Mil millones de dólares

Por:Luis Cosenza Jiménez

Esta semana la noticia ha sido la carta escrita por el Vicepresidente Biden al New York Times en la cual informa que el lunes 2 de febrero el Presidente Obama solicitará al Congreso la aprobación de mil millones de dólares para apoyar a los tres países del Triángulo Norte de Centroamérica, El Salvador, Guatemala y Honduras.

Según el Vicepresidente esos recursos serían utilizados para combatir la violencia e inseguridad, para mejorar la gobernanza y para crear un clima favorable para hacer negocios en la región. La noticia ha sido recibida con júbilo y algunos piensan que los mil millones ya vienen en camino y que serán tan sólo la primera cuota de lo que ven como un apoyo anual. No obstante, la situación es un poco más complicada y merece que la analicemos en más detalle. Tratemos entonces de entender la noticia.

En primer lugar, el apoyo mencionado por el Vicepresidente no es una medida aislada sino que forma parte del proyecto de presupuesto que el Presidente Obama ha enviado al Congreso el lunes 2. La medida propuesta para apoyar al Triángulo Norte será aprobada cuando se apruebe el proyecto de presupuesto que suma cuatro billones de dólares (cuatro seguido de doce ceros). Como es de esperar, la aprobación del presupuesto tomará varios meses, por lo que la propuesta, de ser aprobada, se materializará dentro de varios meses.

En segundo lugar, la propuesta debe ser aprobada por un Congreso que controla el partido de oposición. Es ampliamente sabido que el Presidente Obama y el Congreso han asumido una actitud de confrontación y no de colaboración, lo cual hace difícil asegurar que lo que propone el Presidente será aprobado. Esto es particularmente cierto en el tema migratorio, donde el Presidente haciendo uso de facultades controvertidas, ha optado por proceder sin consultar al Congreso. Esto ha resultado en acusaciones de haber transformado la presidencia en una “presidencial imperial” y complicado aún más el diálogo entre el Ejecutivo y el Legislativo. Por otro lado, los Republicanos que controlan el Congreso insisten en el aseguramiento de la frontera, como primer y previo paso a cualquier otra medida. Es decir, en tanto el Congreso no sienta que se ha asegurado la frontera de tal forma que se impida la migración ilegal, la propuesta mencionada por el Vicepresidente Biden tiene pocas probabilidades de ser aprobada.

En tercer lugar, el tema migratorio es fundamentalmente un tema de política interna en Estados Unidos. La migración masiva de menores de edad se convirtió en un instrumento para atacar a la Administración Obama ya que los Republicanos insistían en que la protección de la frontera era tan deficiente que hasta niños e infantes podían cruzarla. La Administración Obama no puede permitirse hacer nada y que la penosa migración de menores de edad se repita cerca de las próximas elecciones presidenciales. Por eso han incluido su propuesta en el presupuesto. Si la partida no es aprobada y se da una nueva migración masiva podrán culpar a los Republicanos por no haber provisto los fondos solicitados. Los Republicanos a su vez dirán que el problema se origina porque la Administración Obama no controla adecuadamente la frontera. En pocas palabras, la inclusión de la propuesta en el presupuesto obedece a un cálculo político y dada la relación entre el Presidente Obama y el Congreso sería un error suponer que la citada ayuda será aprobada rápida y fácilmente. De cualquier forma, la Administración Obama piensa que se habrá blindado de la crítica cualquiera que sea la suerte que corra su propuesta.

Nuestros gobernantes deberían entender cómo funciona la política interna en Estados Unidos. No basta con contar con el apoyo del Ejecutivo; es necesario y obligado lograr el respaldo del Legislativo. Por esa razón los gobernantes deberían preparar una campaña para influir positivamente en los legisladores. De no hacerse eso exitosamente, las probabilidades de la aprobación de la ayuda disminuyen significativamente.

Finalmente, recordemos que se trataría de mil millones a ser utilizados por tres países, sin ninguna garantía de que la iniciativa se repetirá en el futuro. Si bien trescientos millones de dólares es una cantidad importante, la misma palidece frente a las necesidades nacionales. Por otro lado, a mi juicio el combate al narcotráfico y al crimen organizado requiere de un cambio en la fallida política anti-droga de Estados Unidos. Mientras la demanda no disminuya, la droga continuará pasando y destruyendo nuestro país. Es un error permitir que Estados Unidos piense que a ellos les toca poner los dólares, mientras que nosotros ponemos los muertos. Resulta cínico listar las falencias de nuestras instituciones, sin mencionar siquiera que la demanda de drogas en Estados Unidos, sobre lo cual el Presidente Obama propone absolutamente nada, exacerba la violencia, el crimen y la corrupción en nuestra patria.

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