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Pandillas y crimen organizado, una relación indisoluble que amenaza seguridad regional

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Tegucigalpa – El reciente anuncio por parte de Washington sobre sanciones contra tres líderes de pandillas de la Mara Salvatrucha (MS-13) localizados en EEUU, aunado a la creciente violencia generalizada especialmente en el Triángulo Norte de Centroamérica, demuestran la relación indisoluble con organizaciones del crimen organizado.

– El gobierno hondureño ha procedido a trasladar a importantes cabecillas de pandillas a celdas aisladas y de máxima seguridad para evitar que éstos sigan ordenando crímenes.

– El Salvador registró en marzo pasado el mes más violento de los últimos 10 años. En cerca del 50 por ciento de los homicidios tuvieron participación las pandillas.

– En octubre de 2012, la Mara Salvatrucha se convirtió en la primera banda de delincuencia callejera que el Departamento del Tesoro denominó como organización de crimen transnacional.

Ciudades como San Salvador (El Salvador), Tegucigalpa y San Pedro Sula (Honduras) son consideradas las capitales de pandillas en Centroamérica, siendo la M18, MS13 y ahora Los Chirizos los que monopolizan actos delictivos como asaltos, extorsiones, violaciones, asesinatos, disputas callejeras, venta de drogas y otros crímenes.

La estrecha relación entre las pandillas y el crimen organizado hace que estas estructuras adquieran matices “profesionales” en cuanto a la comisión de delitos y ejecución de homicidios en el Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala).

arabeConsultada por Proceso Digital, la criminóloga hondureña Arabesca Sánchez, recordó que hace unos años una de las maras (MS-13) más predominantes del país, fue considerada como estructura de crimen organizado transnacional debido a sus fuertes ramificaciones, capacidad organizativa, económica y operativa para cometer sus fechorías.

La categorización fue para la MS-13 a nivel global y se estudia la estructura que tiene la M18, otra de las pandillas que opera fuertemente en Honduras.

Sanciones de Washington

Las sanciones de EEUU fue para uno de los fundadores de la MS-13 y miembro de la banda «Seven & Eleven», José Luis Mendoza; el pandillero de los «Western Locos» Eduardo Erazo Nolasco; y el miembro de los «Hollywood Locos» Élmer Canales Rivera. 

Encarcelados en una prisión de El Salvador, estos tres pandilleros «siguieron dirigiendo las actividades» de grupos de la Mara Salvatrucha en Estados Unidos, según un comunicado emitido por el Departamento del Tesoro.

«La MS-13 se encuentra entre las bandas criminales más peligrosas y en rápida expansión de todo el mundo, y representa una amenaza directa a las comunidades de Estados Unidos y toda Centroamérica», dijo el director interino de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Tesoro (OFAC), John E. Smith.

«Las actividades de la MS-13, desde el tráfico sexual al de drogas, son reprobables y deben ser detenidos. Las sanciones interrumpirán estas actividades ilícitas y ayudarán a proteger aún más a Estados Unidos y al sistema financiero internacional contra el abuso», añadió el director interino.

Se estima que la Mara Salvatrucha cuenta con 30 mil miembros, repartidos en El Salvador, Guatemala, Honduras y México, y además se encuentra activa en 40 estados de EEUU, donde ocho mil personas respaldan las acciones de la banda, según el Departamento del Tesoro.

Peligro en Honduras

La también funcionaria del Observatorio de la Violencia de la UNAH, Arabesca Sánchez, recordó que hace unos años las pandillas se diferenciaban del crimen organizado porque utilizaban todos los recursos que obtenían a través de sus actos ilícitos. Era una especie de ganancia repartida entre sus miembros en partes iguales.

delitos“Ahora lo que estamos viendo es que con esa nueva categorización que el departamento de Estado le dio a la MS, comenzamos a ver por ejemplo que en el país, ya hay unidades de transporte que son propiedad de pandillas, ya hay algunos bienes inmuebles que son de su propiedad”, contó.

Remarcó que para el año 2000, las pandillas tienen un fuerte impulso del crimen organizado, sobretodo en el Triángulo Norte de Centroamérica y México, que es donde se potencian para convertirse en lo que ahora son.

Las pandillas comenzaron por brindar servicios locales de seguridad a importantes capos del hampa, además custodiaban sus cargamentos de drogas y la hacían de gatilleros, reformó la experta criminalística.

Fue así que “cerraron esos asocios entre el 2000 y el 2010, ya para finales de la década pasada, comenzamos a ver que la pandilla comprende que quienes estaban haciendo el trabajo eran ellos y quienes estaban administrando el trabajo eran ellos y quien tenía el control territorial eran ellos, entonces empiezan a trascender y el crimen organizado comienza a pagarles con droga, con armas y se ven obligados a abrir el tema del narcomenudeo en los territorios que controlaban”, desmenuzó Sánchez.

Crecen nuevos delitos

balaAnte ese vínculo indisoluble de pandillas y crimen organizado, crece la necesidad de reclutar más jóvenes, incluso por la fuerza, lo que da lugar al desplazamiento forzado, despojos de viviendas y otros bienes para instaurar base de operaciones criminales.

“Una característica derivada de este proceso fue que prosperó la industria del sicariato, cobro del impuesto del guerra y toda lógica de control territorial”, apuntó Sánchez.

Todo este flagelo también produjo las luchas de pandillas entre sí, disputas con el crimen organizado y los cuerpos de seguridad del Estado, lo que ha cobrado la vida de millares de personas en los últimos años.

A criterio de Sánchez, “hay una diversidad de actores que entran a una dinámica de violencia que finamente comienzan a tener como único saldo, estos grandes niveles de violencia homicida que se han visto en la última década”.

“La relación que hay entre las pandillas, crimen organizado y la violencia es estrecha, está tan poco marcada en este momento que no me atrevería a decir, en donde comienza y donde termina, esa frontera se ha vuelto muy difusa”, estableció.

Pandillas mueven tapete
de violencia en El Salvador

salvaBasado en su análisis, la criminóloga prevé que lo que sucede actualmente en El Salvador repercutirá en Honduras porque cuando se habla de carteles, éstos tienen influencia en los países donde operan; “ese fenómeno afectará las mismas estructuras de los países vecinos”, agregó.

“En una lógica similar, creo que estaría sucediendo en este caso, porque mientras nosotros teníamos los niveles de violencia más elevados en el tema de homicidios para Centroamérica, en El Salvador las pandillas se dirigían a un diálogo y a un pacto que por una temporada les funcionó, ese pacto se rompe hace algunos meses atrás y la violencia comienza a recrudecer nuevamente”, detalló.

Cabe señalar que este fin de semana nueve presuntos pandilleros de la Mara 18 murieron en un enfrentamiento con las fuerzas del Ejército en el Cantón Ulapa, en Zacatecoluca, departamento de La Paz de El Salvador.

Más de 20 elementos de los cuerpos de seguridad han sido asesinados por pandilleros sólo en lo que va del presente año en El Salvador.

trasladoHonduras comienza a tomar precauciones

Hace unas semanas comenzó en el país el traslado de importantes cabecillas de pandillas hacia celdas de máxima seguridad ubicadas en recintos militares y policiales.

La justificación de las autoridades hondureñas es “segregar” estos jefes de pandillas y evitar que sigan ordenando crímenes en todo el país.

Pese a estas acciones de las autoridades, se comenzó a ver en el país como se activaron ciertos niveles de violencia, los que son relacionados con el accionar de pandillas.

Ante esta circunstancia, la criminóloga Sánchez dijo que “los últimos acontecimientos ha habido capturas por parte de la Policía de varios líderes que están fuera, operando en las calles con la famosa estrategia estatal de la recuperación de territorios”.

La funcionaria del Observatorio de la Violencia no descarta que las recientes muertes de empleados del transporte público, así como el asesinato de dos destacados políticos tengan relación con las acciones de “aislar” a los importantes cabecillas de pandillas.

“El clima de violencia se ha reactivado y no puede diferenciarse entre esa línea tan sutil que hay entre las pandillas y el crimen organizado, de bandas criminales comunes y la violencia que se desata a veces desde la propia estructura del Estado”, asentó.

Sánchez puntualizó que “esta vorágine de violencia, relativa en esta dinámica de grupos, no va a tener fin hasta que el Estado no comience a poner como uno de los objetivos centrales en su política de seguridad, el eje de la prevención”.

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