Honduras ha experimentado en 2010 la difícil recomposición de una democracia minada por la severa crisis política que abatió este país centroamericano debido a la crisis política que alcanzó su punto más alto, el 28 de junio de 2009, cuando el ex presidente Manuel Zelaya fue sacado del poder tras pretender instalar una constituyente que le permitiera perpetuarse en la silla presidencial, pese a la prohibición expresa de un tribunal de justicia.
Abatido por la suspensión de relaciones con gran parte de naciones del mundo y en medio de una severa crisis económica y política, el poder fue recibido por el presidente electo, Porfirio Lobo Sosa, el 27 enero de 2010, para suceder en sus funciones al gobernante interino Roberto Micheletti, quien ocupó la primera magistratura desde la salida del Zelaya, por una decisión del Parlamento hondureño.
Desde entonces, el camino ha sido tortuoso y va desde un extenso recorrido para lograr el restablecimiento de relaciones con el resto del mundo, la reinserción de Honduras en foros internacionales y las negociaciones con los organismos cooperantes y crediticios, en las que se han empezado a alcanzar frutos positivos.
El escenario ha mostrado una creciente inseguridad producto de actividades del crimen organizado que han sentado poderosas bases en Centroamérica según lo han reconocido los estamentos de poder a nivel continental.
La crisis económica se ha sentido profundamente en una escasa canasta básica que en los últimos meses del año ha mostrado altos precios debido a que los múltiples embates naturales devastaron los cultivos, destruyeron las vías de acceso y demolieron gran parte del sector.
A las dificultades económicas hay que agregar la crisis en el sistema educativo que dejó a los más de dos millones de estudiantes del sistema público con un déficit de al menos un 50 por ciento en lo que respecta a los esenciales 200 días de clases que requiere el currículo básico.
La conflictividad en el agro se reavivó en 2010 debido a una vieja deuda en tema de reforma agraria integral y a la ocupación de tierras por grupos campesino. Al tema se le suman complicaciones de grupos que podrían buscar desestabilizar al gobierno o que pudieran ser parte del rimen organizado según lo han expresado autoridades de Seguridad.
Otros eventos ligados a la falta de trasparencia en varios entes estatales y abusos de funcionarios mantienen al país en niveles indeseables en materia de corrupción, aunque también se mostraron avances como la publicación inédita de los morosos con el fisco nacional, sin exclusiones de ninguna naturaleza.
En sufrimiento de los migrantes hondureños que viajan especialmente al norte de América en la búsqueda de las oportunidades que su país les niega llegó a su clímax en agosto de 2010 cuando una masacre en México cobró la vida de decenas de hondureños en medio de un rosario de abusos físicos y psicológicos.
La salud de los hondureños enfrentó las peores dolencias en décadas al sufrir epidemias de dengue, H1N1, leptospirosis y otros males, propios de la falta de políticas profilácticas adecuadas.
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