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La quimera de la cruzada antinacionalista

Por: Pedro Gómez Nieto
Asesor y Profesor CIS

Cuando Alejo I, emperador de Bizancio, le pidió ayuda a Urbano II por la amenaza que representaba para Occidente el imperio turco, el sucesor de San Pedro visualizó la posibilidad de extender la presencia del cristianismo en Europa Oriental, y fortalecer el papado. Los musulmanes ocupaban territorios antaño cristianos, particularmente la “Tierra Santa”, los lugares donde vivió Jesús. El 1095, en el Concilio de Clermont, Urbano II sorprende a la cristiandad con una prédica emocional, que termina con una frase del evangelio de Mateo 16,24: “Y dirigiéndose a sus discípulos añadió: Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue su cruz, y me siga”. Los nobles, clero, y pueblo presentes, en un estallido de fervor religioso, comenzaron a gritar: ¡Dios lo quiere!

Las cruzadas fueron guerras de religión cuyas secuelas seguimos padeciendo, el fundamentalismo religioso. La primera cruzada convocó al campesinado sin formación militar, clérigos, soldados, y caballeros que se distinguían por la cruz roja que ostentaban sobre sus ropas y escudos. El papa incentivó el alistamiento ofreciendo el perdón de los pecados, entrar en el cielo directamente sin pasar por el Purgatorio. Estrategia copiada por los imanes musulmanes fundamentalistas, que prometen el paraíso rodeado de vírgenes a los yihadistas que, portando un chaleco cargado de explosivos, se inmolen en aglomeraciones de infieles. Y si los muertos son gringos, judíos, o israelíes, ración extra de vírgenes.

Cuando una idea cobra entidad faltando planificación, el abismo aparece. En la primera cruzada se institucionalizó la persecución de los judíos, porque los cruzados entendieron que también eran enemigos del cristianismo igual que los musulmanes. Careciendo de estructuras de avituallamiento para unas cuarenta mil personas, los ejércitos de la cristiandad, cual plaga de langostas camino de Jerusalén, practicaron el saqueo y pillaje en los territorios que atravesaron.

En Honduras, consecuencia del triunfo del Partido Nacional las pasadas elecciones, los próceres pretendieron subvertir el orden constitucional justificando el empleo de la violencia para desatar una insurrección que expulsara al nacionalismo de los “santos lugares”, el poder. Políticos fracasados que predicaron un paraíso hondureño libre de maras, crimen organizado, narcotráfico, y corrupción. Techo, tortilla, y trabajo para todos. A cambio, el pueblo debía armarse con AK-47 y expulsar de Casa Presidencial (Jerusalén) al usurpador. Copiando el grito ¡Dios lo quiere! de Clermont, los próceres gritaron ¡Fuera JOH!, coreado por un populacho emocionalmente inducido contra el nacionalismo musulmán. A los saqueadores, delincuentes, detenidos por vandalismo, por pillaje, y que fueran al “mamo”, se les consideraría “presos políticos”, mártires por la democracia, las vírgenes escasean.

A pesar de este esperpento de “Divina comedia”, la manipulación no provocó el “infierno de Dante” que los próceres buscaron. Cantamañanas que contaminan medios y redes con fake news coprofilicas: “JOH pretende reelegirse”. Ante la amenaza que representa para la democracia el Partido Nacional, los próceres convocan al pueblo a una cruzada antinacionalista electoral, para expulsar a los infieles del poder. Pero mientras en Clermont solo se escuchó la voz de Urbano II, en Honduras cada prócer toca su propia “flauta de Hamelin”, e invitan al baile a la oposición política mientras esconden la partitura…

El prócer socialista chavista apoyado por Libre, su empresa familiar, repite su música monocorde, a saber, expulsados los nacionalistas infieles de Casa Presidencial, convocará la Constituyente para refundar Honduras. Pacto social que nos coloque bajo la sombra del Socialismo del Siglo XXI. “Venezuelanizar” Catrachilandia. Quien se sume a su cruzada acepta que Libre designe al candidato presidencial, cuyas bases mantienen vetado al anterior candidato al que consideran un traidor por abandonarles.

La otra oposición que llama a la cruzada es una torre de Babel. Políticos desubicados, mercenarios ideológicos, exmiembros de partidos, oportunistas, resentidos… Convocatoria pergeñada por los fracasados próceres siameses. Sin capacidad de convocatoria individual, captan simpatizantes arrimándose a colectivos con problemas gremiales, liderando sus reclamaciones para politizarlas, utilizando los problemas sociales en beneficio propio. La plataforma de salud y enseñanza, como ejemplo.

Las cruzadas medievales analizadas militarmente, en conjunto, fueron un fracaso, pero facilitaron el desarrollo social, intelectual, y económico. La cruzada antinacionalista sigue el camino de anteriores estrategias de la oposición para conquistar el poder. Reciente el paro nacional que predicaron, alentaron, y se implicaron, fracasando por falta de liderazgo.

“Liderazgo es conseguir que las personas hagan lo que quieres hacer, porque ellas quieran hacerlo.” -DwightEisenhower-

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