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Rusia probará cohetes antes de autorizar un nuevo vuelo tripulado a la EEI

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Moscú – La agencia espacial rusa Roscosmos llevará a cabo tres lanzamientos con cohetes Soyuz a modo de prueba antes de enviar una misión tripulada a la Estación Espacial Internacional (EEI), a fin de garantizar la seguridad de los cosmonautas tras el aterrizaje de emergencia de una nave rusa el pasado día 11.

«El cohete Soyuz solo será lanzado después de que la investigación haya identificado las causas de la emergencia y se hayan tomado las medidas apropiadas para prevenir una repetición de esa situación en el futuro», indicó el director ejecutivo de Roscosmos, Serguéi Krikaliov, en una rueda de prensa en el Centro de Entrenamiento Cosmonáutico Yuri Gagarin, en las afueras de Moscú.

En virtud de las normas en vigor, «tiene que haber al menos un lanzamiento no tripulado antes de un vuelo tripulado», explicó, pero en esta ocasión no será solo uno, sino tres.

«Planeamos la próxima misión tripulada para principios de diciembre, pero antes queremos llevar a cabo tres lanzamientos no tripulados. Queremos asegurarnos de que nuestros astronautas y cosmonautas estén seguros», señaló.

En concreto, se trata de un lanzamiento desde la estación espacial de Kuru, en la Guayana francesa, de un vehículo no tripulado y de un carguero Progress.

Esas pruebas con el cohete portador Soyuz-FG son necesarias antes de emplearlo de nuevo para llevar una nave Soyuz al espacio.

El portador Soyuz-FG fue el que lanzó el 11 de octubre desde el cosmódromo ruso de Baikonur, en Kazajistán, la nave Soyuz MS-10 al espacio, pero después de dos minutos de ascenso se produjo un fallo que obligó el cosmonauta Alexéi Ovchinin y el astronauta de la agencia espacial estadounidense NASA Nick Hague a iniciar un aterrizaje de emergencia.

La cápsula recuperable se eyectó al activarse el sistema automático de emergencia y, tras descender de modo balístico, aterrizó a unos 25 kilómetros de la ciudad de Zhezkazgán, sin que sus dos tripulantes resultaran heridos.

La causa preliminar del fallo, que investiga una comisión especial, fue una colisión entre la primera etapa del cohete cuando se estaba separando de la segunda.

Krikaliov confirmó hoy este extremo y dijo que una «situación similar ocurrió en 1986, cuando la primera etapa golpeó a la segunda y el lanzamiento normal del cohete fue interrumpido».

Los datos telemétricos recibidos en tierra tras el incidente hace siete días se parecen a lo ocurrido entonces, indicó el director ejecutivo de Roscosmos, une teoría que apoyan además datos de una cámara especial que demuestra que una parte de la primera etapa del cohete golpeó a la segunda.

La comisión que investiga el accidente ha enviado los fragmentos del cohete recuperados en la estepa kazaja a una planta en la ciudad industrial de Samara, al sureste de Rusia, para determinar exactamente qué provocó el fallo.

La NASA ha compartido toda la información que recibió directa o indirectamente el día del incidente, incluidas imágenes de los fotógrafos de la agencia espacial estadounidense, especificó el responsable de Roscosmos.

También la Agencia Espacial Europea (ESA, en sus siglas en inglés) ha ofrecido toda su cooperación en las pesquisas.

A la espera de un informe definitivo sobre lo ocurrido hace siete días, los responsables de Roscosmos, en colaboración con sus socios internacionales, deben redefinir el calendario de vuelos a la EEI.

De momento todos los equipos de futuros vuelos tripulados a la EEI ya están formados -deben entrenar juntos de cara a la misión- por lo que Ovchinin y Hague probablemente no podrán volver hacer otro intento de su misión espacial antes de la primavera de 2019.

Lo que sí está claro es que «irán juntos» a la EEI «porque trabajan bien juntos», aseguró Krikaliov.

Por su parte, Ovchinin declaró que él estaba preparado para otra misión «justo después de aterrizar y ahora también, por supuesto».

Alabó la templanza demostrada por Hague durante la emergencia del pasado jueves, al afirmar que el estadounidense, a pesar de que era su primer vuelo al espacio, actuó «como un verdadero experto y mantuvo la calma».

Tras la eyección de la cápsula, Ovchinin y el astronauta estadounidense tenían dificultades para ver algo por la ventana, pero Hague se las arregló para poder calcular la distancia a la Tierra y comunicarla al Centro de Control en el cosmódromo de Baikonur, relató el cosmonauta ruso.

«Nunca vi una pizca de miedo en sus ojos», resaltó Ovchinin, él mismo la templanza en persona.

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