spot_img

La Madre Tierra desde la óptica de un físico apasionado

Por:

Compartir esta noticia:

Tegucigalpa Es hoy el día de la Madre Tierra, es el día de la vida y el sustento. Es el día de la deidad romana Gea, de la belleza mitológica griega, de la fecundidad, de lo prolífico.

– ¿No le parece que vale la pena cuidar a nuestro planeta, nuestro hogar cósmico para que usted, su familia y las generaciones venideras, sigamos tejiendo historias tan inverosímiles como la suya y la mía?

Por ello, Proceso Digital conversó con un físico; empedernido amante de la vida, del planeta y sus alrededores, Armando Euceda.

Profesor universitario con maestría y doctorado en física, Euceda definió los graves riesgos del planeta y su entono, sus maravillas y los desafíos de las nuevas generaciones:

Hablemos de La Tierra, ¿que representa para un físico?

tierraIniciaré confesando que disfruto mucho pensar en la metáfora de la Gaia.  La Tierra –la Gaia de Lovelock- es en sí un ser vivo. Es el único planeta del Sistema Solar que tiene la bendición de la vida, finísima película que rodea completamente el planeta donde coexistimos los humanos, las plantas y los animales; sumergidos en un universo de arqueobacterias, bacterias y hongos.  No somos los más antiguos inquilinos, pero sí los más propensos a poner en peligro la existencia de toda forma de vida sobre la faz de la Tierra.

Usted es un fascinado del planeta, tomando la libertad de verter un criterio, usted se vuelve poeta al hablar del origen de La Tierra. ¿Cómo describirla bajo esa perceptiva alucinante y marcar su comienzo?

Hagamos un poquito de memoria acerca del origen de nuestro planeta.

La historia fascinante del universo va desde una sopa cósmica de partículas mucho más caliente que el infierno de Dante, hasta el universo actual, mucho más frío que la residencia que Santa Claus tiene en el Polo Norte.

Y, con Galileo, el planeta se mueve. Danza vivamente siguiendo el ritmo de la melodía celestial que le impone, entre otras, las pautas de la ley de gravitación universal. Nota a nota La Tierra se traslada y rota arrastrada por el Sol y arrastrando a La Luna. La danza no tiene pausas, pero -con Vivaldi- le impone a La Tierra sus cuatro estaciones y, con ellas, los colores, sabores, olores y sonidos de la vida.

El Sol, a su vez, comparte con millones de estrellas invitadas el baile gravitacional que se celebra en un salón galáctico especial, al que la raza humana -creada, según la tradición cristiana, del gran compositor de la melodía celestial- ha bautizado con el nombre de Vía Láctea. Hay, en realidad, millones de galaxias donde danzan en este momento millones de estrellas invitados a esta fiesta cósmica.

big bangFoto de la NASA: https://wmap.gsfc.nasa.gov/media/060915/index.html

Como estudioso del cosmos ¿cuáles son las novedades?

Las últimas noticias del cosmos nos relatan que, entre vuelta y vuelta, los seres humanos hemos descubierto que, al inicio de la fiesta, el universo era inmensamente denso y caliente, de un diámetro millones, de millones de millones, de millones, de millones de veces más pequeños que el grosor del papel que usted sostiene en sus manos. Desde ese momento primordial hasta la fecha han pasado 13,700 millones de años.

Y dentro de la Vía Láctea ¿que representa el sistema solar?

En los suburbios de la Vía Láctea se localiza nuestro sistema solar. Pequeño punto del espacio sideral que viaja en órbita alrededor de esa galaxia.  Orbitando al Sol, dándole una vuelta elíptica cada 365 días, viaja nuestro planeta.  Con el viaja la humanidad: su historia, arte, literatura, ciencia, creencias, problemas y esperanzas. Con el viaja su propia luna de testigo.

Y en ese entorno, ¿Dónde ubica al hombre?

En la escala cósmica el ascenso del hombre en La Tierra es registrado como un evento de último momento. Las medusas, los peces, las aves y los reptiles, los dinosaurios así como los primates, anteceden al homo sapiens. El humano moderno ha hecho su ingreso al final de la procesión.

Somos nuevos en el universo y, al menos en lo que hoy se conoce, el cerebro humano es en nuestro planeta, la máxima expresión del viaje del universo en su tránsito hacia la organización y la complejidad.

Y en ese habitar de último momento del hombre en este planeta, ¿Cómo califica su estadía?

Los seres humanos no hemos sido muy buenos inquilinos del planeta; sobre todo en los últimos 300 años, período en el cual el despilfarro y el consumo energético nos está llevando a trastocar el termómetro que la naturaleza le impuso a La Tierra para ser la madre de la vida.

El petróleo barato y disponible es cosa del pasado. Los optimistas de antes decían que las reservas mundiales de los combustibles fósiles estarían disponibles por lo menos para los próximos 40 años. Los geólogos contemporáneos, sin embargo, parecen coincidir que nos estamos acercando al momento en que los precios de los combustibles serán inaccesibles.

metropoliSociedad del Hidrógeno Museo Virtual de Canadá

¿Qué prevé en medio de ese poco halagador escenario?

El mensaje es claro: nos estamos acercando al final de la economía hegemónica y centralizada del consumo de los combustibles fósiles y, simultáneamente, más rápido de lo esperado, estamos presenciando el nacimiento de la Sociedad del Hidrógeno que será, y esto es lo más importante, una sociedad que descentralizará el acceso, administración y uso de una nueva forma de energía: limpia, barata y asequible, que usa el hidrógeno como sustituto de los combustibles fósiles.

Es la agonía de la era del consumo desenfrenado del petróleo que ha puesto en precario la sobrevivencia del planeta. Es, asimismo, el amanecer de la era de la energía renovable que obligará hasta a la más testaruda de las voluntades políticas a digerir la parte científica del discurso ecológico.

El consumo desenfrenado de la energía sucia llegará muy pronto a su fin. La razón está de lado del discurso ecológico que no sólo goza de respaldo ético, sino, además, se fundamenta sólidamente en la ciencia. La nueva sociedad del hidrógeno con su eco-economía, es tecnológicamente viable, económicamente rentable y, sobre todo, limpia y amigable para la salud del planeta.

Pero no basta con la sociedad del hidrógeno porque, en el siglo XXI, la demanda energética de los humanos es voraz. Como paradoja benigna, la naturaleza es un océano infinito de sorpresas y, nuevamente, nos está invitando a volver los ojos hacia la energía nuclear. Pero esto es otra historia que debe ser abordada con mucho cuidado y responsabilidad.

Y frente a ese panorama ¿Cómo lograr que el hombre abandone esa era destructiva?

“La especie humana -escribió el biólogo Edward Wilson- es la más grande destructora de la vida desde el meteorito de 10 km de ancho que cayó en Yucatán y que dio fin a la edad de los reptiles hace 65 millones de años”.

De lo que debemos estar claros los seres humanos es que somos una pieza importante de un todo. Nuestro dominio de la ciencia y los valores que hemos acumulado a lo largo de milenios nos señalan que el todo tiene propiedades emergentes que no tienen las partes y que aún sin nosotros el planeta seguirá su movimiento. Es en la conciencia humana dónde donde reside la solución al problema ecológico planetario. No seamos ingenuos, no debemos buscarla en otro lado.

Como científico y estudioso del universo ¿visualiza usted la vida más allá de La Tierra?

Aún al cierre este día, entre crepúsculo y ocaso de milenios, no sabemos si hay en otro rincón de galaxia alguna, seres con vida invitados a la fiesta cósmica. Arrastramos la duda de saber si el grito humano no tiene más oídos que escuchen que aquellos del gran compositor de la melodía celestial.

Uhmmm, si existe vida en otro rincón del universo estoy seguro que las mujeres tienen -como las latinas- la piel con el “color de caramelo en reposo” del que nos habló Gabriel García Márquez en sus Doce Cuentos Peregrinos…

De lo que si estamos seguros es que, usted y yo, toda la humanidad, siguiendo la flecha del tiempo, viajamos –con las cenizas de Giordano Bruno, los versos de Neruda, la historia de Sofía y las estaciones de Vivaldi-, por un lado, atrapados en un punto galáctico que da, año con año, vueltas alrededor del Sol que son imperceptibles en la dimensión del universo y, por otro, luchando por dejar una huella, una marca en la construcción de sociedades libres y justas en nuestra “aldea planetaria”, una huella que haga que la luz de la explosión que dio origen al universo sea un pequeño destello al lado del resplandor de la libertad de los hombres y mujeres que hoy habitamos esta Gaia, ubicada en un casi imperceptible punto azul del espacio, en el cual -por evolución o voluntad de alguien que esta trama ha tejido- se definieron las coordenadas de la vida en uno de los múltiples universos posibles de los que nos hablara Jorge Luis Borges en su Jardín de Senderos que se Bifurcan.

Sus planteamientos son un tanto increíbles…

Así es, la historia de nuestro planeta es casi inverosímil, pero en este preciso momento, sus pupilas y la lectura -como medida incuestionable del ascenso de la humanidad- le demuestran, con mayor fuerza que el más hermoso postulado, que usted es parte verdadera de esta trama de la vida a la que, por azar o por destino, la anidaron en La Tierra.

Y ya pensando en Honduras, en medio de ese universo y en un ínfimo lugar del planeta, usted ve como justo ahora, se destruye la vida y sus fuentes, se acaba con el verde y la sed agobia en medio de las llamas… ¿qué hacer?   

En realidad, en Honduras, la sed agobia en medio del agua (no de las llamas); pareciera que estoy en un juego de palabras y contrapalabras, pero no es así. Lo cierto es que nuestro país tiene agua en abundancia pero no tiene la ciencia, la técnica y -lo más peligroso y difícil de superar- la disposición y capacidad política para entenderlo.

Todo político hondureño que desee trascender debe buscar la lectura de los pensadores humanistas que han tocado el tema de la condición humana en la era planetaria. Honduras no es una isla y solo la comprenderemos si la estudiamos en este contexto de aventura de la humanidad. Hay que recurrir a Edgar Morin y su “Tierra Patria” y si el político tiene prisa, entonces que se regale la lectura de un poema de Juan Ramón Molina y sus versos autobiográficos:

Nací en el fondo azul de las montañas

hondureñas. Detesto las ciudades,

y más me gusta un grupo de cabañas perdido en las remotas soledades.

Aunque confieso, en este tema y en tributo a mis compatriotas que han emigrado, mi poeta favorito es el hondureño Jaime Fontana:

Parece que no habrá nada más tierno que este volver a Honduras:

llegar con el amor iluminado por años y distancias,

decir esta es la sierra, este es el aire y este es el río del cuento…

gasesFuente: Fotografía tomada de un video de la NASA.

¡Cuidado! Cuando al legislar y actuar, confundimos el verde de la naturaleza con el color de una moneda de papel terminamos -con incendios y sin agua- con el verde del oxido de la edad del hierro planetario en nuestros pulmones.

En algunas cosas somos un país con una educación y voluntad política comparable con el inicio de la edad del hierro planetaria.

Bueno amiga Marlen, caí en la trampa de aceptarle al inicio de esta entrevista una taza de café de las montañas de Santa Bárbara y me ha hecho usted hablar de más. ¿No le parece que vale la pena cuidar a nuestro planeta, nuestro hogar cósmico para que usted, su familia y las generaciones venideras, sigamos tejiendo historias tan inverosímiles como la suya y la mía?

spot_img
spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_img
spot_img
spot_imgspot_img