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La arqueología submarina francesa: una referencia mundial

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Francia – El patrimonio submarino esconde muchos tesoros. Desde hace siglos, miles de restos de naufragios y de sus objetos preciosos descansan en el fondo de los mares. Los arqueólogos franceses del Departamento de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas y Submarinas gozan de prestigio internacional y trabajan en todos los mares de la Tierra. Como parte de su misión deben evaluar y proteger los bienes culturales marítimos, y realizar el inventario de estos. Además, deben estudiar los yacimientos arqueológicos y divulgar los conocimientos que adquieran.
 

Los océanos, que cubren la mayor parte de la superficie de nuestro planeta, siguen guardando muchos secretos. «Francia ocupa el segundo puesto en lo que respecta a propiedad marítima. Cuenta con un poco más de 11millones de km² de ZEE (zona económica exclusiva), es decir, casi tanto como los Estados Unidos. Creemos que esta superficie comprende entre 150.000 y 200.000 yacimientos submarinos», explica Michel L’Hour, conservador general del patrimonio, director del Departamento de Investigaciones Arqueológicas Subacuáticas y Submarinas (DRASSM).

El DRASSM, creado por André Malraux en 1966, es un servicio público dependiente de la Dirección General de Patrimonios del Ministerio de Cultura y Comunicación francés y fue el primer organismo del mundo que realizó investigaciones arqueológicas subacuáticas. Este organismo, que originalmente fue concebido como herramienta de proyección de Francia en todo el mundo, se encarga de estudiar y proteger el patrimonio arqueológico subacuático; en particular, contra los saqueadores de restos de naufragios. Actualmente, el DRASSM no solo es líder en el sector de la arqueología submarina con misiones de investigación, asesoría y exploración llevadas a cabo en todos los mares de la Tierra; sino que, además, está a la vanguardia de la tecnología.

La UNESCO estima que deben de existir más de tres millones de naufragios sin descubrir repartidos en el fondo de los mares. Los restos de naufragios que yacen en el fondo de los mares y los océanos esconden tesoros de valor incalculable. El casco, las armas, la vajilla y los cargamentos de oro, marfil, ánforas de vino o trigo de cada barco permiten reconstruir la vida cotidiana de la época de su hundimiento.

La Convención de la UNESCO sobre la protección del patrimonio cultural subacuático, adoptada por la Conferencia general de la UNESCO en 2001, persigue permitir a los estados que puedan proteger mejor su patrimonio submarino.

En su calidad de técnicos de prestigio mundial, los arqueólogos del DRASSM reciben solicitudes para intervenir en numerosos países. Se encargan de la dirección o el asesoramiento de las operaciones de mayor relevancia. Participaron en la búsqueda de las fragatas Astrolabe y Boussole, que desaparecieron en el archipiélago de Vanikoro (Islas Salomón) en el Pacífico Sur, en 1788, y desvelaron algunos enigmas del misterio de La Pérouse, el célebre marino francés responsable de la expedición. «¿Tenemos noticias de La Pérouse?», seguía preguntando Luis xvi poco antes de su ejecución en enero de 1793. La exposición posterior que exhibía el trabajo realizado por los expertos del DRASSM, organizada en 2008 en el Museo Nacional de la Marina, en París, acogió en seis meses a más de 200.000 visitantes.

Una de las excavaciones arqueológicas submarinas más importantes conocidas actualmente es la de un junco chino de finales del siglo xv que se hundió en aguas de Borneo y se descubrió en 1998. Liderada por el DRASSM, esta expedición nació de un ambicioso proyecto dirigido conjuntamente por las autoridades de Brunei y el gobierno francés. Los restos del naufragio permiten ilustrar un período fastuoso de la historia del sultanato de Brunei, época clave en la que este pequeño reino se convertía en el punto de confluencia del comercio marítimo del sur del mar de China. En 2002, se celebró una exposición extraordinaria llamada La mémoire engloutie de Brunei (La memoria sumergida de Brunei) en la sala de armas de la Conserjería de París.

Por otro lado, se han estrechado relaciones de colaboración con Italia, Egipto y Pakistán. En 1985 se localizaron, en el golfo de Guinea, los restos del naufragio de un gran navío comercial construido en Europa, que se cargó en Asia y se perdió en África. Un estudio realizado por el DRASSM permitió identificar los restos del naufragio del Mauritius, barco de la Compañía Neerlandesa de las Indias orientales, que se hundió en aguas de Gabón en 1609.

En 2007, un equipo del DRASSM procedió, por petición del gobierno taiwanés y en colaboración con este, a la exploración de un yacimiento arqueológico descubierto en el puerto de Makong, en el archipiélago de Penghu, en el corazón del estrecho de Taiwán. Una serie de conferencias, ofrecidas por los arqueólogos del DRASSM en la Universidad de Tainan, permitieron compartir con los universitarios y profesionales del National Center for Research and Preservation of Cultural Properties (Centro nacional de investigación y conservación de bienes culturales), el balance de la actividad desarrollada durante varias decenas por este importante organismo francés, así como su amplia experiencia.

«Debemos responder a una fuerte demanda internacional. Una de nuestras tareas consiste en tomar parte en el aspecto jurídico que determina el pabellón del navío naufragado, es decir, su nacionalidad. A raíz de esta tarea hemos logrado dos acuerdos franco-estadounidenses», señala Michel L’Hour. La Belle, fragata desaparecida en 1686 se descubrió en Texas, en el Golfo de México. Las investigaciones, en las que participaron los especialistas del DRASSM, permitieron a las autoridades de los EE.UU. reconocer a Francia la propiedad absoluta de los restos del naufragio. El Griffon, construido por el explorador francés Cavelier de la Salle se perdió en el lago Michigan en 1679. En 2009, tras las negociaciones, el estado de Michigan aceptó los argumentos presentados por Francia y reconoció los derechos de esta sobre el naufragio.

Actualmente, la demanda de formación de especialistas en arqueología submarina es altísima. Numerosos estados manifiestan su deseo de salvaguardar y valorar su patrimonio marítimo sumergido. Por su parte, Francia, cuyo papel pionero en la disciplina es reconocido en el mundo entero, está solicitada constantemente. «Recientemente hemos recibido una gran misión de China continental. Asimismo, hemos formado a investigadores chilenos durante un año. Una delegación taiwanesa llegó la semana pasada para participar en un proceso de formación. Nuestro objetivo es la creación, de aquí a 2013, de un centro internacional de formación de arqueología subacuática», nos adelanta Michel L’Hour.

El barco Archéonaute, compañero de varias generaciones de arqueólogos subacuáticos, pronto será reemplazado por un navío moderno y mejor preparado que permitirá afrontar nuevos retos y hacer frente a la exploración de aguas profundas. Su nombre será André Malraux y verá la luz en 2012.

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