxtle», del diseñador mexicano Fernando Laposse. Emplean hojas secas de coloridas especies autóctonas del maíz criollo de México para crear el totomoxtle, un material de marquetería que fomenta la biodiversidad agrícola.

«Durante los últimos 25 años se ha pedido la diversidad de maíces a pasos agigantados a causa de la producción masiva de maíz transgénico o híbrido que, aunque permite producir más grano en las mismas hectáreas, impide que se puedan volver a plantar sus semillas por su información genética», contó Laposse a Efe.

En la sección «Agricultura», la muestra recopila varias iniciativas que tratan de concienciar sobre los métodos actuales de agricultura intensiva y su relación con el cambio climático, a la vez que anima a la sociedad a reconectarse con la tierra.

Concretamente, el documental «Nuestro pan de cada día» (Nikolaus Geyrhalter, Austria) aspira a «abrir los ojos del mundo» -como reivindican en su descripción- mostrando cómo es la producción industrial de alimentos en Europa.

Por otro lado, la austríaca Helen Steiner da voz a la naturaleza en «Proyecto Florence», el cual hace posible una conversación básica entre plantas y personas, gracias a una interfaz basada en cómo las plantas usan las señales eléctricas y químicas para procesar y responder a estímulos ambientales.

«Mi propuesta traduce las frases de la gente en frecuencias de luz y ofrece una respuesta elaborada a raíz de los cambios en las señales bioeléctricas del vegetal», explicó a Efe la creadora.

El espacio «Comercio» plantea modos de comprar, vender y transportar alimentos mucho más transparentes y alberga productos como la «Cerveza de Abacaxi -de piña» (Atelier Dragäo Baiano, Brasil), elaborada en un área rural en Brasil a partir de energía solar.

Otros como «Banana Story» (Johanna Seelemann y Björn Steinar, Islandia) muestran cómo es la cadena de distribución de un plátano procedente de Ecuador que recorre 8.800 kms. hasta llegar a un supermercado en Islandia.

Por último, en la sala dedicada al «Consumo» se exponen piezas como la del chef español Ferran Adriá que exploran la «Evolución de la cocina» a través de varios dibujos.

También se encuentran, entre otros, el proyecto «La salchicha del futuro» (Carolien Niebling, Suiza) que reivindica una manera frugal de hacer una comida a partir de restos o cortes baratos de carne.

El recorrido finaliza con el Food Lab o Laboratorio de comida, en el que el visitante puede degustar un aperitivo personalizado tras responder cuáles son, a su juicio, los aspectos más importantes del sistema alimenticio.

El Victoria&Albert mantendrá en su catálogo este viaje sensorial a través de más de setenta proyectos contemporáneos hasta el próximo 20 de octubre.

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