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La vida sedentaria aumenta el riesgo de discapacidad

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Washington – Si usted es mayor de sesenta años y pasa mucho tiempo sentado, cada hora de vida sedentaria aumenta su riesgo de discapacidad, sea cual sea la cantidad de ejercicio moderado que haga, según un estudio que publica hoy la revista Journal of Physical Activity and Health.
 

El estudio, hecho por científicos de la Universidad Western, es el primero que muestra que el comportamiento sedentario es en sí un factor de riesgo de discapacidad, diferente de la ausencia de una actividad física vigorosa y moderada, según el artículo.

De hecho, apuntaron los investigadores, el comportamiento sedentario es un factor de riesgo de discapacidad tan fuerte como la ausencia de un ejercicio moderado.

Si se comparan dos mujeres de sesenta y cinco años, y una de ellas pasa sentada o en la cama doce horas al día y la otra trece horas al día, la segunda tiene un 50 por ciento más probabilidades de sufrir discapacidad, añadieron.

«Ésta es la primera vez que hemos demostrado que el comportamiento sedentario se relaciona con la discapacidad independientemente de la cantidad de ejercicio moderado», apuntó Dorothy Dunlop, profesora en la Escuela de Medicina Feinberg, de la universidad Northwestern, y autora principal de la investigación.

Más de 56 millones de personas en Estados Unidos sufren discapacidad, definida como limitaciones para realizar actividades básicas tales como comer, vestirse o bañarse, ir a la cama o levantarse de ella, y caminar de un lado a otro de una habitación.

La discapacidad aumenta las probabilidades de hospitalización e internación en instituciones, y representa casi un dólar de cada cuatro gastados en el cuidado de la salud en el país.

«Los adultos mayores necesitan reducir el tiempo que pasan sentados, ya sea frente al televisor o a la computadora, sea cual sea su participación en una actividad vigorosa o moderada», según Dunlop.

El estudio observó una muestra de 2.286 adultos mayores de sesenta años en la Encuesta Nacional de Salud y Examen de Nutrición, y comparó a las personas con condiciones de salud semejantes y la misma cantidad de actividad vigorosa. Una actividad moderada, por ejemplo, es cuando una persona camina apresuradamente.

Los participantes usaron acelerómetros entre 2002 y 2005 para medir el tiempo de su vida sedentaria y su participación en una actividad física vigorosa moderada.

El uso del acelerómetro es significativo porque proporciona una información objetiva. Cuanto mayores son las personas y tienen más peso, más tienden a sobrestimar su actividad física, por lo cual la información que den sobre sí mismas es subjetiva.

Dunlop añadió algunas recomendaciones: póngase de pie para hablar por teléfono o durante una reunión de negocios, cuando vaya al mercado o el centro comercial estacione en un sitio alejado de la entrada, cuando se levanta para tomar un vaso de agua camine un poco por la casa.

También añade ejercicio vigoroso moderado si camina para hacer algunos mandados en lugar de ir en automóvil en distancias cortas, o si sube por las escaleras en lugar de usar el ascensor.

O, como lo hace la misma Dunlop, puede usar en la muñeca un artefacto que cuenta sus pasos y, compartiendo la información con amistades y familiares que hagan lo mismo, tiene un grupo social de apoyo que le estimula a moverse.

La investigación tuvo apoyo financiero del Instituto nacional para la Artritis y las Enfermedades Musculoesqueletales, que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud.
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