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Humanos modernos llegaron a península Ibérica 5.000 años antes de lo pensado

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Madrid – Los humanos modernos llegaron a la península Ibérica 5.000 años antes de lo que se pensaba, según apuntan herramientas de piedra encontradas en una cueva al norte de Portugal, señala un estudio que publica la revista Pnas.

En la cueva Lapa do Picareiro, situada cerca de la costa atlántica del centro de Portugal, un equipo internacional descubrió ricos depósitos arqueológicos que incluyen herramientas de piedra, junto a miles de huesos de animales de caza.

Estos hallazgos indican que los humanos modernos llegaron a la parte más occidental de Europa hace entre 41.000 y 38.000 años, y vinculan la cueva con hallazgos similares de toda Eurasia a la llanura rusa.

El descubrimiento apoya «una rápida dispersión» hacia el oeste de los humanos modernos a través de Eurasia a unos pocos miles de años de su primera aparición en el sudeste de Europa, explica la Universidad de Louisville (EE.UU) una de las firmantes del estudio.

Las herramientas documentan la presencia de los humanos modernos en la zona mas occidental de Europa en una época en la que antes se pensaba que los neandertales estaban presentes en la región.

El hallazgo, según los autores, «tiene importantes ramificaciones» para comprender la posible interacción entre los dos grupos humanos y la desaparición definitiva de los neandertales.

«La cuestión de si los últimos neandertales supervivientes en Europa han sido reemplazados o asimilados por los humanos modernos entrantes es una cuestión de larga data y sin resolver en la paleoantropología», señaló el antropólogo Lukas Friedl, de la Universidad de Bohemia Occidental (República Checa).

Las primeras fechas de los instrumentos de piedra auriñacianos en Picareiro «probablemente descartan la posibilidad de que los humanos modernos llegaran a la tierra desprovista de neandertales, y eso -agregó- por sí mismo es emocionante».

Para el equipo, el descubrimiento en la cueva de herramientas de piedra caracterizadas como auriñacianos, tecnología asociada con los primeros humanos modernos en Europa, proporciona «una evidencia definitiva» de su llegada a la zona.

Hasta ahora, la evidencia más antigua de los humanos modernos al sur del río Ebro provenía de la cueva de Bajondillo, en la localidad española de Torremolinos.

«Bajondillo ofreció tentadoras, pero controvertidas pruebas de que los humanos modernos estuvieron en la zona antes de lo que pensábamos», según Jonathan Haws, también firmante de la investigación.

Pero las evidencias de los nuevos descubrimientos «definitivamente apoya las implicaciones de Bajondillo para una temprana llegada de humanos modernos», señaló.

Sin embargo, aún no está claro cómo llegaron allí. «Probablemente» migraron a lo largo de los ríos que fluyen de este a oeste en el interior, pero una ruta costera también es posible.

La cueva de Picareiro se lleva excavando 25 años y ha producido un registro de ocupación humana en los últimos 50.000 años. El equipo ha descubierto ricos depósitos arqueológicos que incluyen herramientas de piedra, junto a miles de huesos de animales de caza, y actividades de cocina.

Los resultados de la datación sitúan la llegada del hombre moderno en el intervalo entre 41.000 y 38.000 años atrás, mientras que la última ocupación neandertal en el sitio tuvo lugar entre 45.000 y 42.000 años atrás.

Aunque las fechas sugieren que los humanos modernos llegaron después de que los neandertales desaparecieran, una cueva cercana, Oliveira, tiene evidencia de la supervivencia de los restos hasta hace 37.000 años, por lo que los dos grupos pueden haberse solapado durante varios miles de años en la zona.

A pesar de la superposición de fechas, no parece haber ninguna evidencia de contacto directo entre los neandertales y los humanos modernos, agrega el estudio.

Los sedimentos de la cueva también contienen un registro paleoclimático bien conservado que ayuda a reconstruir las condiciones ambientales de la época de los últimos neandertales y la llegada de los humanos modernos.

«Nuestro análisis muestra que la llegada de los humanos modernos se corresponde con -o es ligeramente anterior- una fase fría y extremadamente seca. Unas duras condiciones ambientales a las que tuvieron que hacer frente ambos grupos, indicó Michael Benedetti de la Universidad de Carolina del Norte Wilmington.

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