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La ajetreada ‘vida social’ de los microoganismos marinos

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Los microorganismos del plancton, en vez de desarrollar un modo de vida solitario, se organizan entre sí en comunidades complejas, aunque de vida muy corta y rápidamente cambiantes.

Aunque el mar está repleto de microbios, representa un medio muy hostil para ellos dado que tiene una baja concentración de nutrientes y es muy cambiante (a distintas escalas de espacio y tiempo), según ha informado la Universidad de Granada.

Ante esta situación adversa, los microorganismos del plancton, en vez de desarrollar un modo de vida solitario, se coordinan entre sí para formar comunidades biológicas complejas que funcionen como una unidad, según han demostrado los investigadores.

Uno de los autores principales de esta investigación, Antonio Martín Platero, del departamento de Microbiología de la Universidad de Granada, explica que “en cada gota de agua de mar viven cientos de miles de seres vivos invisibles: los microorganismos”.


Pese a su pequeño tamaño son responsables del bienestar del planeta porque regulan procesos como los niveles del CO2 atmosférico.

En el mar se ven sometidos a un ambiente muy cambiante y heterogéneo, por lo que hasta ahora se desconocía hasta qué punto estos microorganismos son capaces de organizarse y vivir como una comunidad que actué conjuntamente o si por el contrario viven y se desarrollan de forma solitaria o en pequeños grupos.

En este artículo, publicado en la revista Nature Communications, Martín Platero y sus colaboradores muestran cómo esta gran cantidad de microorganismos forman comunidades complejas pero bien definidas que están sometidas a una gran tasa de recambio, de forma que cada pocos días desaparecen las comunidades existentes y vuelven a aparecer otras nuevas formadas por microorganismos distintos.

Entender las redes tróficas


Según el investigador, estos resultados son “de gran relevancia para entender las redes tróficas, puesto que organismos de mayor tamaño van a encontrarse con numerosos grupos microbianos, entre los que podría haber patógenos u otros microorganismos perjudiciales”.

El estudio pone además de manifiesto la necesidad de un muestreo frecuente en cortos espacios de tiempo en aguas costeras recreativas o de actividad comercial para una correcta evaluación de la exposición a potenciales peligros microbiológicos.

Martín Platero realizó este trabajo durante su estancia postdoctoral en Estados Unidos con muestras de la costa de Massachusetts tomadas durante 93 días consecutivos, entre los meses de julio y octubre de 2010. EFE

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