Del chileno Samuel Orellana son los versos “Alturas de Calama” a su compatriota Iván Zamorano, quien a fuerza de goles se abrió paso en grandes equipos de Europa, lo mismo que en su país, para el que también defendió la camisa de la selección.

ALTURAS DE CALAMA

"Del aire al aire, como una red vacía,
iba Zamorano entre las canchas y la
atmósfera, llegando y despidiendo.
En las infinitas claridades de las

praderas de Maipú era una melena en
busca de pelota:
Helo allí Helo allí suspendido en
el aire Iván Luis Zamorano Zamora.

Dando vueltas desde sí mismo hasta
dar con las piernas de su madre.

Y dale oh!. Y dale oh! se escuchaba en
el desierto de Atacama, en las eternas
y fosforescentes camisetas fundidas por
el cobre y arriba brillando el sol.

¿Y quién fue el salvador de ese pueblo
condenado?

Su sino fueron las cordilleras de Chile:
Cobresal y Cobreandino en una plegaria
que se cruzó con el infinito del desierto
donde los nevados no fueron otra cosa que espinas.

Y así como su frente fue la corona que
ciñó de sangre el horizonte,
nuestro héroe cruzó el Atlántico de un
puro salto para cabecear el sol del invasor
a quinientos años del pitazo inicial.

Pero Zamorano volvió a cumplir el sueño
de su padre, a llenar de goles los lagos,
las llanuras, las vertientes, las termas
y cuánta cosa, no?

Una vez más suspendido sobre el cielo,
diluyéndose entre auras,
el eterno cobre de Chile.

De las alturas el Pichichi cayó a lo más
genital de lo terrestre y el desierto negó
su melena y repartió sus vestiduras:
Cobreloa 4 Colo-Colo 0

y el pétreo, sulfúrico y recontra infinito
desierto de Atacama le mostró el rojo
del cobre: la tarjeta con la sangre
del pueblo de Chile.

Sube a nacer conmigo, Zamorano.

Dame la mano desde la profunda
zona de los goleadores expulsados.
No volverás del fondo de las redes.
No volverás del túnel subterráneo.
No volverá tu frente endurecida.
No volverá tu acento castellano.

Sube a nacer conmigo, Iván Bam Bam
Zamorano".