Miami, (EEUU) – Los periodistas se enfrentan actualmente al dilema de adaptarse a las nuevas tecnologías o permanecer impasibles ante el ciclón que les va a pasar por encima.
Y cuando la circulación de los periódicos de papel está bajando de forma alarmante por el auge de las versiones digitales, esta crisis está ya afectando a los periodistas que ven en peligro sus puestos de trabajo.
Están cambiando también los hábitos de lectura de los ciudadanos que no quieren esperar hasta el día siguiente para leer las noticias de ayer.
Portadas de periódicos de papel.
Las quieren en el momento y no en papel. Y en forma digital en sus teléfonos inteligentes (“smartphones”), donde podrán reenviarlas a sus amigos o familiares.
Y para eso, los periodistas tenemos que reinventarnos antes que dejemos de ser los mensajeros de las noticias o ser reemplazados por robots, como ya está sucediendo con los resultados deportivos.
Los periodistas que cubren la Casa Blanca en Washington son un buen ejemplo, porque ese trabajo lo hice en los años ochenta para la agencia española de noticias EFE.
Periodistas en la Casa Blanca (Foto cortesía María Peña).
Eran otros tiempos y no había aun internet. Nuestra corresponsal en la Casa Blanca, la periodista francesa Anne Leroux, después de cada “briefing”, venía casi corriendo a nuestra oficina, a una distancia de unas cinco manzanas, para escribir su nota y enviarla a Madrid.
La periodista nicaragüense María Peña, actual corresponsal en Washington del diario “La Opinión” de Los Ángeles, me cuenta cómo ha cambiado la sala de prensa de la Casa Blanca, para adaptarse a las nuevas tecnologías.
“Casi todos estamos tuiteando (por Twitter) y algunos transmitiendo en vivo por Facebook los “briefings”, mediante la camarita del teléfono, conectada a la red wifi de la Casa Blanca o propia”, dice Peña, ex colega mía en EFE.
Y todos los corresponsales transmiten directamente desde esa sala de prensa sus notas a su central, ya sea en párrafos de adelanto al instante o en su totalidad.
Periodistas y fotógrafos en acción en el Congreso de EEUU.
Los fotógrafos que se ven siempre en la parte de atrás de la sala de prensa, toman sus fotos digitalmente e inmediatamente las envían, con pies de fotos incluidos, mediante su “laptop” o computadora portátil.
Como han cambiado los tiempos para los periodistas y fotógrafos.
Eso me hace recordar el golpe de estado en España el 23 de febrero de 1981, cuando el coronel Antonio Tejero asaltó el congreso blandiendo amenazante su pistola, mientras otros guardias civiles disparaban al techo.
Los únicos fotógrafos que pudieron sacar dos rollos de fotos, a escondidas en su calzoncillo o zapatos, fueron Manuel Barriopedro y Manuel Hernández de León, de la agencia de noticias EFE, por la que yo trabajaba en Madrid como redactor Jefe.
Pues bien, esas fotos de los dos “Manolos”, tardaron en transmitirse porque cuando llegaron a la redacción de EFE en la calle Espronceda 32, lejos del congreso, en la Plaza de las Cortes, hubo que revelar primero los rollos.
Asalto al Congreso en Madrid, 1981 (Foto Manuel Barriopedro, EFE).
Aun así, Barriopedro ganó el “World Press Photo” de 1982 año. Pero si hubiera tenido en sus manos una cámara digital y conexión a internet se hubieran ahorrado unas dos a tres horas.
Ha surgido también en los últimos años la capacidad de cualquier ciudadano con un celular “Iphone”, que ya es capaz de ser un mensajero de fotos y texto antes que cualquier periodista por estar cerca o en el mismo lugar de los hechos.
Recientemente, un avión de Aerolíneas Argentinas, que volaba desde Miami a Buenos Aires, sufrió fuertes turbulencias cuando sobrevolaba Brasil, con varios heridos y destrozos en la cabina de pasajeros.
Avión argentino que sufrió turbulencias.
Cuando aterrizó finalmente en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, los periodistas y fotógrafos que esperaban para entrevistar a los pasajeros resultaron casi irrelevantes.
Tras las turbulencias, algunos pasajeros tomaron fotos y usando la red de wifi del avión transmitieron las fotos y texto a sus cuentas de Twitter.
Y ninguno de esos pasajeros eran periodistas o fotógrafos profesionales. Simplemente, estaban en el lugar de los hechos.
Fotos transmitidas por los pasajeros de la aeronave tras las turbulencias.
