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Perinatología: el campo que nació en Uruguay y lleva 50 años vigilando partos

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Montevideo – El camino hacia la reducción de la mortalidad infantil no ha sido fácil en Latinoamérica pero los hitos que conducen a ella tienen denominador común: un centro que, creado hace medio siglo por científicos uruguayos, «parió» en Montevideo el campo de la perinatología.

Hacia la década de 1950 la Organización Panamericana de la Salud (OPS), reconocida en 1949 como Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las Américas, comenzó a preocuparse por la elevada mortalidad de las embarazadas y los recién nacidos.

En una época en que los partos comenzaban a darse masivamente en los hospitales, la formación del personal de salud, que aún no contaba con los conocimientos adecuados, fue uno de los aspectos a solucionar en el proceso que llevaría a la creación de un centro latinoamericano especializado en perinatología.

LA PRIMERA CONTRACCIÓN

Según relata en entrevista con Efe el pediatra uruguayo y exprofesor de neonatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar) José Luis Díaz Rossello, en la década de 1960 existía en Uruguay un grupo «muy fuerte» de investigadores y médicos que estudiaba la fisiología y los riesgos vinculados al parto.

La fortaleza de los uruguayos en el campo, que motivó la llegada de profesionales de la región a formarse en el país, se debe, en parte, al que para Díaz Rossello fue el «hito creador»: el hallazgo alcanzado por los médicos y profesores de la Facultad de Medicina de la Udelar Hermógenes Álvarez y Roberto Caldeyro Barcia hacia 1947.

Fue en el Hospital Pereira Rossell de Montevideo donde Álvarez y Caldeyro midieron por primera vez en el mundo la presión de una contracción uterina y determinaron las unidades que debían utilizarse para ello, las hasta hoy conocidas como «Unidades Montevideo».

A raíz del hallazgo y las siguientes investigaciones de los uruguayos, en el entonces Servicio de Fisiología Obstétrica de la universidad uruguaya comenzó a gestarse una nueva disciplina denominada «perinatología».

En 1970 y, según Díaz Rossello, con el fin de «tratar de cerrar la gran brecha entre el conocimiento científico y las prácticas», la OPS creó en Montevideo el primer centro dedicado a la atención de la madre y el recién nacido en las Américas, el hoy Centro Latinoamericano de Perinatología/Salud de la Mujer y Reproductiva (CLAP/SMR).

UN CENTRO EXCEPCIONAL

Para el doctor Díaz Rossello, discípulo de Caldeyro que ingresó al CLAP en el año de su creación y lo acompañó durante su medio siglo de historia, el centro, que está en plena celebración de su aniversario, se destaca por su labor incansable de cooperación técnica en salud perinatal en más de 40 países de Latinoamérica y el Caribe.

«El significado de esto se expresa en que todo el mundo conoce en los servicios de salud lo que es el CLAP e incluso el carnet que llevan las embarazadas durante el embarazo es igual en todos los países. Este hecho es un hecho único a nivel mundial», resalta.

En la misma línea se expresa el asesor regional en salud perinatal de la OPS, Pablo Durán, quien reconoce que fue por las contribuciones del centro, impulsado por Caldeyro, que se creó el concepto de la «perinatología» o estudio del momento del nacimiento.

El especialista señala así que los esfuerzos del centro fueron clave para detectar y reducir las causas de la mortalidad en niños menores de cinco años desde unos niveles que eran «altísimos» y a su vez resalta el trabajo que se continúa haciendo en esa línea.

«El CLAP ha contribuido mucho al estudio de la prematuridad, hay trabajos publicados en este sentido que son considerados hoy a nivel mundial como señeros (…) y en este momento está liderando junto con otros socios el abordaje de los defectos congénitos desde la vigilancia, la investigación y el cuidado en toda la región», subraya.

UNA MIRADA A FUTURO

Para el asesor regional de salud materna de la OPS, Bremen de Mucio, la prevalencia de factores como la mortalidad materna, que Naciones Unidas propuso reducir al mínimo inevitable como parte de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030, hace del CLAP un actor fundamental.

«El día que la mortalidad materna solo sea la inevitable, que las mujeres vean que sus derechos son respetados en todos los servicios de atención, que no hay violencia contra ellas, que no hay trato deshumano, ahí yo creo que cumplimos el objetivo y ese día debería ser el día en el que el CLAP debería desaparecer», reflexiona De Mucio.

De forma similar, para Díaz Rossello, en tanto un centro «de enorme prestigio» con una estructura técnica regional afianzada en su Sistema de Información Perinatal y una visión de salud pública debe, sin perder sus criterios fundacionales, seguir avanzando.

A lo que puntualiza que el CLAP se ha ido adaptando a las nuevas tecnologías, al contnar hoy con un sistema de información para dispositivos móviles y plataformas gubernamentales, y, asimismo, ha respondido con una nueva solución ante la pandemia.

«Si algo de novedad el CLAP puede poner en este momento además de su tarea crónica y de servicio es que ante la pandemia tuvimos una respuesta de introducir en los países en todos los idiomas (…) un sistema que permite registrar las embarazadas que son COVID positivo y sus recién nacidos», concluye.

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