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La sombra de Donald Trump sigue acechando y opaca a Biden

Alberto Garcia Marrder

Ya no es presidente, pero la sombra de Donald Trump sigue acechando al partido republicano que no levanta cabeza desde su derrota electoral el 3 de noviembre.Su segundo “impeachment” (juicio político) en el Senado está dejando a un lado al nuevo presidente, Joe Biden, y al impacto de su novedoso programa legislativo.

El veredicto final del juicio por parte de los 50 senadores demócratas y 50 republicanos, no ha sorprendido mucho: 57 culpable y 43 no culpable. Como no se llegó a los dos y tercios necesarios, ha sido declarado “no culpable” de haber incitado al asalto del congreso del 6 de enero.

Lo insólito de todo es que esos senadores republicanos, tal vez en su mayoría, ya tenían decidido como votar desde hace mucho, sin importarles lo que hubiera dicho la acusación demócrata, que en este caso, fue muy coherente y convincente de los hechos.

Los libros de historia, creo, dirán otra verdad. Que Trump fue culpable de haber incitado a una insurrección, que, aunque no armada, invadió el congreso, poniendo en peligro la vida de los congresistas, senadores, incluso, la del vicepresidente, el republicano Mike Pence. Y cinco personas murieron.

Vivo en Estados Unidos y tengo muchos problemas para explicar a mis familiares, fuera de este país, que los senadores republicanos sigan siendo tan fieles a Trump, a pesar que ya no es presidente y ha quedado muy desprestigiado por tratar de revertir, a su favor, el resultado de las pasadas elecciones presidenciales.

Muchos de esos 43 senadores republicanos han preferido salvar a Trump e ignorar las fuertes evidencias presentadas por la acusación demócrata por una razón muy importante y egoísta: su futuro político.

Y ese puede que esté en manos de Trump, y esa es su arma. Especialmente en el tiempo de “primarias” en el partido republicano o en la reelección de congresistas o senadores en el 2022.

Esos en esas situaciones necesitan desesperadamente el endoso de Trump, ya que si son repudiados públicamente por no ser lo suficientes “leales”, su carrera política llega pronto a su fin, tanto a nivel nacional o estatal.

Trump tiene dos armas letales: un “fondo de guerra” de mas de 70 millones de dólares para hacer propaganda a favor o en contra de uno escogido y valorado solo por su nivel de lealtad o deslealtad al “gran jefe”, como si fuera un líder de culto religioso.

El expresidente, desde su mansión en Palm Beach al sur de Florida, tiene ya una lista, actualizada constantemente por su equipo de asesores, donde va apuntado a los que hay que “depurar por traición”.

Entre esos, hay cuatro importantes: El actual gobernador republicano de Georgia, Brian Kemp, que se negó a cumplir las órdenes de Trump de revertir en su favor, el mínimo triunfo electoral de Biden en ese estado y que se presenta a la reelección en el 2022.

El exmandatario ya ha comenzado, abiertamente, a animar al congresista Doug Collins a hacerle un desafío y es capaz de ayudarle también en la propaganda, ya que tiene ese fondo de dinero.

Y hay dos senadores en esa lista: John Tune (Dakota el Sur) y Lisa Murkowski (Alaska). Y la congresista por Wyoming Liz Cheney, hija de Dick Cheney, exvicepresidente con George W. Bush.

El pecado de los tres: no ser lo suficiente leales a Trump. Y como hay que dar ejemplo, van a ir cayendo poco a poco, cuando llegue su hora de la reelección. Y la lista tiene ahora siete más, los senadores republicanos que votaron el sábado a favor del “impeachment”.

Además del dinero, Trump tiene aún una masa muy fuerte de seguidores. En las pasadas elecciones presidenciales, le votaron 73 millones. Y solo estaba esperando que termine el proceso del segundo “impeachament”, para comenzar el su “revancha personal”, contra los que estima que propiciaron su derrota electoral. Aunque no la reconoce como tal, solo como “un masivo fraude en contra”.

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