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Sócrates pasa la Navidad en prisión cuando se cumple un mes desde su ingreso

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Lisboa – José Sócrates, jefe del Gobierno portugués durante seis años, cumple hoy su primer mes en prisión, período en el que mantuvo una relación epistolar con el país y durante el que recibió numerosos apoyos desde el seno de su partido, el socialista.

Primer ministro entre 2005 y 2011, Sócrates pasa este año las Navidades en el centro penitenciario de Évora, una cárcel que curiosamente autorizó reformar durante su mandato y que está reservada para policías y autoridades.

Su detención y posterior entrada en prisión conmocionó a Portugal, que se convirtió así en uno de los pocos países a nivel mundial que ve cómo un antiguo primer ministro acaba entre rejas, algo que no ocurrió con otros líderes envueltos en escándalos judiciales, como el italiano Silvio Berlusconi o el francés Nicolás Sarkozy, entre muchos otros.

El que fuera secretario general del Partido Socialista luso -hoy principal grupo de la oposición- está acusado de los delitos de fraude fiscal, blanqueo de capitales y corrupción dentro de la llamada «Operación Marqués», en la que también se han visto implicados su chófer, Joao Perna, su amigo y empresario Carlos Santos Silva, así como el abogado de éste, Gonçalo Trindade.

El caso se encuentra todavía en la primera fase, la de investigación. Pese a que ya se han impuesto medidas de coacción para los cuatro, la Fiscalía tiene que confirmar si avanza o no con la acusación, para lo que tiene un plazo máximo de un año.

Si el Ministerio Público considera que hay suficientes pruebas en su contra, quedaría todavía pendiente la fase de instrucción -en la que se vuelven a revisar todos los indicios- y sólo después se procedería al juicio.

En la práctica, esto supone que Sócrates puede permanecer como máximo hasta tres años y cuatro meses en prisión preventiva.

El antiguo mandatario socialista, que antes de su arresto ejercía como comentarista político en la cadena pública RTP, fue detenido en la noche del pasado 21 de noviembre en el aeropuerto de Lisboa, nada más aterrizar procedente de París, donde había establecido su residencia habitual.

Durante tres días consecutivos durmió en dependencias policiales mientras era interrogado por el juez encargado del caso, quien optó por decretar su entrada en la cárcel ya en la noche del 24, lo que hizo que Sócrates no llegara hasta el centro penitenciario de Évora -a 120 kilómetros de Lisboa- hasta la madrugada del 25.

Una comunicación de la entidad financiera de la que es cliente José Sócrates fue el origen de una investigación que permitió detectar «operaciones bancarias, movimientos y transferencias de dinero sin justificación».

Filtraciones a medios lusos apuntan a que el ex primer ministro mantenía oculta una fortuna de veinte millones de euros a través de un testaferro, su amigo Carlos Santos Silva, aunque de momento la Justicia lusa no ha dado detalles de forma oficial.

El escándalo, de enormes proporciones para un país de 10,5 millones de habitantes -y que se suma al protagonizado en el plano financiero por el Grupo Espírito Santo apenas unos meses antes-, ha hecho correr ríos de tinta y ha empañado un 2014 en el que Portugal logró salir del rescate y volver a crecer después de tres años consecutivos en recesión.

Sócrates, de 57 años, ascendió al poder como un líder carismático, optimista y con dotes de oratoria. Socialista poco ortodoxo y visto como impulsor de una especie de «Tercera Vía» a la portuguesa, logró una mayoría absoluta pero acabó su mandato con sus niveles de popularidad por los suelos.

Después de más 25 años en la política, al dirigente socialista ya había sido asociado por la Justicia a otros casos de corrupción, aunque no llegó a ser acusado por ellos.

El ex primer ministro luso, al que el juez ha prohibido conceder entrevistas, se ha defendido en este primer mes desde la cárcel a través de tres cartas enviadas a diferentes medios lusos y en todas ellas proclama su inocencia.

Hasta el centro penitenciario de Évora se han desplazado una decena de políticos socialistas para mostrarle su apoyo, algunos de ellos con cargos de responsabilidad, como es el caso del actual líder del grupo parlamentario, Eduardo Ferro Rodrigues, el responsable del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, António Guterres, o el fundador del PS, Mário Soares.

De hecho, se especula largamente en Portugal sobre el impacto que puede tener su encarcelamiento en las opciones electorales de su partido, que encabeza los sondeos y espera desbancar a la coalición conservadora que ocupa el Gobierno en las próximas elecciones, programadas para 2015.

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