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“No tengo ni idea que hace un diputado pero vote por mi y le cuento”

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Tegucigalpa – No tengo la menor idea de los que hace un diputado, pero sí usted vota por mi se lo cuento,- la anterior es una proposición acuñada por un candidato parlamentario durante su campaña, no en Honduras, sino en Brasil, aunque las coincidencias parezcan extremas.
 

«¿Qué hace un diputado federal? La verdad, no tengo ni idea, pero vote por mí y se lo cuento» decía textualmente el payaso Tiririca, quien fue electo como diputado federal, con el mayor apoyo popular en Brasil.

La escena que se replica en América Latina empezó a tomar fuerza en Honduras en las últimas jornadas electorales pero su impulso mayor se visualiza de cara a las elecciones internas y primarias que marcan el rumbo del proceso general de 2013, donde la ciudadanía escogerá al presidente del país y designados, diputados al Congreso Nacional y al Parlamento Centroamericano, alcaldes y Corporaciones Municipales .

Y es que de la experiencia del payaso Tiririca no es difícil saltar al ruedo político hondureño donde las figuras del espectáculo son colocadas en posiciones electorales para tratar de rescatar los decaídos deseos de llegar a la urna y depositar el sufragio de un electorado desencantado frente al consuetudinario incumplimiento de ofertas y promesas electorales que parecieran bajar de los cuernos de la luna.

El abstencionismo, un reflejo natural

En Honduras, durante el proceso interno anterior, realizado el 30 de noviembre de 2008, poco más de 2.9 millones de hondureños no acudieron a las urnas, con motivo de las elecciones primarias. Esta ausencia representó un 66.31 por ciento de abstención.

Pese a ello, en las elecciones generales realizadas en noviembre de 2009, las autoridades electorales hondureñas informaron oficialmente que el abstencionismo bajó a 38 por ciento en relación al 45 por ciento que se registró en los comicios generales de 2005.

“Estas son las elecciones más votadas en la historia democrática de Honduras” afirmó en su momento el magistrado presidente Saúl Escobar. Analistas locales atribuyeron la recuperación de votos a la necesidad de los hondureños en restaurar el sistema democrático resquebrajado tras la crisis política de mediados de 2009 que dejó fuera del poder al entonces presidente Manuel Zelaya.



Las promesas en el país de Alicia

Las aventuras subterráneas de “Alicia en el país de las maravillas”, quedan cortas cuando en Honduras se pronuncian con certeza frases que rezan: voy a acabar con el desempleo, basta de violencia e inseguridad, no más niños sin clases, no más hospitales sin medicinas, basta de compras directas y de actos de corrupción, no más devaluación monetaria, cero hambre …. Entre una interminable cantaleta, generalizada entre los aspirantes a cargos de elección.

El disco se repite entre los aspirantes de partidos tradicionales y se prolonga al resto de los que encabezan los institutos políticos recientes y que pese a ser noveles, tampoco tienen crédito ciudadano debido a que sus fundadores y principales figuras ya gobernaron y durante sus gestiones solo recetaron más de lo mismo.

Todo ocurre mientras más de la mitad de la Población Económicamente Activa de Honduras, conformada por 1,8 millones de personas, están en el paro.

Igualmente, el sistema hospitalario nacional se encuentra semiparalizado y tiende a agudizarse frente a la anunciada sumatoria de los médicos y otros actores del sistema a una huelga que mantienen las enfermeras desde hace cerca de un mes.

En tanto, los 60 mil maestros del sistema público se aprestan, como suelen hacerlo regularmente, a un paro de labores denominado “asambleas informativas”. Sus demandas siempre están ligadas a incumplimientos salariales. Su movimiento deja sin clases a más de dos millones de escolares.

Para matizar el corolario, en congreso hondureño ha anunciado la intención de aprobar una adjudicación directa que sustituya al prometido sistema de licitación para adjudicar el manejo de los fondos que provienen de la tasa de seguridad, un tributo cobrado a la ciudadanía, con el ofrecimiento de acabar con la violencia.

Mientras en el interior hondureño los votantes recuerdan como en cada momento pre electoral nuevamente reciben las visitas de los políticos quienes les hacen las mismas ofertas. Luego, – se quejan los pobladores -, no regresan hasta que nuevamente ocupan el voto.

Así, en poblados como los occidentales San Francisco de Opalaca y San Marcos de la Sierra en Intibucá o Santa Cruz y San Andrés en Lempira, los más pobres de Honduras, según el sistema estadístico oficial, la esperanza sigue pasando cada vez más lejos de las vidas de sus habitantes.

De tal suerte se reedita cada día una vieja historia contada a los votantes campaña tras campaña. Así, Alicia y su sub mundo maravilloso de desvanecen.



Los Tiriricas de Honduras

En Brasil, Tiririca obtuvo más de un millón de sufragios a su favor. Fueron tantos los votos que él ayudó a la elección de por lo menos tres de los candidatos de su coalición partidaria que también está conformada por el partido de los Trabajadores en el poder.

Desde su niñez, este payaso de oficio inició su labor en los circos, se le señala de un casi analfabeta pero tiene el mérito, poco común entre los aspirantes a cargos de elección popular, más en las últimas décadas, de aceptar su debilidad de conocer poco o nada del sistema institucional.

En Honduras, los Tiriricas han aflorado de cara a las elecciones internas y primarias de noviembre de este año.

El bazar electoral ofrece cómicos, imitadores y estrellas televisivas del espectáculo, al par de deportistas y periodistas.

Muchos de estos personajes ya son ubicados por los sondeos, como los más populares entre los electores.

Analistas consultados por Proceso Digital estiman que los “Tiriricas catrachos” podrían ser votados mayormente debido a circunstancias marcadas por la falta de formación política del votante así como por una especie de frustración ante la falta de respuestas obtenidas en las elecciones anteriores.

En ese sentido, el diputado – payaso brasileño, decía en su campaña “Vote a Tiririca, peor de lo que está no va a estar”. La frase hace énfasis en la larga data de las promesas incumplidas, una analogía latinoamericana que los hondureños deberán considerar a la hora de marcar en la papeleta electoral.


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