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Gobernar mal es fácil, gobernar bien es difícil

Daniel Barjum

Durante las primeras semanas de la administración de la presidenta Xiomara Castro, se han aprobado nuevas leyes, tomado acciones, y prometido un paquete de beneficios para la población hondureña. Es normal que un gobierno entrante sienta que tiene que arrancar con todo y tratar de cumplir con sus promesas de campaña lo antes posible. Esto únicamente funciona bajo un contexto en donde el gobierno tiene un espacio fiscal amplio, conocimiento claro y muy a fondo de los problemas del país, y lo más importante, cuenta con la confianza y legitimidad de parte de la población, el sector privado, y la comunidad internacional. Sin embargo, Honduras no se puede dar este lujo ya que nuestro contexto es muy distinto al que aspiramos, por lo que es necesario tomar ciertas acciones estratégicas para cimentar las bases de un buen gobierno.

La nueva administración enfrenta muchos retos para poder gobernar bien. Por un lado, hay poco espacio fiscal para promover las políticas que han anunciado. Por otro lado, la mayoría de los funcionarios no han estado en un cargo público en los últimos 12 años o nunca han tenido uno, lo que significa que todavía se están familiarizando a detalle en cómo funciona el gobierno o cómo este ha cambiado a través de los años. Aún así, el reto más grande que enfrenta cualquier administración, incluyendo esta, es uno de legitimidad. Aunque estas fueron las elecciones con el mayor número de votos hay que reconocer que, según Latinobarómetro, alrededor del 80% de población hondureña ha tenido poca o ninguna confianza en el gobierno a lo largo del tiempo. Toda administración que no le dedique tiempo a generar confianza tendrá poco espacio político para tomar alguna acción. Los recientes acontecimientos en el Congreso Nacional solo vienen a remarcar la importancia que tiene la legitimidad en los procesos de gobernanza. El hecho que la administración de la presidenta Xiomara Castro comenzó bajo una crisis solo abre espacios que cuestionarán la legalidad de cualquier acción que se tome. Si no se trabaja de manera conjunta, el gobierno estará limitado para cumplir sus promesas.

Dado este contexto altamente complejo, ¿qué se puede hacer para gobernar bien? Ofreceré tres áreas en las cuales se debe trabajar continuamente a lo largo de la administración:

Es altamente importante ganarse la confianza del pueblo, del sector privado y de las organizaciones de desarrollo. Esto se logra escuchando y manteniendo un diálogo permanente, honesto y abierto con la ciudadanía, y tomando acciones sobre la base de lo que se escucha. La narrativa de culpar a administraciones anteriores por los problemas no dará resultados y no es bueno para ninguna de las partes. Si bien es cierto, esta postura es válida en las etapas iniciales de la administración, rápidamente deja de ser una justificación y se convierte en una excusa al tener las riendas del gobierno. Es mucho más efectivo que el gobierno internalice la situación en la cual se encuentra, dándose cuenta de que es importante hacer crecer su legitimidad. También, pensar continuamente en “cómo le decimos a toda la población que los escuchamos y que vamos a trabajar para lo que ellos necesitan.” Este tipo de comunicación implica involucrar a los ciudadanos dentro de los procesos del gobierno y no simplemente de entregar resultados.

Definir claramente y al mayor detalle posible cuáles serán los 4 o 5 temas de prioridad. Los buenos gobiernos no se distinguen por la cantidad de cosas que hacen, sino por las cosas que se hacen bien. No es necesario cumplir con una lista larga de acciones; un gobierno no puede y no debe hacer de todo, pero si debe de hacer bien lo que es prioritario para el país. Según la Secretaría de Finanzas, el gasto público ha incrementado el doble desde los años 70, y se estima que seguirá aumentando. Esto significa que el rol que juega el gobierno en el presente es mucho más importante que en el pasado, poniendo mayor presión a que la ejecución del presupuesto se haga de manera efectiva y transparente. No es suficiente con tan solo decir que se va a luchar contra la corrupción, se necesita dar más detalle: ¿Qué tipo de corrupción, y por qué este tipo? ¿Cómo esto va a beneficiar al país? ¿Por donde se comenzará? ¿Qué se va a lograr? Sin dar detalles, rápidamente se perderá la credibilidad y el apoyo, trayendo en si pocos resultados. Un ejemplo de esto es la reciente aprobación del subsidio para los usuarios que consumen menos de 150 kWh al mes. El sector eléctrico es crítico para el desarrollo del país, y al querer aprobar una nueva ley para subsidiar a ciertos usuarios, algo que las leyes anteriores ya permitían, se perdió de vista que en la realidad este costo será incurrido por el mismo gobierno central debido a que muchos no pagan por electricidad. No es necesario correr a hacer las cosas, es mejor hacer una pausa para analizar bien el contexto y qué es lo que se quiere lograr. Las buenas ideas son muchas, pero sin saber como implementarlas poco impacto tendrán.

Incrementar las capacidades dentro del gobierno. Tras al menos 12 años de no estar del otro lado, se vuelve necesario fortalecer las capacidades del gobierno, en particular la de los tomadores de decisiones. Es importante tener claro cuales son los detalles y el contexto de los problemas que se enfrentan y tomarse el tiempo de empoderarse de sus cargos. Quizás muchos saben de que existe un problema, pero no se conoce a ciencia cierta cómo funciona el sector, las leyes que lo rigen, quienes son los actores clave, y cómo hacer para mejorarlos. Continuando con el ejemplo del sector eléctrico: el problema es la frágil situación financiera del sector y los percibidos abusos de parte de la EEH/ENEE; pero el funcionamiento en sí de este sector es desconocido por muchos, así como los elementos y criterios técnicos, la distribución, los contratos de energía, los productores y el sinnúmero de otros factores y actores que inciden. La reflexión juega un papel importante en el fortalecimiento de capacidades, y un buen gobierno crea espacios que le permite hacer un aprendizaje rápido y continuo. Hay muchos retos complejos por delante, de alto riesgo e incertidumbre. Este tipo de problemas no se resuelven trayendo “expertos” a que entreguen “planes”, porque nadie puede tener claro el camino a seguir bajo estas condiciones. Los planes no funcionan bajo escenarios complejos, se requiere de abordajes innovadores que permitan el aprendizaje y descubrimiento a medida que se van tomando acciones pequeñas para resolver los problemas. Abordajes que reúnan a distintos actores y movilicen los recursos. Es clave hablar continuamente con las personas involucradas para ir aprendiendo de los retos; es así como se logra crear un gobierno incluyente.

Gobernar bien no es fácil, sino Honduras no tendría los retos que enfrentamos. Hay muchas buenas ideas con buenas intenciones. Se necesita definir los cuatro o cinco temas prioritarios y hacerlo al mayor detalle posible. En base a mi conocimiento y experiencia sugeriría enfocarse en las áreas de salud, educación, energía, economía, seguridad alimentaria e infraestructura. Pero esto no debe venir de una persona, la población es quien debe dictar las prioridades. No es necesario correr a hacer esto, es de tomarse un tiempo para conocer a fondo los problemas que enfrentamos las y los hondureños. Lo más importante es ganarse la confianza de la población, comunicándose de forma transparente, abierta y continua para poder hacer una realidad los cambios que se buscan. Trabajando de esta manera es lo que marcará la diferencia entre un buen gobierno, y un gobierno que será “más de lo mismo”.

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