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¿Mandatarios o súbditos?

Por: Luis Cosenza Jiménez

Recientemente el Congreso ha aprobado, o pretende aprobar, proyectos de ley absolutamente impopulares y que aparentemente favorecerían únicamente a los diputados.  Es decir, pareciera que estuvieran empeñados en su propio bienestar, sin importar lo que pensemos quienes, en teoría al menos, somos sus mandatarios.

Todo indica que se ha dado un cambio en nuestras posiciones.  El pueblo, el soberano, ha pasado de mandatario a ser súbdito, mientras que ellos, mediante una transformación milagrosa, pasaron de ser nuestros representantes a ser nuestros amos.  Si lo duda, veamos lo que ha ocurrido.

No hace mucho que incluyeron en el nuevo Código Penal un artículo que se presta para criminalizar la libertad de expresión y la protesta.  Ante el reclamo de la población, encabezada por el Colegio de Periodistas, se comprometieron a derogar el cuestionado artículo, pero a la fecha eso no ha ocurrido.  Luego, al aprobar las Disposiciones Generales del Presupuesto agregaron un artículo que en efecto crea un manto de impunidad. A pesar de la protesta de la población, apoyada esta vez por el CNA, la MACCIH y la comunidad internacional, no han dado marcha atrás.  Posteriormente la MACCIH también informó que, en este mismo tema, lo que se publicó en La Gaceta no fue lo que se aprobó en el Congreso, lo cual es constitutivo de delito.  Esta vez reaccionaron pretendiendo rectificar su proceder mediante la publicación de una Fe de Errata.  Temerosos de lo que podría pasarles, un grupo de diputados se apersonó al Ministerio Público para saber si estaban siendo investigados, aprovechando su visita para justificar el uso de la Fe de Errata como mecanismo idóneo para legislar.  A pesar del rechazo de la población al pacto de impunidad y a todo lo actuado por ellos en este caso, todo sigue igual.  Suponemos que piensan que luego olvidaremos el tema y nada pasará.  En seguida, y como para distraernos, se presentó un proyecto de ley cuyo propósito era controlar y censurar las redes sociales.  Ante el repudio de la sociedad, al parecer han descartado el proyecto, aunque no debería extrañarnos que lo resuciten cuando les convenga.

Por último, han presentado otro proyecto de ley que pretende reformar la Ley de Privación de Dominio.  Algunos de los apologistas alegan que dicha ley contiene disposiciones inconstitucionales, pero el CNA nos informa que ya la Corte Suprema de Justicia se pronunció sobre el tema y decidió que la citada ley no contiene disposiciones inconstitucionales.  Por su parte, la MACCIH también ha manifestado su preocupación por la propuesta reforma, señalando que de ser aprobada, se interpretaría como un retroceso en la lucha que el Estado debe librar contra la corrupción y el crimen organizado.  Lamentablemente, el Congreso pareciera padecer de una aguda, e incurable, sordera.

¿Qué hacer frente a esta situación?  Además de alzar nuestras voces de protesta y de presionar porque el Congreso dé marcha atrás en todos estos casos, me parece que debemos analizar por qué se da esta situación y que habría que hacer para que los diputados en efecto sean nuestros fieles representantes, y no nuestros distantes mandantes.

A mi entender, el origen del problema radica en que en realidad los diputados nunca han sido nuestros representantes.  Son los representantes de la clase política.  Profesan lealtad y obediencia a los políticos que los seleccionan para integrar las planillas. Si lo duda, permítame hacerle una pregunta: ¿Qué diputado lo representa a usted en el Congreso?  ¿A qué diputado acude usted con sus preocupaciones y problemas, y a qué diputado le reclama si el Congreso actúa en contra de nuestros intereses?  En el caso de Francisco Morazán, ¿cuál de los 23 diputados le representa?  A mi juicio, solamente cuando se cuenta con distritos electorales uninominales, es decir, cuando un solo diputado representa a quienes residen en un  circuito, zona, o región, podemos con certeza saber quién nos representa. Solamente en ese caso sabremos a quien acudir con nuestros proyectos y preocupaciones, y solo en ese caso podremos exigirle que nos rinda cuentas en la siguiente contienda electoral.  Es imprescindible que el diputado se deba a quienes votamos por él o ella, y no a los caciques del partido.

Ahora que se habla de reformas políticas, debemos aprovechar para que se adopte la modalidad de distritos electorales uninominales.  Solo así tendremos diputados que nos representen, que entiendan que se deben a nosotros.  Solo así comenzaremos a avanzar en el camino de la democracia.  La decisión es nuestra.  ¿Queremos ser mandatarios o súbditos?

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