
Como debieron haberlo esperado nuestros políticos, don Donald Trump ha comenzado un proceso de repatriación masiva de quienes permanecían ilegalmente en Estados Unidos. Debimos haber estado preparados para ello, pero la realidad es que nuestros políticos piensan que las promesas de campaña no se cumplen. El espectáculo más triste lo brindó el presidente colombiano, don Gustavo Petro. Cuando le informaron que se aproximaban a ese país un par de naves aéreas cargando a personas repatriadas, sin pensarlo inmediatamente decidió impedir que esas naves aterrizaran en su país y en efecto, no pudieron hacerlo. Olvidó que el señor Trump es igualmente impulsivo que él y haciendo gala de su poder, ni corto ni perezoso, de inmediato decidió que le pondría un arancel de un 25% a las exportaciones de Colombia a Estados Unidos. Después de que alguien le explicó que a don Gustavo que Colombia no podía hacer frente a esa situación sin sufrir irreparable daño económico, no tuvo más alternativa que dar marcha atrás haciendo el ridículo y demostrando su debilidad. Es evidente que estamos frente a una nueva realidad en Estados Unidos, que estamos en los tiempos de la diplomacia basada en la fuerza, y que eso tendrá un efecto fundamental y severo nuestros países. Lo lógico, lo prudente, hubiese sido prepararnos para esa situación. Pero no fue así. A pesar de ello, no tenemos más alternativa que alistarnos adecuadamente para lo que viene. Eso sin embargo requiere renunciar al enfoque ideológico y abrazar el pragmatismo. ¿Será eso posible? Lo dudo mucho, pero veamos la situación en más detalle para que cada uno llegue a sus propias conclusiones.
Para comenzar, recordemos que nuestro caso se ha complicado aún más. Las relaciones con Estados Unidos se han manejado de manera confrontativa e ideológica. Los resultados podemos verlos ahora. En el primer viaje que realiza el nuevo canciller del Gobierno de Estados Unidos, don Marco Rubio, pone en evidencia el deterioro de nuestras relaciones. En ese viaje don Marco visitará 5 países, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, República Dominicana y Panamá. Todos ellos tienen en común su oposición al régimen dictatorial de Nicolás Maduro. El gran ausente es Honduras, precisamente por el apoyo ciego que nuestro gobierno le brinda a don Nicolás. La ausencia de Honduras pone de manifiesto que el Gobierno de Estados Unidos no nos ve como amigos sino como enemigos o al menos opositores. Mientras tanto ya llegaron a San Pedro Sula los dos primeros aviones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos cargados con emigrantes retornados. Esto es tan solo el inicio. Seguramente veremos llegar muchos más aviones y muchos más compatriotas retornados. Todo esto se traducirá en más desempleo, pobreza y eventualmente hasta en más inseguridad. La situación empeorará sin que ahora tengamos la válvula de escape con que anteriormente contábamos. Todo esto se traducirá en una situación sumamente difícil sin que ahora podemos contar con la ayuda de quién anteriormente nos dedicábamos a denigrar y a insultar. Tal vez la magnitud del problema haga que nuestros gobernantes reflexionen y enmienden su proceder. Ojalá que yo esté equivocado y que nuestros gobernantes muestren su espíritu pragmático y de buen sentido común, pero lo dudo.
Para entender la magnitud del problema basta con recordar que actualmente hay cerca de un millón y medio de migrantes que cuentan con orden de repatriación y que estos proceden de un centenar de países. Sin embargo, hay cuatro países, El Salvador, Guatemala, Honduras y México que concentran un millón de estos casos, cada uno con aproximadamente un cuarto de millón. Es decir que en nuestro caso deberemos encontrar unos 250,000 empleos más para que estos compatriotas puedan sobrevivir. A esos empleos hay que agregar los necesarios para eliminar el desempleo con el que ya contamos. Una tarea titánica en la cual ineludiblemente necesitaremos el apoyo de quien nuestro gobierno considera un enemigo.
Por otro lado, la designación de don Marco Rubio es muy interesante. Por primera vez un descendiente de cubanos es el secretario de Estado. Don marco es enemigo declarado de la dictadura cubana y de don Nicolás Maduro. Ha ofrecido un plan para deshacerse de don Nicolás sin tener que derramar sangre o a invadir el país. No conocemos todavía los detalles del plan, así que habrá que esperar. No obstante, es evidente que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y Venezuela pasarán por momentos muy difíciles y que con un poco de suerte la democracia retornará a esos países. Veremos qué sucede. Lo que es evidente es que como decíamos en nuestra escuela primaria “para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo”.
Lo que también resulta evidente es que para Donald Trump no hay medias tintas, ni posiciones ambivalentes. Se es amigo o se es enemigo. Ser amigo no garantiza nada, pero ser enemigo garantiza que se sufrirá de las medidas que toma don Donald para salirse con la suya. Si se opta por enfrentarlo más vale estar bien preparado para ello. Y nuevamente acá debe primar el pragmatismo. Debemos estar seguros de que si damos la batalla tendremos posibilidades de triunfo, sino sufriremos la misma humillación que sufrió Gustavo Petro. Dada nuestra situación de total dependencia del acceso a los mercados de Estados Unidos, debería ser evidente que no tendremos éxito en ninguna confrontación con Donald Trump. Por lo tanto, deberíamos evitar la confrontación y encontrar mecanismos para colaborar en la solución del problema migratorio. Esto por supuesto supone abandonar nuestra postura ideológica y confrontativa y adoptar una conducta pragmática. Nuevamente pregunto, ¿será esto posible, o estamos pidiéndole peras al olmo? Solo el tiempo nos dirá.
Ya suficiente daño ha causado el gobierno con la denuncia del tratado de extradición. No obstante, continuamos por la vía de la confrontación. La amenaza pueril de obligar al cierre de la base de Palmerola podría tener profundas y sumamente negativas consecuencias. Nuestra debilidad es mucho más grande que la de Colombia, pero no hay peor ciego que quien no quiere ver. Ojalá que me equivoque, pero me temo que más temprano que tarde buscarán enfrentar a don Donald y todos sufriremos las consecuencias, o veremos a nuestra gobernante sufrir un golpe más duro que el que le recetaron a Petro.