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Garibaldi, cuna del mariachi y ahora también sede de la escuela oficial

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México – La Plaza Garibaldi, famosa por ser la cuna de los mariachis, ahora también es sede de la primera escuela de ese género musical en México, donde los alumnos logran un título oficial de una profesión que para algunos creen que precisa más del corazón que de estudios.
 

«En la escuela es básico para aprender a leer, ejecutar el instrumento y todo, pero para ponerle corazón y todo lo demás solamente aquí, en la plaza», dijo a Efe Salvador Valdivia, quien canta en este representativo lugar de la capital mexicana donde hay músicos casi las 24 horas del día.

A pocos metros del lugar de la conversación se erige la nueva escuela, abierta hace ocho meses pero inaugurada oficialmente esta semana como el primer centro de estudios en donde los alumnos pueden obtener un título oficial como músicos de mariachi.

«En la calle se aprende», pero en este centro se adquiere la parte técnica y te conviertes en un profesional, comenta Alexis Godínez.

Este alumno de 23 años de la escuela, una iniciativa de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y que dependerá del Centro Cultural Ollin Yoliztli, dice que ahora entiende «más la música», que lee las partituras.

Junto con dos de sus primos, este joven trabajaba desde hace años en un grupo de mariachis cuya «oficina» era la Plaza Garibaldi, a donde acude la gente para buscar músicos para eventos privados.

Los tres decidieron solicitar una plaza en la escuela, que dirige Leticia Soto, violinista, licenciada en musicología, a punto de doctorarse en etnomusicología por una universidad de California y mariachi durante más de 20 años.

«Se les está dando una formación más integral porque además del instrumento están teniendo otras clases», explicó.

Concretamente se cursa solfeo, armonía, técnica vocal e historia de la música, así como el instrumento en el que se especializan: violín, trompeta, guitarrón, guitarra, vihuela o arpa.

Todo ello durante los tres años que dura el curso, con una jornada reducida de 14 horas semanales, ya que la mayoría de los alumnos tienen que trabajar o estudiar, pues las edades van desde 10 a 40 años.

Los únicos requisitos previos, dijo Soto, son que los alumnos entren con alguna experiencia musical, sabiendo tocar algún instrumento y conociendo las escalas, luego serán los maestros quienes seleccionen a quienes creen que pueden encajar mejor.

Este es el caso de Antonio de Jesús Díaz, de 20 años, quien se vino de su Oaxaca natal, donde era mariachi, cuando supo de la escuela.

«La música me gusta mucho, es mi vida, y por eso me animé a venirme. Antes también tocaba, pero no tenía técnica, aquí te empiezas a especializar y vas cambiando mucho», contó.

Según la directora, uno de los objetivos de la escuela es que el título que los alumnos obtengan sea valorado a la hora de buscar un trabajo y que en el futuro tengan mejores condiciones que hoy.

También se busca cambiar el estereotipo de que la música del mariachi no es académica.

Muchas veces los integrantes de las agrupaciones «están descuadrados, desafinados o están gordos o se la pasan tomando tequila. Hay ese estereotipo social no solamente de cómo se ven. sino de cómo se escucha la música, y aquí queremos cambiar eso», explicó.

Y en el medio de ambos bandos, los que defienden la escuela de la calle y la institucional, están profesores como Víctor Cárdenas, que a sus 74 años se ha «vuelto profesor», tras pasar más de 50 en uno de los grupos más prestigiosos del país, el Mariachi Vargas.

«Somos músicos de calle, ahora está cambiando todo, pero yo soy empírico», contó a Efe el músico que lo aprendió todo en lugares distintos de donde ahora enseña.

De hecho, admite que no acaba de acostumbrarse a su nueva labor. «Eso es lo raro, para que veas cómo es la vida, no estudié yo música y ahora soy maestro».

Además de sus conocimientos, su misión en el centro es transmitirle a sus alumnos esa parte que las aulas enfrían y que está más viva en la calle: «el corazón que les falta ahí».

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