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Primero el perro, aunque sea «aguacatero»

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Tegucigalpa – Entre los miles de hondureños que han tenido que ser evacuados por las graves inundaciones que sigue causando la depresión Eta, no ha faltado el también conocido como «el mejor amigo del hombre»: el perro.

«A mi perro no lo dejo», «el perro va con nosotros», «el perro va adelante» o «suban al perro a la lancha», son frases que civiles y militares que están participando en operaciones de rescate con lanchas en zonas urbanas y rurales, han escuchado en estos días de la nueva emergencia causada por la naturaleza que sufre Honduras.

Esos perros que centenares de familias rescatadas no dejaron abandonados a su suerte al momento de salir de sus hogares inundados de agua y lodo, en busca de un albergue, se han llevado portadas en diarios y aparecido en pantallas de la televisión.

Algunos iban en la proa de lanchas a motor o remo, en las que eran transportadas familias enteras de comunidades inundadas.

LOS FIELES «AGUACATEROS»

Esos mismos canes, que también están sufriendo con sus amos los embates de Eta, en su mayoría tienen algo en común, son «aguacateros», como se le conoce en Honduras a esos que nunca tuvieron ni tendrán pedigrí que les certifique con una raza hasta al menos tres generaciones, aunque entre los damnificados no han faltado algunos llevando mascotas, por lo general pequeñas, que algo tienen de raza.

Los perros «aguacateros» de Honduras, principalmente en el área rural, son los que salen corriendo a recibir a su amo cuando regresa a casa del trabajo, primero que sus hijos, ladrando y agitando su cola, incluso hasta lamiéndole el rostro en una expresión quizá más que humana.

Esos mismos canes «aguacateros», pobres como más del 60 por ciento de los casi 9,5 millones de habitantes que tiene Honduras, son los que juegan con los niños, que los cuidan y que no permiten que otro extraño de su especie se acerque a la casa, la que cuidan también de los ladrones.

Tan generosos son los perros «aguacateros» hondureños, que son capaces de compartir con gatos en la misma casa, con los que quizá nunca convivirá uno de pedigrí, peor si es de esos poderosos que tienen una presión al morder de hasta 2.000 libras (909 kilos) y que a diario deben correr al menos dos kilómetros para que no los mate el estrés.

«AGUACATERO» RESCATADO POR BOMBEROS

Los «aguacateros» rescatados con sus amos, en comunidades como Ciudad Planeta, del municipio de La Lima, en el departamento de Cortés, en el norte del país, también son parte de los albergues abiertos para damnificados, hombres, mujeres y niños, incluidas personas de la tercera edad.

Algunos «acuacateros», fieles a su amo, también lo acompañaban hoy en el techo de la casa, que les sirvió a muchos de Ciudad Planeta como refugio para no ser arrastrados por las inundaciones que afectan a toda la región norte del país centroamericano.

De Ciudad Planeta hoy salieron muchas personas a pie, algunas con el agua a la rodilla, entre las que figuraban quienes cargaban su «aguacatero» en brazos. En otros casos, menos inundados, los llevaban tirados por una cuerda al cuello, como si fueran de paseo.

Los «aguacateros» hondureños no saben de comidas importadas con concentrados de carne o pollo; tienen un estómago «todoterreno», comen incluso huesos que pudieran romperles el aparato digestivo, o arroz, que no es recomendado porque se les cae el pelo, y son pocos los que son llevados a un veterinario si se enferman.

Un «aguacatero», con o sin dueño, también trascendió esta semana en las redes sociales, al ser rescatado con cuerdas, desde un puente, por elementos del Cuerpo de Bomberos, de las aguas de un caudaloso río en el sector de Sabá, departamento de Colón, en el Caribe hondureño.

En el arte de la caricatura, los «aguacateros» hondureños y su lealtad con el amo, tienen a «Pijiriche», la mascota del reconocido analista y caricaturista Allan McDonald, que plasma en sus obras.

«Pijiriche» se parece mucho a algunos «acuacateros» flacuchos, que se les puede contar las costillas; que no tienen dueño, comen lo que encuentran en la calle o recipientes de basura. Son los callejeros, «por derecho propio», cuya «filosofía de la libertad fue ganar la suya sin atar a otros y sobre los otros no pasar jamás», como el de la canción que dejó el cantautor argentino Alberto Cortez.

Los «aguacateros» son, de los niños y los viejos hondureños, en las buenas y en las malas, sus mejores amistades. 

JS

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