spot_img

Próceres y filósofos

Por: Pedro Gómez Nieto
Asesor y Profesor CISI

A los filósofos se les recuerda popularmente por sus frases. Por ejemplo aquella de Pitágoras: “El principio de la sabiduría es el silencio”. Una lástima para el prócer pepenador no haberla recordado cuando dijo aquello de: “Sin vacuna la mejor forma de combatir la pandemia es que nos contagiemos todos”.

Cual Moisés guiando al pueblo a través del mar Rojo, el profeta que salvará Honduras nos alumbra el camino mientras él se escaquea. Comportamiento que recordamos de cuando animaba al pueblo a sumarse al paro nacional mientras seguía acudiendo a su puesto de trabajo. Comenzada esta guerra biológica criticó al gobierno por sus medidas de confinamiento: “Es una exageración, esta pandemia durará dos, tres días a lo sumo, ya China tiene una vacuna que está utilizando con éxito”. Está sembrado.

De José Ortega y Gasset (1883-1955) se conoce la frase: “Yo soy yo y mi circunstancia” que aparece en su primer libro: “Meditaciones del Quijote”. El ser humano es potencia en movimiento que se desarrolla y transforma durante su vida, “la circunstancia de cada yo”. En 1929 publicó “La Rebelión de las Masas” que contiene párrafos sorprendentes. Pareciera que los escribió mirando una bola de cristal que, a modo de “agujero de gusano”, le mostraba la sociedad hondureña para utilizarla como inspiración. Mientras disfrutamos de su relectura identificamos comportamientos y personajes de la política hondureña.

“Cuando el hombre se pone a hablar, lo hace porque cree que va a poder decir todo cuanto piensa. Esto es lo ilusorio. El lenguaje no da para tanto”. “Esa forma de hablarle a la humanidad la utilizan ignorantes de sus propios límites, quienes siendo por su oficio «los hombres del decir», han usado la palabra sin respeto ni precauciones”. Para Gasset “los hombres del decir” son los políticos cuyo oficio es utilizar la palabra para mostrarle al pueblo el camino a seguir, el que a ellos le interesa, no el que Honduras necesita. “Se ha abusado de la palabra y por eso ha caído en desprestigio”, apostilla.

No existe en la historia palabra más versátil que “pueblo”. En su nombre surgieron religiones, construido y masacrado civilizaciones, emergieron estadistas que la honraron, trileros que la utilizaron, y dictadores que la prostituyeron. Es una infamia que políticos fracasados la utilicen para subir perfil y sacar beneficios espurios. Ese “pueblo” no es sinónimo de sociedad sino de “grupo” poblacional, que identifico en los artículos como “manada”, sesgo cognitivo de conducta gregaria que se estudia en la psicología aplicada a la «inteligencia humint».

Ortega y Gasset los llama “la masa”, sumatorio de “hombres-masa”, que define así: “Es un tipo de hombre hecho de prisa, montado sobre unas cuantas y pobres abstracciones. Vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado, de aquí que esté siempre en disponibilidad para fingir ser cualquier cosa. Tiene solo apetitos, cree que tiene solo derechos y no cree que tiene obligaciones”. Llevamos demasiado tiempo escuchando a profetas del agujero negro orgánico buscar justificaciones donde esconder su fracaso político. Insultando y calumniando al gobierno e instituciones, al Ejército y Policía Nacional, incluso a las autoridades de organismos internacionales. Con su profundidad de pensamiento el pepenador explica el motivo: “El presidente de la República tiene a todos comprados”. ¡Guau! Parafraseando a Gasset, ignorante de sus limitaciones el lenguaje político no le da para más.

“La disposición a imponer a los demás como regla de conducta su opinión y sus gustos, se halla tan enérgicamente sustentada por algunos de los mejores y algunos de los peores sentimientos inherentes a la naturaleza humana, que casi nunca se contiene más que por faltarle el poder”. “Definimos el lenguaje como el medio que nos sirve para manifestar nuestros pensamientos. Lo de menos es que sirva también para mentir”. Razona Gasset mostrando la miseria espiritual de algunos políticos, «los hombres del decir».

El síndrome de la banda presidencial afecta gravemente a los próceres, quienes se encargaron de contagiar a “la masa” como señala el filósofo. Menos mal que algún tarúpido encontró la solución para confrontar y vencer la pandemia: “sin vacuna la mejor forma de combatirla es que nos contagiemos todos”. En el mundo van ya unas 300 mil personas que siguieron el consejo y se contagiaron, el Covid-19 no les molestará más, descansan para siempre.

“Esa forma de hablar la utilizan ignorantes de sus propios límites”. -Ortega y Gasset-

 

Más de Pedro Gómez Nieto

spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_imgspot_img