Tokio acoge la primera retrospectiva del ‘Andy Warhol’ japonés, un artista que marcó época

Tokio – Tokio acoge desde este mes la primera gran retrospectiva de Keiichi Tanaami, el ‘Andy Warhol’ japonés, un artista y diseñador gráfico conocido por su estilo único donde hacía uso de elementos tanto de la cultura nipona como de la estadounidense.

El artista nipón falleció el pasado 9 de agosto a los 88 años, dos días después de la inauguración de esta exposición en el Centro de Arte Nacional en Tokio, una muestra cronológica en honor a su carrera que destaca sus diversas facetas y sus obras más representativas.

Natsu Onodera, comisaria de esta retrospectiva, explicó a EFE las grandes simpatías del artista nipón por figuras del arte pop, su particular estilo que abarca collages, pinturas, películas y esculturas, y su compromiso con su obra, ya que era “un artista las 24 horas del día”.

Un artista ‘pop’ polifacético

Tanaami comenzó como diseñador gráfico y luego se expandió a diversas formas de arte, un camino que le permitió fusionar estilos e influencias que van desde el dibujo y la pintura hasta la colaboración con marcas de moda.

Su estilo, marcado por el uso de colores vivos y la mezcla de imágenes grotescas con elementos de la cultura popular estadounidense y figuras clásicas del arte japonés, varió gracias a sus logros profesionales como cuando fue nombrado director de arte de la versión japonesa de la revista mensual Playboy en 1975.

“En 1970, fue a Nueva York y disfrutó mucho de la cultura ‘underground’ (…) “Vemos grandes influencias en sus trabajos y en esta época comenzó a trabajar mucho para el diseño gráfico de revistas”, añadió Onodera sobre una de las múltiples ramas artísticas del ‘Andy Warhol’ japonés.

En el mundo de la moda, marcas como Adidas o Mary Quant ofrecieron al artista nipón colaboraciones, eventos que él aprovechó para situarse en el estilo de la época, por ejemplo la estética “hippie” de su colaboración con Mary Quant en los años 60.

El séptimo arte fue otra de las grandes pasiones de Tanaami, un artista que desde su infancia se aficionó al cine y a la animación, especialmente a las películas de Hollywood y las de Disney.

Betty Boop, Mickey Mouse o Popeye fueron algunos de los personajes que utilizó en sus animaciones y, también en sus pinturas, caricaturas que no separaban su visión del arte del pensamiento de su infancia.

La vida personal y su obra

Oriundo de Tokio, a los 8 años vivió el bombardeo que redujo a escombros la capital japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, un suceso que se le quedó grabado y que trasladó a su obra en diversas épocas de su carreras.

“La Segunda Guerra Mundial fue un acontecimiento muy importante para él, se pueden ver muchas influencias desde el primer período hasta ahora”, explicó a EFE la comisaria nipona, quien añadió que en los 60 hizo varios carteles que tituló “No más guerra”.

“Para él era un recuerdo muy negativo, pero en sus obras se da cuenta que puede usarlas como imágenes pop” (…) “Para él hacer arte era un medio de negar el miedo a la muerte”, reflexionó Onodera.

En los años 80, el pintor japonés tuvo que ser hospitalizado cuatro meses por contraer tuberculosis, una enfermedad que le causó fuertes alucinaciones que recogió posteriormente en sus obras.

El artista comenzó en esa misma época a escribir un diario de sus sueños donde anotaba las imágenes de sus alucinaciones, lo que tiene conexión con la psicodelia de sus futuras obras.

Influencia de sus mayores ídolos

Aclamadas internacionalmente en los últimos años, sus obras han compartido sala con algunos de sus referentes artísticos más notables como Andy Warhol o el pintor español Pablo Picasso.

Las obras del artista estadounidense animaron mucho a Taanami durante su carrera, ya que las trayectorias de ambos fueron similares al comenzar ambos como diseñadores gráficos y terminar como artistas.

La admiración de Tanaami hacia Picasso se plasmó en su proyecto durante la pandemia COVID-19 para crear “más de 700 copias de sus cuadros”, y que la comisaria de la muestra tokiota catalogó como “una colaboración”.

“Podemos ver muchos de los personajes de Tanaami en la copia de los cuadros de Picasso” (…) “Copiar sus obras era como una medicación para él, aprendió cuándo debía dejar de crear su propio arte”, concluyó Onodera. EFE

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