Los prestamistas y otros vampiros

Por: Otto Martin Wolf
El interés normal que cobran las tarjetas de crédito a sus clientes (yo prefiero llamarlos víctimas) es del 36%.

Ellos lo justifican diciendo que ese interés altísimo se debe al riesgo que corren si  el cliente no paga.
Cabe aquí preguntarse: porqué le otorgan crédito a gente que no tiene capacidad de pago?
Si usted se tira voluntariamente con su carro al barranco no puede pedir a nadie que le compense por su vehículo.
Es lo mismo; si los bancos otorgan crédito a cualquier persona, allá ellos con el riesgo, son mayores de edad y saben en lo que se meten.
Ellos -los bancos detrás de las tarjetas de crédito- son expertos en analizar si un posible cliente puede pagar o no.
Sabiendo esos riesgos, cómo  otorgan  un crédito que ellos saben no les va poder pagar?
Les dan una tarjeta de crédito a sabiendas de que en un momento de ilusión -o desesperación- la van a utilizar por encima de su capacidad de pago.
Los bancos saben perfectamente que están prestando dinero a quien no puede pagarles, pero toman el riesgo a ver cuánto le pueden sacar.
Bancos y comercios no son diferentes a los agiotistas  que se aprovechan de la gente de pocos recursos y les prestan con tasas exorbitantes, succionándoles la poca ganancia que puedan tener en su puesto del mercado o en su pulpería.
Lo mismo hacen con los pobres cristianos a quienes otorgan préstamos que luego son rebajados por planilla.
Los sueldos  son capados antes de que les entreguen el cheque. Cuando alguien está urgido de dinero firma lo que sea. Los vampiros lo saben y se aprovechan, la gente termina pagando el doble o más de lo que le prestaron.
Pero, además de esos intereses altísimos, los bancos se las ingenian para sacar la poca sangre que  queda en las venas de sus pálidas víctimas.
Es frecuente que ofrezcan extra-financiamiento cobrando varios miles por “gastos de desembolso”. Cuáles gastos? 
Cuánto puede ser el costo de que un cajero entregue el dinero a la víctima? Qué tan costoso  puede ser ese desembolso?
El cajero ya está ahí para cambiar cheques y otras transacciones, la operación contable de desembolso se realiza tecleando furiosamente una computadora, cuál es el costo?
Hay otros cargos ocultos -o no tan ocultos- como “seguro de deuda” en caso de que el cliente muera.  Aquí quizá podrían ser más específicos con el tipo de muerte: “Infarto al recibir el estado de cuentas” o “Muerte súbita debido a fuerte impresión”.
Ellos saben que las deudas pueden conducir a la muerte por suicidio, por eso se aseguran de que si la víctima decide poner fin a su miseria, deje pagada su deuda, el dinero es lo único que interesa.
Y tienen razón, el principal objetivo de un banco (o cualquier negocio) es ganar dinero, sólo que debería de existir un poco de humanidad… estoy delirando?
La “humanidad” no existe  cuando se trata de dinero, por eso debería de haber alguna legislación, algo que verdaderamente “defienda al consumidor”, aunque -o especialmente- si se trata del consumidor de préstamos.
La famosa y temida “Central de Riesgos”, quizá debería de ser quien apruebe o dé el visto bueno cuando se otorga un crédito.
Así sería útil para proteger de sí mismo a todo aquél que –en su desesperación- se puede convertir en víctima fácil de los herederos financieros de Drácula.
El ciudadano pequeño, ese sufridor anónimo explotado por banqueros, agiotistas y otros vampiros,  que actualmente se encuentra solitario ante un mundo comercial y empresarial que no comprende y contra el cual no tiene defensa, debería contar con la protección del Estado; leyes buenas que limiten la explotación y le cuiden esa yugular, tan deseada por los sacadores de sangre. 
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