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Un monstruo llamado devaluación

Por: Julio Raudales
 
Tegucigalpa.- Mucha algazara genera en los medios escritos, radiales y televisivos, el acelerado deslizamiento que en los últimos meses ha experimentado nuestro lempira con respecto al dólar estadounidense.

 
Para los hondureños este ha sido un motivo de preocupación muy particular por dos razones:
 
Primero, porque nuestra moneda lleva el nombre del héroe que es símbolo de la defensa de la soberanía y dignidad nacional y devaluarlo es empequeñecer su ígnea figura frente a la prosaica moneda americana.
 
Segundo, porque resulta que hasta el más patriota de nosotros, se gasta en promedio 70 centavos de cada lempira en comprar bienes de origen extranjero y esto por supuesto, convierte a la depreciación monetaria en la mayor amenaza contra nuestro estilo de vida.
 
Por lo anterior, es importante hacer algunas consideraciones frente a esta situación; para ello nos podemos auxiliar de la ciencia económica, pero también del sentido común.
 
Aunque existe todo un abanico de elementos vinculados al tipo de cambio nominal, es importante entenderlo en su faceta política; es decir, las autoridades lo utilizan para alcanzar algunos de sus objetivos económicos.
 
En algunos países, el precio de la moneda (tipo de cambio nominal), fluctúa libremente con respecto a las monedas extranjeras, a esto se le llama flotación limpia, este es el caso de Estados Unidos, China, Japón, Europa, Chile, México, Colombia, Perú y otros.
 
En otras naciones, las autoridades monetarias deciden intervenir el tipo de cambio utilizando diversos mecanismos y en diferentes grados. El Salvador, Ecuador y Panamá por ejemplo, manejan el más fijo de todos los anclajes monetarios: Han renunciado a tener moneda propia y utilizan el dólar americano para sus transacciones.
 
Por supuesto que en ellos la devaluación es cero.
 
En Honduras, como en otros países, el Banco Central hace una programación del valor del lempira, considerando el incremento en el precio de nuestros productos, el de los extranjeros y el valor de las monedas de los países con los que más tenemos comercio.
 
Con esa combinación se efectúa a diario una subasta pública de dólares que es la que determina el precio del lempira frente a la divisa estadounidense.
Cuando se tiene tipo de cambio fijo u otro tipo de régimen intervenido como el nuestro, es necesario que el Banco Central acumule reservas internacionales y dependiendo de la abundancia o no de estas, la devaluación se acelera o ralentiza.
 
Pero a la pregunta ¿Por qué nuestra moneda se devalúa tanto en los últimos meses? Vale la pena responder utilizando la lógica que nos provee la ciencia, más allá de las consideraciones de la política económica.
 
Lo primero, es que para financiar nuestras importaciones es necesario adquirir dólares y en Honduras lo hacemos mediante tres vías: Las exportaciones, las remesas familiares y otras donaciones del extranjero y la inversión de empresas extranjeras en nuestra tierra.
 
Pero sumando los dólares que nos ingresan por estos 3 rubros, apenas se financia un 80% de lo que importamos, por esta razón, el Banco Central debe completar el pago de estos gastos al resto del mundo utilizando sus reservas de dólares.
 
Para evitar que este pago sea excesivo, las autoridades ponen menos dinero en la subasta diaria de divisas y esto hace que el valor del dólar tienda a ser más alto. Con ello se busca que la gente decida comprar menos productos importados y de esta forma equilibrar el presupuesto familiar y nacional.
 
Es decir, la devaluación es un resultado y no una causa. El problema no es que el Banco Central decida poner menos dólares en la subasta diaria. La verdadera razón de nuestro padecer, es que no hemos sido capaces de producir más y mejores bienes para exportar.
 
Es por ello que urge reactivar el Programa Nacional de Competitividad que hemos abandonado y que requiere de acciones público-privadas conjuntas, integrales y racionales, de modo que el país experimente cambios estructurales que le permitan dar mayores oportunidades, tanto a sus trabajadores como empresarios.
 
Las acciones aisladas no producen nada, solo frustración. Mantener un tipo de cambio artificialmente bajo es la vía rápida para conseguir una crisis (si no pregunten a los venezolanos). Solo el volvernos más productivos hará que nuestro lempira se haga fuerte. La acción del gobierno es clave, pero también la de los ciudadanos.
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