La economía y el bienestar

Por: Julio Raudales
En mi columna anterior puntualicé en la importancia de que en nuestro país se mantenga el equilibrio macroeconómico como condición básica (no única) para el bienestar.

Hice hincapié en que los equilibrios fiscal, monetario y externo son esenciales para lograr el crecimiento económico y el empleo, lo cual es básico si deseamos vivir en una sociedad plenamente desarrollada. Pero la cosa no termina allí.

A riesgo de parecer trillado, debo insistir en que si bien es cierto que el equilibrio macroeconómico es condición necesaria para el crecimiento, por si mismo no es suficiente y es ahí donde el gobierno debe hacer su trabajo de manera adecuada. Si las autoridades no toman medidas creativas y adaptadas a la realidad del país, difícilmente se logrará este objetivo. Es como si usted se sacrificara ahorrando durante un tiempo para comprar una casa y al tener el dinero en su mano lo gaste en una gran fiesta o en un viaje. Al final deberá de seguir alquilando y todo su sacrificio no habrá servido de nada. Esa es la razón por la cual nuestro país y muchos otros, en cuenta nuestros vecinos, se han quedado estancados pese a los tremendos sacrificios que han tenido que hacer para equilibrar su economía mediante dolorosos ajustes. En el caso de Honduras, esta situación tiene algunos agravantes, veamos porque:

La experiencia ha demostrado que los ajustes macroeconómicos han dado los resultados esperados, ejemplo de ello son los espacios fiscales generados en 1992, 1996 y 2005. Sin embargo, lejos del ansiado despegue, la situación generalmente empeora ya que nunca se pudo dar el siguiente paso. Las autoridades de turno, en vez de utilizar el ahorro y la credibilidad ganada implantando proyectos de inversión pública rentable para el país (Carreteras, energía de bajo costo, agua potable, educación y salud de calidad, etc.), se dedicaron a aumentar de forma indiscriminada el tamaño del gobierno mediante la empleomanía; a otorgar canonjías a distintos gremios que al ver la oportunidad buscaron sacar provecho; y a hacer politiquería mediante subsidios y bonos repartidos de forma discrecional y no focalizada. Esto llevó al país al desequilibrio y a tener que “socarse” de nuevo por la única vía que parece útil en las urgencias: Más impuestos que afectan sobre todo a la frágil clase media y a los pobres. Esto lo que provoca es estancamiento y desempleo.
Desde hace muchos años, un grupo de ciudadanos de distintas generaciones y formas de pensamiento, han insistido en la necesidad de darle un rumbo sostenible al país. El primer esfuerzo se cristalizó en 1954, luego de la huelga bananera y en un intento por modernizar la institucionalidad del país. Aunque este primer programa de desarrollo fue retomado por el Dr Villeda Morales, se interrumpió en 1963 y el proceso quedó estancado hasta que fue retomado en 1974 -20 años después- en el denominado Plan Nacional de Desarrollo.
Luego de muchos ajustes macroeconómicos y de varios intentos por implantar planes y visiones de largo mediano plazo que son abandonadas en cada cambio de gobierno, estamos de nuevo como en 1954: sin capital, sin instituciones y con la esperanza de que la estabilidad a la que la misión del FMI hizo referencia en su última visita, nos brinde la posibilidad del crecimiento económico, condición necesaria aunque no suficiente para el desarrollo y el bienestar. Sin embargo, hace falta voluntad y liderazgo para que los recursos liberados por el ajuste, sirvan para construir el país que deseamos. La ciudadanía ya pagó su cuota de sacrificio, los técnicos ya han diseñado las propuestas necesarias. Solo falta que quienes ostentan el poder actúen de forma profesional y entiendan que solo así el país tiene futuro.
spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_img
spot_imgspot_img